Another Date With The Moon || Kamisama Hajimemashita

XIII

Mil perdones moochachos, estuve re en una ayer y estuve pateando de un lado a otro😍👍

También estuve agarrando la pala y ya mañana empieza mi hermosa ✨semana de exámenes✨ donde no me van a romper el orto porque yo siempre presente siempre loca siempre full al día.

Mentira pero yo siempre me presento a rendir por las dudas👍 igual ustedes sean más inteligentes q yo y hagan las tareas y todas esas boludeces cuando las tienen q hacer, yo hago la tarea mientras la revisan o no la hago y dsp me presento en bolas a rendir🕺🕺🕺

En fin FELIZ CAPÍTULO Y FELIZ DOMINGO

* * *

---Me parece extraño que de verdad hagas las tareas éstas que dan para Nanami.

---¿Verdad?--- admití. Pero luego le mostré mi teléfono, con mi cuenta de la mensajería del momento teniendo muchísimos mensajes--- Usaba ésto para ganar dinero hace como diez años.

Tomoe me miró fijamente. Su mirada resaltaba poco aquella tarde, sobre el jardín, sentados a la sombra en el templo.

---No es cierto...

---¿Qué cosa, Tomoe?--- pregunté, divertida.

---Tú no harías nunca algo así--- dijo él, más para sí que para mí. Mirándome fijamente, me dio un suave golpe en la mejilla con dos dedos. Y yo me reí--- Tú, que te levantas temprano los fines de semana, para enseñarle a Nanami a usar los puños de flor de loto que tiene para defenderse, tú que tomas el té mientras juegas con Mamoru. Tú que te inhibes ante la presencia de la mayoría de los dioses salvo la tuya...

Me encogí de hombros y le mostré una lista de mensajes que a simple vista decían "hecho", "bien", "son tuyos" o simplemente "gracias".

---¿Tú vendes información por dinero, maldita tramposa?--- me empujó una pierna con uno de sus pies, en señal de ofensa. Como si realmente estuviese violando completamente la realidad que él había creado de mí.

---Oye, pensé que lo sabías. Literalmente nunca lo oculté--- admití simplemente--- Por eso no tengo ni amigos ni enemigos en la escuela. "Ayudar a todos sin acercarse a nadie".

---Creí que ese verso era algo que usabas, no sé, en la guerra o en tiempos de hambre o... no lo sé, pero que lo usabas como para ser amable y luego irte. "Un favor por un favor".

---Es eso lo que hago, ¿No? Información por algo que me beneficia a mí. Además, mis mejores trabajos son los de historia de Japón.

Tomoe recostó su cabeza sobre mi espalda, mientras yo completaba unos ejercicios de álgebra... todavía me da gracia que los niños se quejen de...

---¡Ay, por Dios! ¿A quién se le ocurrió que las estúpidas matemáticas tengan letras?--- exclamó una voz aguda que se avecinaba como un cascabel de energía brillante por los pasillos--- Aoi, me da pena pero, ¿Tienes los ejercicios del 3.7?--- espetó Nanami, sentándose repentinamente a mi lado.

---Tengo los ejercicios del 3.7... pero no te los daré. Sólo dime lo que no entiendes, y te lo explicaré--- le dije.

Tomoe señaló a Nanami con una de sus garras puntiagudas mientras sonreía cínicamente.

---Jaja, para ti no hay respuestas.

Nanami le jaló una oreja con cierta ira contenida.

---Si no vas a estudiar, vete, Tomoe.

---La última vez que me dijiste algo como "¡Vete, Tomoe! ¡No me gusta depender de tí!" Aoi terminó arrancándole el pescuezo a un demonio.

---¿Y? Desde entonces ya no le molesta mostrar sus orejas en la forma con la que debería. Además, tú no hiciste nada.

---Tuve que sostenerte, porque te desmayaste. Y lo siento, pero un demonio como yo no tiene por qué andar aprendiendo esas invenciones raras de la gente de tu especie, Nanami. Los de tu tipo sólo buscan complicarse la vida.

Creo que, desde esos días en los que Nanami tuvo que competir por su puesto merecido como una diosa más en la tierra, mi vida estudiantil fue cada vez más pacífica en términos personales. Básicamente, porque la acción más violenta en la que me encontré envuelta fue enseñarle a Nanami a golpearle la garganta a su contrincante.

Una de las cosas que aprendí allí, es que los espíritus pueden conocer más recetas de las que uno llega a pensar.

Yo no, yo podía comer pan por antojo unos cinco días a la semana. Y té, me gusta el té.

El sake no, huele raro.

Aunque a veces Tomoe huele a sake, porque a él sí le gusta... así que a veces lo acompaño, en especial cuando Nanami quería saber a qué sabía el sake.

---A fracasado--- le dije yo, señalando a Tomoe--- Y te va a arder el esófago.

Tomoe me codeó después de dejar la jarra en la mesa.

---Callate, me insultas y todavía la asustas, ¿Cómo le va a arder el esófago?

---Pues su padre era alcohólico, a ver si te funciona un poco lo que tienes aquí--- le coloqué dos de mis uñas en la cabeza intentando molestarlo.

Me sonreí recordándole a mi cerebro esas cosas. A veces los recuerdos me invaden con mucho detalle y poco contexto.

Me hizo feliz.

---¿Por qué sonríes?--- me preguntó Nanami.

---Por nada, es que ya estás entendiendo. En realidad hiciste mal ésto aquí, y arrastraste el error hasta aquí.

---Oh...

Tomoe, por mientras, acabó durmiendo encima del arco de mi espalda. Sólo me di cuenta cuando me tocó despertarlo por la noche, pues me tocaba cocinar a mí.

* * *

---Oye, la tarea--- oí una voz gruesa que conocía perfectamente.

---¿Qué tarea?

---La de la matemática con letras y eso del otro día, Aoi...

---¿Qué tiene?--- le pregunté mientras me encargaba de contar tres mil yenes en cambios y pequeños billetes con algunas monedas. Me sonreí.

---Que me la des.

---¿Para qué?

---Vale setenta de la materia...

---Eres el temible demonio que no necesita cosas de éstas--- le comenté, palmeandole un hombro--- Sin embargo, gracias al dinerito que tengo yo aquí, vamos a comer hamburguesas. Gracias a los humanos que se complican la vida.

---¿Y? Por culpa tuya estoy en las listas, si le erro aquí, tendré que venir a clases de verano.

---Tranquilo, no te extrañaremos en el templo--- le confirmé con toda seguridad.

---Está bien, yo tampoco quería verte en verano. De todas formas me caes mal, y ni quería asistir a las finales de atletismo.

Dijo ésto antes de intentar irse, pero yo le detuve de un brazo, porque no pensé que supiera lo de las finales... no sabía que había mirado las listas y, más allá, no sabía que tenía fé en que llegaría hasta allá.

---Tenga, Señor zorro temible--- le pasé una de mis libretas.