Hoseok.
Cuando dejé a Taehyung en el aeropuerto una parte de mi se fue con el, sabía que no había marcha atrás y que posiblemente había estropeado lo más bonito que me había pasado, pero no podíamos estar juntos en estos momentos, porque no podía cumplir todas las promesas que le había hecho, el dolor emocional que tenía era más grande que mis ganas de estar con él.
Me obligué a sonreír y decir que estaba bien, cuando por dentro el abandono de mi mamá y el perder mi oportunidad de cumplir mi sueño me estaban matando, aun no podía asimilar que todo eso me haya pasado en un lapso tan pequeño de tiempo. No podía aceptar que había perdido cosas que estaba seguro formarían parte de mi vida para siempre.
En el fondo sabía que iba a tenerle envidia a Taehyung, así como cuando vi a mi padre reír más con el que conmigo, y no es que no quisiera verlo triunfar, porque claro que quería verlo cumplir todos sus sueños y metas, pero me dolía saber que yo no podría hacerlo porque ya no tenía motivación, y mucho menos un sueño.
Tenia que arreglar el desastre que era ahora, un desastre que no quería que Taehyung viera, me avergonzaba que el supiera lo idiota que era.
El pensamiento de no merecerlo se había vuelto constante en mi mente, y estar en New York nos hubiera hecho sentir miserable a los dos, lo sabía muy bien, así que preferí ser miserable únicamente yo al quedarme en Seúl.
Antes no entendía porque decían que siempre sufre más el que se queda que el que se va, pero ahora a una semana de su partida lo entiendo muy bien; el que se queda tiene que seguir viendo los lugares en los que estuvo con la otra persona, y cada rincón te recuerda lo que tuviste y dejaste ir, lo entendí estando en mi propio cuarto donde tanto nos amamos y en parques donde reí con el.
Seúl me recordaba a él, no importaba lo que hiciera cada lugar tenia su nombre.
Incluso el mandar a Jungkook a New York para darle un poco de felicidad, también fue mi manera de alejarlo de mi, porque todo lo había estado soportando en cualquier momento explotaría, y no quería que mi mierda lo ensuciara, con que se fuera unos días bastaba.
•••
Hoseok lloraba desconsoladamente hecho bolita en su cama.
Hyunki lo abrazaba fuerte tratando de tranquilizarlo, no entendía lo que pasaba, pero le dolía ver a su hijo así.
— Tranquilo, aquí estoy contigo. — susurró.
— ¡¡Suéltame, te odio!! — gritó tratando de soltarse.
Hyunki acarició su espalda.
— Te odio por hacerme sentir tan miserable todo este tiempo, porque gracias a ti y a mi mamá soy incapaz de amar. ¿Cómo se supone que sepa lo que es el amor? Si las personas que debían amarme no lo hacían, me hicieron sentir que no merecía nada bueno, que no merecía ser amado. — golpeó el pecho de su padre. — No importaba lo que hiciera para impresionarlos porque nada nunca era suficiente para ustedes. — dijo entre sollozos.
Hyunki lo miró sorprendido, pero entendió que era algo que tarde o temprano iba a pasar, así que dejo que sucediera.
— Saca todo eso que te has estado guardando.
— Nunca me quisieron, nunca les importó nada acerca de mi. No estuvieron cuando más los necesitaba, siempre me dieron la espalda porque no era lo que ustedes querían. — lo miró. — Ella me abandonó sin mirar atrás, no le importó lo mucho que me estaba lastimando, y tu siempre me viste como un bicho raro, para ti todo lo malo que pasaba era mi culpa. — limpió sus lágrimas con dureza. — Si la gente me molestaba siempre decías que era por mi culpa, que yo me lo había buscado, nunca fuiste capaz de defenderme.