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Seth bebió hasta la última gota de vino que había en el jarrón y lo tiró contra el suelo haciéndolo pedazos. Su imagen era tan deplorable y daba demasiada lástima. El Dios parecía haber perdido toda clase de motivación a seguir con su sola existencia.
Horus lo observaba, pero a la distancia. Mantenía una lejanía de él bastante prudente. Aunque él estuviera de tal manera, seguía siendo un potencial peligro para su seguridad.
──Da tanta lástima. ──oyó decir a la diosa del amor. Hathor apareció de repente y se colocó al lado suyo observando a aquel otro dios con lástima──. La corte de la eneada le dio un tiempo de luto, él podrá llorarle a su hijo a gusto por nueve lunas.
──¿Te da lástima? ──preguntó Horus. La diosa le miró con un poco de nervios.
──A cualquiera la daría lástima. ──contestó──. Perder un hijo es una tragedia que no tiene precedentes. Él lo crió. Lo amaba demasiado.
──Hablas como si lo conocieras. ──Hathor mostró de pronto un sonrojo en su rostro que confundió a Horus.
──Crecí junto a Tarik. ──confesó──. Solíamos jugar juntos en las orillas del Nilo cuando éramos niños.
──Ya veo. ──él la envidiaba. Pudo conocer a su primo mucho más antes que él y hasta jugar juntos, algo que él hubiera deseado hacer.
──Recuerdo lo mucho que Seth cuidaba de él. ──comentó de repente──. A veces hasta se olvidaba de la existencia de Anubis. Para sus ojos no existía nadie más que Tarik. Por ese motivo sé que él está pasando por un dolor increíblemente grande.
──Si hubiera la posibilidad de traer de regreso a Tarik... ──ella le miró demasiado confundida ante esas palabras── ...¿serías capaz de hacerlo?
Hathor quedó en silencio y pensó con mucha calma. ¿Sería capaz?, era difícil hallar una respuesta a esa pregunta de manera rápida. Sí, lo extrañaba demasiado. Pero el Tarik que ella conoció...había dejado de existir hace demasiado tiempo. Ahora era una persona distinta y completamente nueva. Alguien con un corazón tan frío y hecho de piedra —como el de su padre—. Si hubiera alguna posibilidad de traer al viejo Tarik, a ese que le encantaba chapotear en la orilla del Nilo y que le agradaba hacer crecer increíbles flores en todo el desierto, sin duda alguna lo traería. ¿Pero habría alguna posibilidad de hacerlo siquiera?
──No. ──respondió. Horus creyó que escucharía alguna respuesta afirmativa de parte suya, pero estaba claro que no ocurriría──. Las cosas están bien como están. Tarik está muerto y eso trajo paz a Egipto, y a la vidas de todos. ──tal vez sí, pero también trajo la pena y el lamento a otros──. Horus, no intentes ir contra el destino. Si Tarik debía de morir para traer prosperidad y gloria a todo nuestro reino...las cosas deben permanecer tal y como están.
──Entiendo. ──aquella mujer le mostró una última sonrisa antes de marcharse. Él no pudo verla, pero Hathor cambió la expresión de su rostro apenas y volteó. Era difícil y no creyó que lo sería tanto. Horus tocó un recuerdo demasiado dañado de su memoria. Quizás y después de todo, ella no dejó de amar a aquel muchacho de iris doradas.
