𝐓𝐀𝐑𝐈𝐊 | 𝟢𝟣𝟦

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—Ven aquí, cariño mío

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—Ven aquí, cariño mío.— Neftis solía ser la mujer con el tono de voz más hermoso y más calmado de entre todas las diosas de Egipto; ella además tenía un rostro tan angelical que hacía sentir a más de una persona que lograse tenerla en frente suyo en un enorme estado de paz.
Tarik amaba tanto a su madre y ella lo amaba con una enorme locura a él. Entre sus brazos se podía sentir tan protegido y tan cálido al mismo tiempo, un sentimiento que era tan difícil de hallar en los brazos de su padre cuando esté lo carga. A veces sentía que solo podía llegar a sentir verdadero amor en ella, en Neftis —Me enteré de lo que sucedió.

—No fue mi intención que pasara.— sollozó en brazos de su madre diosa; la diosa de la armonía y del hogar acarició el cabello negro de su hijo, al mismo tiempo que también le brindó de cálidos besos en su mejilla húmeda por culpa de las lágrimas provocadas por la culpa de lo que a Anubis le había sucedido hace horas atrás —Intenté que papi no le haga ningún daño...¡Pero fue muy aterrador!— lloró con más fuerzas tomando a su madre desprevenida. Quizás él estuviera llorando a mares de lágrimas, pero ella permanencia teniendo una sonrisa en su rostro por culpa de tanta ternura de su pequeño guerrero.

—Fuiste tan valiente, mi príncipe.— abrazó una vez más a su hijo antes de colocarse en pie y cargarlo entre sus brazos para emprender el camino de regreso al dormitorio de la diosa —Estoy segura que a tu padre tampoco le gustó castigar de esa manera a Anubis— todo lo que estaba diciendo eran simples mentiras y esas mentiras se debían a que ni ella podía saber exactamente qué es lo que su esposo sentía al respecto de tanto daño físico y psicológico influenciado a sus dos hijos —pero...él solo estaba educandolos.

—¿Educandonos?

—Así es.— contestó —Es muy malo mentir.— aseguró mientras ingresaba a la alcoba con él aún en sus brazos, las damas que estaban bajo su servicio fueron las que le brindaron la posibilidad de abrir las puertas del dormitorio suyo —A tu padre no le gustan las mentiras y ustedes iban hasta a ocultar su pequeño delito.

—Pero no quería que papá o tu se enfadaran.— Neftis dejó a su hijo encima de la cama del lugar para tomar asiento al lado suyo y seguir oyendolo —La jarra que rompimos...se trataba de un regalo tuyo.

—¿Hablas de la jarra de cerámica con dibujos de flores?— aquel obsequio que había recibido de su hermana y que tanto había atesorado ahora estaba enterrado en el jardín del templo. No va ser del todo injusta, sí fue algo que la hizo enfadar un poco, pero ahora era de lo de menos. Debía de mostrar que algo así no le importaba en lo absoluto a ella para no asustar a su niño de brillantes ojos dorados —Ya veo. Ese jarrón era demasiado viejo. Tenía pensando cambiarlo tarde o temprano.

—¿Hablas en serio?

—Así es.— parecía ser que él había dejado de sentirse nervioso al lado suyo ahora que sabía que el error que habían cometido tanto Anubis como él no era del todo importante para ella; pero aún parecía estar sintiendo culpa, quizás por el daño que su hermano mayor había recibido por parte de Seth —Mi querido niño.— sus cálidas manos habían acariciado su mejilla húmeda por culpa de las lágrimas antes derramadas —Deja de sentirte culpable. Fue solo un accidente que ocurrió, no hicieron eso maliciosamente. ¿No es así?

𝐓𝐀𝐑𝐈𝐊 ────ennead.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora