Introducción

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                 Me pregunto cada día cómo será ese día donde todo lo que soñamos se vuelva realidad. Quizás es un defecto estar pensando en cómo será ese día y no salir a buscarlo. No sé cuándo llegará ese día, tampoco sé si estoy en el camino correcto, pero luego de tanto he decidido que ya no quiero seguir los mismos rumbos, quiero buscar un camino hacia el cielo... Así comenzó esto, un día de la nada llega eso que estabas esperando, pero no sabías ¿Cómo saberlo? Pasamos toda la vida tratando de adaptarnos a rutinas, despertando a la misma hora, haciendo las mismas cosas, todo por un mismo objetivo, pero ¿Vale la pena dejarse la vida? Es algo que aún no sé, pero espero algún día saberlo, mientras tanto, encuentro en ese día a día, historias como esta...

               Toda historia tiene un comienzo, solo que no sabemos que es el comienzo hasta que el final se asoma. Solo se trata de un joven más, dispuesto a comerse al mundo, con las manos temblando por el frio y la sonrisa olvidada en esos días cuando fue un niño. Es muy lindo pensar que naciste para brillar, solo que al salir al mundo te das cuenta que tu brillo es muy débil para alumbrar todo un mundo. Solo hay dos opciones; sigues luchando para que tu brillo crezca, o te quedas a un lado, siendo esa estrella que todos miran, pero nadie se pregunta por qué. Dos opciones ante alguien que no se vence fácilmente, ya sabemos la respuesta. Así se lanza al mundo de las oportunidades que habita en su conciencia, pues las oportunidades no están ahí, solo llegan en medio de todo el esfuerzo en el camino de nacer y morir. Un camino bastante largo que recorrer, nuevos miedos, nuevos momentos que te hacen dudar de quién eres. Sería lindo decir que todo fue color de rosa, que tuvo problemas y los venció mientras una canción motivadora sonaba al final del pasillo, pero no, esa no es la vida real. La vida real es esa que te despierta temprano para que no llegues tarde a lo que se supone debes hacer para llegar a lo que quieres ser. Tampoco seré tan pesimista diciendo que todo es complicado, pues si algo hay de real en toda la vida, es que siempre habrá luces en el camino que guiaran nuestros pasos; una luz que dio fuerza a los pasos, una luz diferente, una luz color café...

                Luego que encuentras eso que te motiva a estar cada día temprano, pasas de ser despertado por la vida, a despertarte por ver la vida. Esa luz te va dando el valor para seguir, para arriesgarte más, te muestra lo que realmente puedes llegar a ser, y lo que realmente eras, pero nadie puede admirar tu brillo, solo quien te hace brillar. Maravillosa sensación de lograr algo que deseas, es como llegar a la punta de esa escarpada montaña y colocar tu bandera, decirle al mundo que llegaste a ese lugar. Solo que... no es sencillo mantenerse en la cima de esa montaña, siempre habrá vientos, tormentas que quieran derribarte, por eso debes aferrarte firme, entrecerrar los ojos y recordar porqué estás ahí. Abres los ojos, sigues en la cima, miras a tu lado izquierdo, el mundo para ti. Miras a tu lado derecho, la luz que guío tu sendero, simplemente ya no está... Puedes librar mis batallas con esa luz iluminando las tinieblas, pero pocos logran mantenerse arriba cuando la luz ya no está.

              Llegas a ese punto donde eres lo más grande que existe, sin saber quién eres. Es ahí donde comienza el verdadero camino, pues el cielo no es de aquellos que van guiados por una luz, sino de aquellos que son capaces de caminar en su destino sin ver sus pasos. En medio de esa oscuridad comienzas a entender la diferencia entre estar perdido y perderse; cada día puedes ir navegando entre las sombras para alcanzar lo que sueñas, incluso puedes llegar, pero no tiene sentido estar en una mansión si no puedes ver nada. Lentamente te vas perdiendo, las personas notan que estar perdido, tratan de salvarte, y qué difícil es salvar a alguien que ni siquiera sabe en qué momento empezó a perderse.

           Llegas a un punto donde las preguntas son más que las respuestas, y sin saberlo, empiezas a retroceder en tu propia vida. Lo bueno de todo esto, es que no todo está perdido y aunque no lo notamos siempre habrá personas salvándonos de lo peor, hasta llegar a ese punto donde la luz de nuestro interior empieza a brillar... No es nada fácil, pero les puedo jurar que vuelve a brillar. Tengo mucho que decir, tantas lágrimas derramadas y tantas por derramar, de esta manera, dejo en sus manos un pedazo de mi vida, de todos esos días que he pasado pidiéndole a Dios que no sea demasiado tarde para salvar a tantos de un abismo, y a su vez, no me pierda a mí...

Anthony D. Bastidas (2023)

Nuestro Camino al CieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora