EL MOMENTO PERFECTO NO ES EL INDICADO

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            El tiempo nunca se detiene, quieras o no, te va llevando a eso que debes vivir. El calendario marcaba un sábado más, pero inigualable. Estaba listo para ese encuentro, todo pautado, luciendo la ropa precisa para la ocasión, la mente llena de preguntas y la hoja lista para dejar todos los miedos posibles...

"Estoy a solo momentos de un nuevo presente, con tantas cosas en mi mente que se me hace difícil empezar... ¿Qué pasará? Qué tal si luego de tanto tiempo veo su sonrisa para darme cuenta que no es la sonrisa de esa chica que tanto amaba. O qué tal si me dejo de mentir, su sonrisa es inigualable, pero no es algo malo, es solo la realidad, puede ser incluso una sonrisa mejor. Quizás ella termine siendo más de lo que esperaba, o solo sea una desilusión más, quizás sus fotos sean falsas y la belleza que hace esplendor en su ser sea solo producto de una aplicación más. Quizás su belleza sea solo física, y en su corazón se albergue un amplio vacío con el cual me sentiré aún más vacío... Creo que lo mejor será estar minutos antes para ver cómo interactúa al llegar, o a lo mejor nunca llegue. ¿Qué pensará Nieves de esto? Algo en mi corazón me dice que la estoy traicionando, pero al más a fondo me dice que ella siempre quiso verme feliz y en un momento como este, seguiría con esa misión incluso estando acá. Me pregunto cómo me sentiría yo si el caso fuese contrario, ella andando por el mundo tratando de sobrevivir a perder todo, conociendo personas nuevas, dando un nuevo inicio. No me miento, sí me dolería, sería una pena vivirlo, pero preferiría verla feliz con otro, a esto de nunca más verla. Solo me queda ir, con la esperanza puesta en que ya toqué fondo y haré lo posible para no volver a caer ahí. Un día nuevo se empieza, un día más donde la página de mi vida se alarga."

Solo estas palabras bastaron para dar calma a mis latidos. Dejé el lápiz sobre la hoja, tomé mis llaves y salí a escribir mi historia.

         Caminé un par de calles hasta que mi corazón se calmó un poco, me atreví a pedir un taxi. Sin pensarlo mucho, ahí estaba, yendo a ese lugar. En mi teléfono un mensaje:

"Ya voy camino al restaurante"

Mi corazón se aceleraba, los miedos me hacían sentir que iba a estallar. Sabía que eran solo miedos, que eso no me definía, aunque mi pulso temblaba y el taxista me miraba algo preocupado. No estaba tan lejos de ese lugar, mis piernas comenzaron a temblar, mis manos sudaban, me miraba en el reflejo del teléfono. Todo estaba bien. Llegué, en la entrada la recepcionista esperaba, me saludó amablemente. Pensé que me preguntaría algo, pero no, ella sabía ya todo, sentí un poco de duda cuando la escuché nombrarme, todo cambió a miedo cuando dijo que hacía solo unos segundos había llegado mi compañera de ese almuerzo. Cada paso iba haciendo que el miedo creciera, me llegaban miles de preguntas a la mente, pero al mismo tiempo estaba en blanco... solo fue cuestión de segundos para verla... Les juro que sentí como todo se iba, el ambiente se centró en verla. Su cabello lucía espectacular, sus manos estaban sobre la mesa. Miraba algo nerviosa a los lados, pero no hacia donde yo estaba. Cuando lo hizo pude ver sus ojos brillar. Me acerqué, estiré mi mano como primer impulso. Ni siquiera pude hablar, ella se presentó sin siquiera mirarme a los ojos. Parecía que estábamos en la misma situación, ambos sabíamos que estábamos haciendo historia. Aunque quisiera, no podía dejar de mirarla, su belleza era real, me daba respuesta a muchas preguntas en mi mente. Algo que pude notar fue su pasión por hablar, en solo minutos me contó toda la historia de cómo llegó hasta ahí; quizás estaba demasiada nerviosa, me alegra que lo estuviera, yo podía pasar el resto del día admirando el color de su piel mientras hablaba...

            Los minutos se pasaron sin darnos cuenta, la comida lucía muy bien, el sabor no puedo explicarlo porque no me sabía a nada teniéndola a ella frente a mí. Les juro que no me esperé en ningún momento que ella fuera tan linda, me sentía como si volviera a nacer, sentía esa sensación en el estómago de vivir algo nuevo. Esos minutos fueron únicos, nuestra conexión era evidente, como si lleváramos años conociéndonos. No me sentía nervioso, me sentía en paz, ninguna sensación dañaba el momento. Podía notar mucho en sus ojos, ese brillo era fascinante, reflejaba un misterio que anhelaba descubrir. Las horas se sumaron, ella tenía responsabilidades, yo también la tenía, era el momento de despedirnos. La acompañé a tomar un taxi, en ningún momento el silencio se hizo presente, el aire se llenaba de sus palabras, y hacía que el tiempo se acelerara. Un abrazo rápido, una mirada que nunca olvidaré, el abrazo más ligero y puro que he conocido, ese fue el final de ese primer encuentro.

Nuestro Camino al CieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora