Nuevamente un año escolar terminó y otro empezó.
Hoseok iniciaba su último año en la universidad, le había costado bastante no salirse de la carrera. Estaba bastante harto de todo, pero lo soportó con una gran sonrisa en su rostro por su papá, que últimamente su enfermedad lo estaba decayendo demasiado, pero recibía el apoyo de sus amigos, principalmente de Namjoon y Jiseob.
Jimin había dejado la universidad pocos días después de haberlo decidido, a la semana logró mudarse por completo de la casa que compartía con Namjoon y se mudó a un departamento cerca de un estudio de baile que le habían recomendado uno de los reclutadores, pues no habían permitido que se volviera a inscribir de nuevo después de lo sucedido años atrás donde no hizo su audición por ayudar a Hoseok.
Jungkook comenzó a estudiar repostería, pues al estar en la cafetería encontró su pasión al preparar algunas galletas y pasteles, Yoongi lo ayudó a decidirse y a encontrar un lugar para poder estudiar lo que quería, pasaban mucho tiempo platicando e incluso comenzaron a compartir un sueño juntos.
Taehyung se volvió el mejor escultor y pintor de su academia, sus profesores y compañeros admiraban sus trabajos, el mensaje que transmitía y la pasión que le ponía a todas sus creaciones, también se volvió más cercano a Sam pasando mucho tiempo juntos.
Namjoon comenzó a trabajar en la empresa de los Park y en la de su familia, ya que Seokjin estaba vetado y se le negaba formar parte de las empresas mientras que por otro lado estaba Taehyung a quien no le interesaba hacerse cargo de los negocios familiares, estaba agotado por todo. Su relación con Jimin era bastante complicada y todos lo presionaban para que obligara al menor a volver a la casa que compartían, y aunque el también lo quisiera devuelta, sabía que no podía obligarlo a regresar a un lugar donde no se sentía cómodo.
Yoongi se dedicó a su cafetería y a hacerla mucho mejor para todos, agradecía tener a sus amigos apoyándolo, pero principalmente amaba poder compartir con Jungkook, porque entre más tiempo pasaba más caía ante los encantos de ese chico.
Seokjin comenzó a tener trabajos temporales en algunas empresas pequeñas, ningún trabajo le duraba más de dos meses, y aunque eso lo desanimaba mucho, su felicidad volvía siempre que regresaba a casa y veía a su pequeño Soobin sonreír. Ahora toda su vida giraba entorno a su hijo, y no se arrepentía porque ese hermoso ser le había de vuelto la felicidad que le habían quitado cuando Jungkook lo dejó, anhelaba volver a verlo para poder formar una familia juntos.
Todos habían seguido sus vidas, y hacían lo que podían para seguir adelante y cada uno a su manera poder ser seres humanos funcionales.
Las cosas que les habían dolido durante tanto tiempo dejaron de doler con el paso del tiempo, ahora eran cicatrices nada más, ya habían nuevas heridas que sanar.
