Epílogo

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—70 días después de navidad—

La veía desde lejos. Era lo único que podía hacer. Ver y estudiar desde una larga distancia a la niña que había encantado a su hermana. Lo había hecho desde varios días.
No estaba enfadado, bueno, al menos ya no. Había superado esa etapa hace unos pocos días siendo reemplazada por la etapa de los cuestionamientos, la confusión y la curiosidad.

Es decir, se había mentalizado la idea de que Amity era...bueno. Eso. De acuerdo, todavía lo estaba trabajando. Pero, ya estaba, lo tenía claro, lo sabía y ni modo.

Pero, es que, lo que no le entraba en la cabeza era el tipo de chica con la que le dijo que salía. Y menos podía creerlo luego de haberla visualizado por toda una semana casi. Era bastante rara y no en termino homofóbico, literalmente era rara. Su comportamiento era desconcertante para Edric.

Era terca, histérica, dramática y lloróna. ¿Amity podía manejar tal estrés?

Además, no estaba absorbiendo la billetera de su hermana ¿o sí?

—Es una salvaje. — Sí. Jerbo la describía perfectamente.

¡¿Jerbo?!

—...— Se giró hacia el joven castaño parado a un lado sin saber cuando había llegado.

—Luz. —Jerbo también la miró con una serenidad casi retirándose uno de los audífonos. —No pensé que lo decías en enserio lo de ir a visitar el circo de tontos. — Visitarlos. Había hablado de eso, pero como una posibilidad no como algo concreto, pero no veía a Amity desde hace quien sabe cuánto.

No. No vivía con ellos. No podía, eran sucios. Ambos. Todos, sus hermanas, su padre y su madrastra. No era algo de ahora, sino de siempre. Le desagradaba mucho compartir las cosas. Simplemente no podía ni siquiera soportar la presencia del personal encargado de la limpieza. Lo hacía el mismo. Así sabía que reamente quedaba limpio.

Pero, solía pisar la casa familiar solo para ver a ambas menores. Era mejor, no soportaría que pisaran su apartamento y esparcieran lo que sea que trajeran de allá afuera o de donde vinieran. Tampoco les dejaba pisar su habitación cuando aún no tenía edad para abandonar la casa.
En verdad se volvía loco con esa clase de cosas.

Iba pocas veces a la casa de sus hermanas, normalmente las llamaba, pero había estado yendo más seguido las últimas dos semanas queriendo toparse a Amity en algún momento. Pero, solo encontraba a Emira, siempre con la excusa de que la otra chica estaba por ahí paseándose con su novia. En ocasiones, eran ambos los que se ausentaban en la casa y de repente escuchaba por ahí que las vieron con montón de chicos de la escuela pública de junto.

No podía llamarle, no sabía si le contestaría, además de que no creía que fuera la manera correcta para tratar la situación. Tenía que encontrársela y sabía que siempre estaba en la escuela de junto.

La escuela tenía un nombre, pero todos aquí la llamaban El Circo de los Tontos. No era un apodo que se les ocurriera solo porque sí, pero tampoco era como un insulto. Las reglas eran estrictas aquí, y no hacían falta los soñadores que se asomaban por las ventanas para añorar la libertad de los tontos de a un lado inflando una piscina que fueron a comprar a la Ley en plena clase de historia y que estaban instalando en el estacionamiento junto al carro de la directora que los estaba grabando antes de ponerles un reporte falso y seguir con su vida.

O las veces que se oía un griterío y no era nada más un montón de raros persiguiendo el camión. O los pedidos de carnitas a domicilio escolar en pleno horario de clases, no hacía falta el idiota que se daba cuenta cuando les llegaba el pedido a los tontos y decía: Es miércoles de 2x1.

Para Edric eran salvajes, para Jerbo igual y algunos compartían su mismo pensamiento. Pero para otros eran como tener un espejo que reflejaba lo que más deseabas en tu vida. Un ejemplo de ello era Boscha. Orillada hasta el borde.

Belaya Luna | Lumity | •Adaptación•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora