Epílogo

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Evan

Un año después

Moví un poco la cabeza para verificar con el reloj que era una hora prudente para levantarme de la cama. Miré a Danica y la abracé, haciendo que se acurrucara nuevamente en mí. Le sobé la espalda, tratando de hacer dibujos insignificantes para que la relajaran. Había sido una noche larga.

—¿Cómo te sientes? —susurré.

—Un poco mejor —me miró y yo a ella—. Gracias por haberte quedado conmigo —sonreí.

—¿Lo dudabas? —sonrió, para luego volver a abrazarme.

—No quiero que estés cansado durante el día. Hoy es importante —miré hacia la ventana para ver el mar. Me apoyé en su cabeza y le di un beso—. M y yo hemos planificado todo para el partido de vóley, pero vamos a necesitar tu ayuda para el de fútbol.

—Yo me encargo.

Se quedó en silencio, pero podía sentir cómo me miraba.

—¿En qué piensas? —se alejó un poco para mirarme mejor, mientras sonreía pícaramente.

—¿Qué? —reí un poco.

—Ya, dime —insistió cogiéndome el pecho.

—Nada, miraba el mar. Te escuchaba.

—¿Cómo quieres que se llame? —apoyó el codo en la almohada y la cara en su mano, la posición perfecta para interrogarme. Algo muy usual en Danica Jones.

—¿De nuevo con eso? —volví a reír, era común ahora que lo hiciera cada dos segundos.

—¿Quieres que te recuerde cómo estuviste acusándome con todos en la fogata del otro día que yo elegí el nombre de T? —traté de abrazarla y me alejó, mientras reía—. Muy bien señor, consiguió lo que quería. Vas a elegir el nombre de este bebé —se cogió la barriga—. Así que dilo, ¿cómo quieres que se llame?

—Ni siquiera sabemos si es hombre o mujer —dio un gran suspiro—. Es muy pronto... —rodó los ojos—. Thiago. Me gusta ese nombre —dije finalmente, totalmente convencido de que sería hombre esta vez.

—¿Y cómo lo llamaremos si también es T? —cerré los ojos.

—Es verdad.

—Yo había pensado en...—la miré, ella a mí—. No, es que eso fue antes de lo de la fogata.

—Está bien amor, dilo —sonreí, cogiéndole la mano.

—Bueno —sonrió y se acercó a mí, permitiéndome darle un pico, que moría por hacerlo—. No pensé en un nombre, pero me gustó la idea de llamarlo o llamarla como A. Creo que le quedaría bien.

—Puede ser —pensé por un momento en nombres con la letra A, pero estaba nublado de ideas.

—¿Qué te parece si dejamos que las chicas lo elijan? Con la letra A.

—Está bien —sonreí.

—¡Papá! —gritó D entrando en el cuarto, haciendo que los dos saltemos del susto. Ni siquiera escuché la puerta abrirse—. ¡Te extrañé! —se subió en la cama y se tiró sobre Danica para abrazarla. Abrí los ojos, completamente asustado por su barriga, pero ella me sonrió para darme tranquilidad, mientras abrazaba a D—. ¿Vamos a bailar? —la cargué para sacársela de encima y sentarla sobre mis piernas—. Papi, papi, ¿me compraste mi cereal?

—Si —bajó rápidamente de la cama—. ¡Pero no te lo comas solo! —miré a Danica—. ¿Estás bien? —asintió con la cabeza y se echó sobre la almohada. Se veía desanimada de pronto—. ¿Qué pasó?

Una vida sin tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora