a pearl

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sorry i can't take your touch,
it's just that i fell in love with a war,
nobody told me it ended.

A Pearl -Mitski

La noche se hizo interminable. Por horas y horas no pude pegar un ojo o siquiera relajarme lo suficiente para quedarme quieto. No quería hacer nada, odiaba estar en esa casa, odiaba estar en mi piel. Quería volver a Barcelona, a mi hogar, lejos de todos y lejos de José. A fin de cuentas sería lo mejor para todos, ¿no? Alejarse de mí.

Eventualmente caí en un profundo sueño de tristeza repleto de pesadillas. Cuando escuché golpes en la puerta ya entraba la luz del sol por la ventana, la cual me cegaba.

-¡Arriba, Pep! -gritó Carolina desde el otro lado de la puerta con su usual alegría- ¡Vamos a desayunar! 

Me eché un vistazo para comprobar que aún seguía con mi ropa de ayer. La cama estaba completamente desarreglada, y un hilo de saliva se deslizaba de mi boca. Me senté en la cama y sentí mi cabeza dando vueltas. No me gustaba abrir los ojos, probablemente hinchados.

-¿Estás despierto? -continuó hablando desde afuera.

-Sí, iré en un rato -traté de sonar alegre, pero sólo se escuchó mi voz rasposa.

-¿Estás bien? -dijo en un tono más bajo.

Quería decirle "lo siento". Lo único que ella necesitaba oír, o mejor dicho, lo único que yo necesitaba decir. Le respondí que no había ningún problema y se fue. Ella era una buena persona, no merecía las injusticias que yo le generaba.

Me vestí, arreglé, y fingí mis mejores dotes actorales para bajar al desayuno. Allí estaban Nora y Caro, comiendo casualmente.

-¡Pep! Ya era hora -me dijo Nora con una sonrisa.

-Ven, siéntate, te preparé un café -comentó Caro-. José se ha ido, ha dicho que quería dar una vuelta.

-Ah, vale -respondí sintiéndome increíblemente culpable-. Muchas gracias.

Después de una tortuosa charla informal, Nora decidió ir a su habitación para prepararse para el día. Rompí el silencio entre Caro y yo, quizás en un intento de simular que todo seguía como antes.

-Gran noticia la de la otra noche, ¿eh? -comenté con una sonrisa de costado.

-¿Qué? Ah, sí, lo que dijo José -apartó la mirada sonriendo, pero se sentía forzada-. Sí, gran noticia.

-¿Pasa algo?

-No, no, para nada -me miró por un segundo-. Solo que no esperaba que lo dijera en ese momento, pero es verdad.

Podía notar que era un tema que le incomodaba, así que lo dejé. Sin embargo, vi cómo llevaba una mano como inconscientemente a su estómago y cerraba el puño. Su mente estaba en otro lugar.

Caro quería esperar a que regresase su marido para ir de paseo los cuatro, como estaba planeado. Sin embargo, pasaban las horas y José continuaba fuera de la casa. Probamos llamarlo, pero no había caso. Yo me sentía peor a cada minuto que pasaba, odiándome por decirle la verdad y deseando que nada le haya pasado, o que no haya hecho nada estúpido.

Decidimos, ya pasado el mediodía, salir nosotros tres. Carolina estaba furiosa con Mou, porque aparentemente no era la primera vez que hacía ese tipo de cosas. Por el bien de mi salud mental salí con ellas, y realmente tuve un buen tiempo, evitando pensar en la noche anterior.

Al regresar a la casa, ya entrada la noche, José nos estaba esperando de mal humor. Se cruzó de brazos cuando nos vio llegar.

-Gracias por esperarme -dijo sarcásticamente.

rosas con espinas [guardiola x mourinho]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora