No tarde mucho arreglando mis cosas, me peine en una coleta alta, me puse mis vans, y comencé a organizar mi mochila metí cosas como: un botiquín, mudas de ropa, agua, comida, ect.
En la tienda del campamento me prestaron cien dólares y veinte dracmas de oro. Estas monedas, del tamaño de galletas de aperitivo, representaban las imágenes de varios dioses griegos en una cara y el edificio del Empire State en la otra. Los antiguos dracmas que usaban los mortales eran de plata, pero los Olímpicos sólo utilizaban oro puro. Quirón también dijo que las monedas podrían resultar de utilidad para transacciones no mortales, fueran lo que fuesen. Nos dio a Annabeth, Percy y a mí una cantimplora de néctar a cada uno y una bolsa con cierre hermético llena de trocitos de ambrosía, para ser usada sólo en caso de emergencia, si estábamos gravemente heridos. Era comida de dioses, nos recordó Quirón. Nos sanaría prácticamente de cualquier herida, pero era letal para los mortales. Un consumo excesivo nos produciría fiebre. Una sobredosis nos consumiría, literalmente.
Annabeth trajo su gorra mágica de los Yankees, había sido regalo de su madre cuando cumplió doce años. Llevaba un libro de arquitectura clásica escrito en griego antiguo, para leer cuando se aburriera, y un largo cuchillo de bronce, oculto en la manga de la camisa.
Por su parte, Grover llevaba sus pies falsos y pantalones holgados para pasar por humano. Iba tocado con una gorra verde tipo rasta, porque cuando llovía el pelo rizado se le aplastaba y dejaba ver la punta de los cuernecillos. Su mochila naranja estaba llena de pedazos de metal y manzanas para picotear. En el bolsillo llevaba una flauta de junco que su padre cabra le había hecho, aunque sólo se sabía dos canciones: el Concierto para piano N.° 12 de Mozart y So Yesterday de Hilary Duff, y ninguna de las dos suena demasiado bien con la flauta de Pan.
Yo, por mi parte llevaba mi espada escondida en mi anillo con mi piedra de nacimiento, la cual era una granate, lo cual era irónico considerando que soy hija de Hades; llevaba varias dagas escondidas, la pulsera con el dije de caduceo, esto era lo más importante para mí (Al menos sentimentalmente), llevaba el relicario de mi madre, la única cosa que quedaba de ella, una cadena plateada con un corazón que gracias a mi temperatura corporal cambia de colores, representando mis emociones (O una vaina así), en la mochila también llevaba un libro de Harry Potter para leer cuando me aburriera y una pequeña libreta para hacer garabatos en caso de que mi TDAH e hiperactividad estuvieran incontrolables.
Me despedí de Amanda, Leila, Silena y Luke (Porque no encontre a Ethan por ningún lado, pero le deje una nota), echamos un último vistazo a los campos de fresas, el océano y la Casa Grande, y subimos por la colina Mestiza hasta el alto pino que antaño fuera Thalia, la hija de Zeus.
Quirón nos esperaba sentado en su silla de ruedas. Junto a él estaba Argos, el jefe de seguridad del campamento. Tenía ojos por todo el cuerpo, así que era imposible sorprenderlo. No obstante, como hoy llevaba un uniforme de chófer, sólo le vi unos pocos en manos, rostro y cuello.
-Éste es Argos -me dijo Quirón-. Os llevará a la ciudad y... bueno, os echará un ojo.
Oí pasos detrás de nosotros.
Luke subía corriendo por la colina con unas zapatillas de baloncesto en la mano.
-¡Eh! -jadeó-. Me alegro de pillaros aún.-Annabeth se sonrojó, como siempre que Luke estaba cerca-. Sólo quería desearos buena suerte -le dijo a Percy -. Y pensé que... a lo mejor te sirven.
Le tendió las zapatillas, que parecían bastante normales. Incluso olían bastante normal.
-Maya! -dijo Luke. De los talones de los botines surgieron alas de pájaro blancas. Percy dio un respingo y las dejó caer. Las zapatillas revolotearon por el suelo hasta que las alas se plegaron y desaparecieron.
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𝕾𝖊𝖒𝖕𝖎𝖙𝖊𝖗𝖓𝖔|Percy Jackson Fanfic
Acak𝕾𝖊𝖒𝖕𝖎𝖙𝖊𝖗𝖓𝖔=Que se prolonga muchísimo, que 𝗽𝗮𝗿𝗲𝗰𝗲 no tener principio ni fin. 《Donde Percy Jackson conoce a la sarcástica hija de Hades o Donde Sofía A...