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Hola a todos, continuemos con esta aventura...

>Serena –rompió el silencio este–, me alegra mucho volver a verte.

>Lo mismo digo, Ash –levantó la mirada, algo cristalizada–. Yo, te extrañé mucho.

-A pesar de que sus mejillas se colorearon de carmesí, esta vez no agachó la cabeza. Ash sentía que quería darle otro abrazo, pero algo se lo impedía. Se comenzó a incomodar por no saber qué hacer ahora, no obstante, pronto recordó el regalo que tenía para ella–

>Se-- –ella lo tomó de la mano, jalándolo hacia su casa–

>Es mejor que hablemos dentro –Grace cerró la puerta una vez que entraron–

-Ash quedó asombrado con lo que vio una vez entró por completo a la casa y prestó atención a lo que tenía delante de él. Sobre la mesa había un enorme pastel, como de cuatro pisos, varios pokelitos de diferentes colores, algunas botanas variadas y encima del todo una banda que tenía como mensaje «¡Felicidades gran campeón!». Ash miró a Serena, la cual estaba rojísima de la cara, pero le estaba regalando una bellísima sonrisa a la vez que le daba a entender que todo eso era para él y por él. Algo golpeó fuertemente dentro de Ash, quien, como en rarísimas ocasiones, no logró contener del todo sus emociones. Un paso fue suficiente para quedar cerca de su amiga... Abrazándola sin más, con una calidez que derritió el corazón de la performance. Grace, que observaba la escena, se cuestionaba el tipo de relación que tendrían estos dos. Porque a leguas se veía que lo suyo parecía ir más allá de una gran amistad. Después tendría que averiguarlo y poner las cosas en claro con su hija... y con Ash. Para Serena el abrazó duró una eternidad. Cuando Ash la soltó volvió a la realidad y todos se acercaron a la mesa. Ahí fue que Ash liberó a sus pokémon para que también disfrutaran del banquete, aunque hubiera sido bueno que su equipo campeón estuviera ahí en ese momento. Enseguida, el chico recordó el regalo de Serena-

>Serena, yo olvidé traerte algo de Pueblo Paleta –sujetó la pokebola de Vivillon–, pero igual te entrego esto.

>Ash –soltó, conmovida–, el que estés aquí es suficiente regalo para mí. Aunque me hace muy feliz que hayas considerado darme algo aparte –tomó la pokebola y liberó a la criatura, sintiendo mucha alegría al ver al bello Vivillon de alas rosas–. ¡Muchas gracias! Te prometo cuidarte mucho y muy bien, Vivillon.

-Primero abrazó a su nuevo pokémon y después besó una mejilla del chico, provocando que ambos se sonrojaran. Tras eso, todos disfrutaron de la merienda mientras platicaban de diversas cosas, entre ellas las aventuras de Ash por Galar y de su batalla final; todo lo que sintió y experimentó al estar frente al último pokémon de su rival. Serena sentía que su corazón sufriría un paro cardíaco, al escuchar, ahora en vivo, al azabache pronunciar como ella fue importante para él en los últimos momentos de la batalla. Grace sonrió ante la reacción de su hija, bueno, en realidad se estaba divirtiendo mucho con todas las gesticulaciones que su hija hacía cuando Ash decía algo asombroso o si llegaba a mencionarla a ella. Su hija sí que estaba enamorada, pero ¿y Ash, lo estaría? Ojalá fuera el caso, no quisiera tener que soportar días, semanas o meses de una hija rayando en la depresión; no es que no la fuera ayudar a superar su primer ruptura amorosa... pero en fin, mejor no pensar así. Al empezar a caer la noche, él tenía que irse a Pueblo Acuarela. Los tres se encontraban fuera de la casa–

>Dime, Ash, ¿qué harán estos días? –preguntó la señora Grace–

>Bueno, como le comentaba, no sé cuándo me llegue ese correo para lo del Campeón de campeones, pero seguramente sea en pocos días. Así que estos días debo seguir entrenando. Si no te molesta, Serena, puedes acompañarme durante mis entrenamientos –ella solo asintió con la cabeza–. Genial. También quisiera ir con Bonnie y Clemont. Ya que Clemont es líder de gimnasio, estoy seguro que irá. Me gustaría ir a la cede de la reunión en grupo. Y bueno, mis días de descanso, podemos salir a pasear, Serena.

Tengo que ser siempre el mejor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora