cupid

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I gave a second chance to cupid
But now i'm left here feeling stupid.

Cupid -Fifty Fifty

Dos horas habían pasado desde que lo invité a mi casa y aún no había llegado. Sabía que la relación con Enrique era muy reciente, pero no esperaba que me dejara plantado de esa forma. Las velas que coloqué en el centro de la mesa, justo entre nuestros platos, ya estaban casi completamente consumidas, con cera derretida derramándose por los costados.

Decidí encender el televisor mientras cenaba solo. Siempre que intentaba una relación terminaba en fracaso. Por supuesto que superé mi enamoramiento por Mourinho, sería ridículo pensar que luego de diez años seguiría triste por su partida del club. Pero momentos como este, cenando frente a una silla vacía dos horas después de lo anticipado, vestido y perfumado, me hace repensar este tipo de cosas.

"No veo un futuro entre nosotros", "No me veo capaz de soportar la presión mediática", "Solo quería pasar la noche contigo", "Eres demasiado romántico", "Me voy a Portugal". Todas frases dichas por distintos hombres sobre el porqué no querían continuar una relación amorosa conmigo. La última no tiene exactamente el mismo contexto, pero en mi mente se veía igual.

-"Disculpa, me surgió algo y no he podido ir", decía Enrique por mensaje de texto esa misma noche, "Otro día nos vemos".

Me hubiera gustado creerle, pero luego de tres veces oír la misma excusa ya se me hacía imposible. Bloqueé su número y pasé mis manos por la cara abatido.

Dispuesto a cambiarme a ropa más cómoda y mirar películas románticas toda la noche, mi móvil sonó indicando que alguien me llamaba. Lo levanté decidido a apagarlo, pero el nombre en la pantalla me llamó la atención. Confundido, miraba el pequeño aparato vibrar en mis manos con ese nombre y esa cara presentándose frente a mí. Atendí.

-¡Guardiola! -escuché ese acento portugués que hacía tiempo no sentía, el cual claramente estaba ebrio- GuardiHOLA, ¡Já! ¡Hola, GuardiHOLA!

-¿José? -pregunté confundido- ¿Has estado bebiendo?

-Ay, ay, ay, me conoces tan bien...

Y rió con esa risa que únicamente escuchaba de él luego de varias copas. No era que Mourinho tenía un problema con la bebida, sabía regularse, pero en muchas ocasiones prefería no hacerlo. Y esta era una de esas. Aparentemente en esta ocasión la falta de control lo llevó a llamarme luego de varios meses.

-¿Qué ocurre? -pregunté finalmente.

-Los del bar no me dejan regresar solo a mi casa -hubo una pausa en la que escuché el sonido de una copa siendo apoyada sobre una mesa-. ¿Me podrías... dar una mano?

-¿Y cómo quieres que haga eso? -pregunté intrigado y cansado- Tú estás en Madrid y yo en Barcelona, no me queda exactamente cerca.

-Te equivocas, meu bom amigo -respondió con una clara sonrisa de borracho-, estoy en tu amada ciudad, ¡Olé! -abrí la boca para responderle pero me interrumpió antes de poder emitir sonido-. Ya sé lo que dirás, pero mi esposa, Carolina, la recuerdas, ¿verdad? Ella tiene una casa aquí.

-¿No puede recogerte ella?

-Tiene el móvil apagado -su tono comenzaba a abandonar la alegría del principio-, tiene esta cosa de dejar la tecnología a la noche.

-Mira, José -suspiré-, estoy ocupado. No puedo recogerte del bar.

-¡Ven a por mí, meador de colonia! -gritó repentinamente, asustándome en el proceso.

-¡A mí no me grites, eh! -reclamé sin ningún tipo de gracia- El show para la tele te lo dejas allí. Aquí que no hay cámaras no me hablas así.

-Lo lamento, Pepi. Necesito tu ayuda.

rosas con espinas [guardiola x mourinho]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora