CAPITULO V

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Estaba el día demasiado lluvioso y era de esos días donde no quería ni ir a clase ni mucho menos estar sentada por horas escuchando las explicaciones tan aburridas que daban los profesores, sabía que se esforzaban para su clase pero no es mentira cuando les digo que mis profesores parecen que los obligan a estar enojados todo el tiempo.

—Te ves muy aburrida Helen.— Dijo Patty, una compañera de mi grupo.

—Lo estoy, lo estoy.— Dije sin muchas ganas mientras dibujaba círculos en la hoja de mi cuaderno con mi pluma negra que tenía la tapa mordida, todas mis plumas tienen esa característica.

—Sáltate las clases hasta la hora del almuerzo.— Su idea me parecía muy buena pero no era ese tipo de personas capaces de hacerlo.

—Me gustaría pero no soy tan valiente, menos en la clase de Marchetti.— Seguí haciendo círculos.

—Ay por favor, él ni lo va a notar, yo te puedo cubrir.— Me acaricio el hombro y respondí una pequeña sonrisa en mi rostro.

—¿Tú crees que no sería raro que no esté en su clase y después me lo encuentre y se de cuente que si vine pero no a su clase?— Patty abrió los ojos por la manera tan rápida de hablar que tuve.

—Helen, deja de pensar tan inocente, sé que estás estresada y esto te ayudará mucho, al menos por hoy.— No dije nada y solo tome aire, guarde mis útiles con tanta rapidez que no sabía si los había puesto todos, me colgué la mochila y mire a Patty.

—Bien, lo haré, si en algún momento me lo encuentro dire que apenas llegue porque...me sentía mal.— Suspiré, —Pero después me pasarás lo que hicieron, eh.— La señalé con mi dedo índice.

—Si Helen, tú relájate y ve a esconderte por ahí.— Me dio un empujón para que saliera y eso fue lo que hice, salí de ahí lo más rápido posible y corrí a subir las escaleras hasta los pisos que sabía que estarían vacíos.

Me siento como en una película de supervivencia literalmente.

Me senté en el suelo del pasillo y saqué mi comida que tenía para hoy, empecé a comer mientras miraba mi celular, me coloqué los audífonos y me deje llevar por la música, ya me hacía falta algo así, no dure mucho en esta tranquilidad pues un hombre de mantenimiento salio de uno de los salones.

—¡Hey, no puedes estar aquí!— Dijo casi gritando mientras me apuntaba, me asuste  y lo único que hice fue tomar rápidamente mis cosas y levantarme, —¿Que haces saltándote clase niña? Voy a tener que acusarte con el maestro de la hora que te toca.— Analizó mis facciones y salí corriendo de ahí, el señor me persiguió, giraba varias veces la cabeza hacia atrás para ver a qué altura estaba de mi pero para mi buena suerte logré perderme entre la gente en cuestión de segundos.

Me escabullí fácilmente por los pasillos y entré a la clase que me tocaba, el profesor ya se había ido y solo tenía que actuar con naturalidad hasta terminar el día. Llegó la maestra de la siguiente clase y empezamos a trabajar en una actividad que habíamos dejado pendiente la clase anterior, mire hacia las ventanas que daban a la puerta y vi al profesor Marchetti hablar el conserje que me había perseguido antes.

Carajo,carajo.

El profesor tocó la puerta y su mirada se posó en mi, haciendo que mi corazón se acelerara de los nervios y mis ganas de que la tierra me tragara fueran inmensas,

—Disculpe la interrupción maestra, ¿me permite hablar con la señorita Dixon? Por favor.— La molestia y frialdad que tenía su voz hizo que mi estómago se revolviera una y otra vez.

Me levante despacio aunque ya sabía lo que me esperaba, salí y el profesor se encargó de cerrar la puerta detrás de mi.

—Es ella la que estaba por los pasillos.— Afirmó el conserje.

Tú eres mi secreto (+21) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora