La encrucijada, y todo lo que allí sucede, es difícil de explicar.
No es que falten las palabras, es un asunto de puntos de vista. Cuatro caminos, cuatro posibilidades, las cuales se encuentran en un mismo lugar y tiempo. Y justo, hasta el momento en que convergen, cada uno de estos caminos tiene el potencial de ser el destino final. Pero en el espacio de un instante, todo lo que existe se empeña en un final definitivo.
Es concebir justificar que cada uno de los que se han aventurado a esos caminos, viva una experiencia única, pero solo la perspectiva y determinación de uno se considere válida.
Como si una mano caprichosa tras un teclado prometiera, capítulo, tras capítulo, un final feliz, y luego, con una palabra, borrara todo aquello que construyeron las previas cincuenta mil.
Se debe pensar en la encrucijada como un lugar en donde lo incierto se convierte en inmutable en un segundo.
Es semejante a imaginar una realidad en donde alguien sueña presagios inescrutables, condenado a vivir la realidad del sueño que ocupaba su mente justo en el momento en que abrió los ojos. Un segmento antes, pudo haber sido rey del mundo, un segmento después, tal vez le esperaba la muerte. Es despertar, con la misión de desarrollar un sentido de perfecta fe y completa confianza en que el azar escogió el camino correcto.
Los sueños de Jax no fueron para nada agradables. Por más de que estuviese acostumbrado a lo sorprendente y bizarro, al menos, en ocasiones anteriores, su subconsciente le conectaba con aquello que necesitaba, con una respuesta anhelada.
En el transcurso de lo que pudieron ser horas, o minutos, solo le asaltó una oleada de imágenes, cuadros de violencia que, de manera poco ortodoxa, parecían ser la única alternativa con un paso a la redención.
Despertó sobresaltado, sin recordar exactamente que había conjurado durante la noche. Por un momento, tuvo la esperanza de que el haber aclarado las cosas con Magnolia les ganaría a ambos una salida de la encrucijada, pero despertó solo, sobre la alfombra en donde habían hecho el amor.
Recogió sus ropas del suelo y se vistió para salir a buscarla. En la encrucijada no existía luz directa, pero el frío que se colaba por las delgadas puertas francesas en la casa azul, hablaba de una mañana temprana.
Le pareció escuchar voces provenientes del balcón del segundo piso. Al asomarse a ver que sucedía, encontró que Magnolia no estaba sola.
—¡Ya era hora de que te levantaras, lindo Jax! —Brigitte del Cementerio estaba sentada en el barandal, con una pierna a lo largo de la madera y la otra colgando. Estaba descalza, pero sus tobillos lucían adornados de cadenas de fleur de lis —. Wedo en su estado natural, es mucho más largo y más ancho que tú y no le toma tanto tiempo recuperarse.
Su hermano, quien estaba sentado en el sillón de columpio del balcón junto a Magnolia, la miró con una cara de disgusto.
—¿Eres o no eres una inmensa boa albina, Wedo? ¿De qué otra cosa podía estar hablando? De todas maneras —su atención se concentró en Jax—, mientras hacías de lirón, estuve hablando con tu ex, tu corriente... a la verdad que no hubo mucho tiempo para ponerse al tanto de lo sucedido en las últimas veinticuatro horas, cuando tenemos más de un siglo y medio por cubrir.
Wedo se hizo a un lado para permitir que Jackson se sentara junto a Maggie. Jax intentó tomarla de la mano y cuando ella no se negó, entendió que Brigitte tal vez no fue tan específica como él pensó sería.
—Fue una conversación interesante, por decir, Jax. —Magnolia acarició los dedos de su mano sin levantar la vista—. Ahora entiendo por qué todos se refieren a La Dama como irresistible, y me pregunto qué hubiese sucedido, si mi línea de sangre, en lugar de serle antagónica, la hubiese contado como a una aliada. Jamás lo sabré. El error de las mujeres Devereaux fue siempre confiar en quien no debían; hasta que nosotros rompimos ese círculo. Fuimos perfectos, ¿no, Jax?
Jackson miró a Wedo, pero tratar de adivinar lo que estaba pasando por la cabeza del oráculo de la vida era imposible. Brigitte; sin embargo, se estaba siendo fácil de leer. Si bien su rostro no decía nada, y sus ojos estaban cubiertos por lentes oscuros, las ropas sencillas que llevaba estaban empezando a tejerse en un atuendo de corte masculino, la vestimenta de su oficio, un traje de enterrador que revelaba que pronto se atenderían asuntos serios.
—No me está agradando el giro de esta conversación —dijo de manera cortante.
—Entonces, estás entendiendo a dónde vamos —contestó Magnolia.
—Jax —Escuchar la voz de Wedo causo un escalofrío inesperado en Pelman—. Mi intención fue ressstaurar el error de Brigitte. Siempre consssideré que Gigi te mantenía junto a ella por capricho. Pero en estosss días, he descubierto que mi hermana es capaz de renunciar a cualquier cosa que de ella se requiera, con tal de mantener la integridad de la encrucijada. Y mientras más permanezcan aquí sssin hacer lo que debe hacerse, mayor riesgo corremos de perderlo todo.
—Anoche se abrió una puerta, por la que pronto entrarán un ángel y un demonio. —Jackson comenzó a recordar todo aquello que había visto en sus sueños. Una vez las palabras salieron de su boca, el eco de los pasos de Sage y Gerard se sintió en las escaleras del primer piso.
—E independiente de ellos, Jackie, también ha de entrar el hombre de negro —la voz de Brigitte comenzó a resquebrajarse—. Si permitiéramos tal cosa, Jackson, los guardas del norte, de sur, del este y el oeste no serían suficientes. Kendra y su garou no serían suficiente para detenerlo. Moriría todo aquello que aprendiste a amar después de la muerte. Y ahora, nos encontramos en una situación inevitable, Jax. Tal como todo lo que Wedo pronuncia fluye con las aguas, todo que sale de mi boca, está escrito en piedra.
El ángel y el demonio cruzaron la puerta hacia el balcón. Brigitte aprovechó la oportunidad para tomar un respiro. Saludó a Sage con una sonrisa. Cuando llegó el turno de Gerard, su ceño se frunció de forma casi imperceptible. Esperó el espacio de un par de latidos y agradeció que fuese Sage quien, sabiendo lo que estaba a punto de suceder, continuara.
—Si consideras lo que La Dama ha pronunciado sobre sus revenant, entonces entenderás que no hay más remedio, que cualquier tiempo o favor concedido es solo eso: un favor.
—No puedo dejarte ir, Jax. Porque un revenant siempre está condenado a regresar, hasta que destruya todo lo que amó en la vida.
—¡No! No vas a hacernos esto, Brigitte...
Hasta ese momento, Jackson no podía asegurar haberla odiado, pero se le estaba haciendo fácil. Magnolia se zafó de la mano de Jackson, quien, hasta entonces, la sostenía protector. Depositó un beso suave en su mejilla, y dejó saber lo que ella tenía que decir sobre el asunto.
—La primera regla de todo aquello que desafía el orden natural, es nunca confiar en una bruja, Jackson —se movió hacia el barandal —. Las brujas seguimos nuestro propio consejo. Te libro de culpa. A pesar de que, para todos los efectos, me trajiste ante ella, quiero que quede claro que esta decisión es mía. Por proteger todo lo que aprendiste a amar después de la tumba, todo aquello que amaste antes de que tu cuerpo tocara la fría tierra, debe dejar de existir —Magnolia tornó su rostro hacia Brigitte del Cementerio, quien la esperaba, vestida del blanco y negro de la muerte—. Me entrego, en perfecta fe, y perfecta confianza.
Habiendo dicho esto, se lanzó al vacío.
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Jax
Paranormal✨Historia ganadora de Premio Watty 2023✨ ✨Seleccionada como Premio al Mejor Personaje✨ Han pasado ciento cincuenta y cuatro años desde que Jackson Pelman fue convertido en un revenant por mano del oráculo de la muerte. En su eterno regresar, Jax ha...