Cuando la estaba queriendo
Cuando la estaba sintiendo
Todita mía la vi partir
Me juró que regresaba
Pero todo era mentira
Porque ya su alma no era de mí
El crucifijo de piedra -Miguel Aceves Mejía
Cuando me desperté, lo primero que hice fue sonreír. Antes incluso de abrir los ojos recordé la noche anterior y a José, y me sentía estallar de felicidad. Añoraba la sensación de amanecer realmente feliz con la vida. Estiré el brazo con ansias de abrazarlo, pero me encontré con la cama vacía. Cuando abrí los ojos me sentí cegado por la luz matutina, y mi cabeza comenzó a dar vueltas por culpa de la pesada resaca. Me senté lentamente para buscar a Mou, y lo encontré vistiéndose en la esquina de la habitación.
-¿José? -pregunté con voz rasposa aun medio dormido.
A pesar de que estaba de espaldas a mí lo oí suspirar irritado antes de hablar.
-Ah, has despertado -dijo sin mirarme.
-¿A dónde vas? -pregunté extrañado por su reacción.
-A dar una vuelta -dijo con simpleza mientras se ataba los zapatos-. A ver si se me olvida todo esto.
-¿Olvida...? -atónito, no separaba la vista de él.
-Sí, Josep, olvidar -finalmente me miró-. No podemos repetir lo que hemos hecho.
-Pero... todo lo que me has dicho... lo que ha pasado... -me abracé a mí mismo.
-Estoy casado -dijo con seriedad interrumpiéndome-. Felizmente casado. No voy a permitir que mi matrimonio se vea arruinado por una noche contigo. Nada ha pasado entre nosotros.
-¿Pero no recuerdas todo lo que te he contado? De mis sentimientos, mi enamoramiento... -dije dolido para pasar a un tono más enojado- Para mí lo de anoche ha sido más que algo casual, José, no solo un revolcón...
-¿Y tú pensabas que para mí también? -rió sarcásticamente.
La risa resonó en la habitación, helándome los huesos. Ya no tenía la melodía que tenía la noche anterior, el carisma del amor. Ahora era fría, amarga. Ahora José era un villano.
-¿Entonces por qué pasaste la noche conmigo? -pregunté herido.
-Quería probar -respondió con simpleza, como si no fuera algo importante-. Siempre tuve la curiosidad de cómo era el sexo con un hombre, y como tú mismo te tirabas a mis pies buscándome... Era solo cuestión de decir que sí.
Se acercó a la puerta y la abrió, pero antes de salir, desde el marco de la puerta, me miró seriamente.
-No le dirás a nadie lo que ha pasado, ¿queda claro? -me amenazó-. No se volverá a repetir. Y regresa a tu habitación, no podemos dejar que Carolina te vea en nuestra cama... así -comentó mirándome con asco.
Y se fue. El portazo resonó, dando lugar a sus apurados pasos que bajaban las escaleras y a otro consecuente portazo para salir de la casa. Me dejó en su cama desnudo, solo, humillado, usado. No podía moverme, no podía respirar. La cabeza me daba vueltas y sentía un zumbido atravesar todos mis pensamientos.
Me dejé caer en la cama mirando hacia el techo. Mi respiración se volvió cada vez más agitada, llevando a lágrimas en los ojos. Era un llanto desestructurado, guiado por la respiración, mientras miraba el techo rehusándome a cerrar los ojos, porque cada vez que lo hacía veía los suyos. Llevé una almohada a mi cara y grité. Estaba repugnado. Con José, conmigo, con la vida.
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rosas con espinas [guardiola x mourinho]
Hayran KurguEn los años noventa, aun en el FC Barcelona, Guardiola tiene planes para confesar su amor por el curioso portugués que actúa de entrenador suplente, un tal Mourinho. Sin embargo, el destino tenía otros planes para ese día. Más de una década después...