xiv.- Les presento a mi perro, Cerbero.

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Estábamos en las sombras del bulevar Valencia, mirando el rótulo de letras doradas sobre mármol negro: «ESTUDIOS DE GRABACIÓN EL OTRO BARRIO». Debajo, en las puertas de cristal, se leía: «ABOGADOS NO, VAGABUNDOS NO, VIVOS NO».

Era casi medianoche, pero el recibidor estaba bien iluminado y lleno de gente. Tras el mostrador de seguridad estaba Caronte; caí en cuenta de algo muy importante, si Caronte me veía me acusaría con mi padre, pero, por otro lado, podría sobornarlo.

Percy se volvió hacia nosotros.

-Muy bien. ¿Recordáis el plan?

-¿El plan? -Grover tragó saliva-. Sí. Me encanta el plan.

-¿Qué pasa si el plan no funciona? -preguntó Annabeth.

-No pienses en negativo.

-Vale -dijo-. Vamos a meternos en la tierra de los muertos y no tengo que pensar en negativo.

Sacó las perlas de su bolsillo, las cuatros que la nereida le había dado en Santa Mónica. Si algo iba mal, no parecían de mucha ayuda. Noté su mirada preocupada, le puso una mano en el hombro.

-Tranquilo, Percy, si tenemos suerte todo saldrá bien.

-Suerte es lo que menos tenemos-dijo Annabeth, le di un codazo.

-Esta bien, lo siento.

-Andy, tiene razón-dijo él, asintiendo con la cabeza-. Hemos llegado hasta aquí. Encontraremos el rayo maestro y salvaremos a tu madre. Ningún problema.

Nos miró y le di una sonrisa. Sólo unos minutos antes, por poco había muerto en una lujosa cama de agua, y ahora intentaba animarlo, realmente no podía entender por que me había encariñado con él tan rápido, normalmente era más cerrada con la gente, pero estar con él se sentía bien, y eso era suficiente para mí.

-Vamos a repartir un poco de leña subterránea.

Entramos en la recepción de EOB.

Una música suave de ascensor salía de altavoces ocultos. La moqueta y las paredes gris acero. En las esquinas había cactos como manos esqueléticas. El mobiliario de cuero negro, y todos los asientos ocupados. Había gente sentada en los sofás, de pie, mirando por las ventanas o esperando el ascensor. Nadie se movía, ni hablaba ni hacía nada, como lo recordaba. Los veía a todos bien.

El mostrador del guarda de seguridad era bastante alto, así que teníamos que mirarlo desde abajo, recordé como Caronte se reía de lo enana que me veía.

Era un negro alto y elegante, de pelo teñido de rubio y cortado estilo militar. Llevaba gafas de sol de carey y un traje de seda italiana a juego con su pelo. También lucía una rosa negra en la solapa bajo una tarjeta Intenté leer su nombre.

-¿Se llama Quirón? -dijo Percy, confundido.

Ok, yo también soy dislexica y lo entiendo, pero Caronte odia, pero enserio ODIA que lo confundan.

Él se inclinó hacia delante desde el otro lado del mostrador. En sus gafas sólo vi mi reflejo, pero su sonrisa era dulce y fría, como la de una pitón justo antes de comerte.

-Mira qué preciosidad de muchacho tenemos aquí. -dijo con su acento extraño-. Dime, ¿te parezco un centauro?

-N-no.

-Señor -añadió con suavidad.

-Señor -repitió.

Agarró su tarjeta de identificación con dos dedos y pasó otro bajo las letras.

-¿Sabes leer esto, chaval? Pone C-A-R-O-N-T-E. Repite conmigo: CA- RON-TE.

-Caronte.

-¡Impresionante! Ahora di: señor Caronte.

𝕾𝖊𝖒𝖕𝖎𝖙𝖊𝖗𝖓𝖔|Percy Jackson FanficDonde viven las historias. Descúbrelo ahora