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Hola a todos, aquí estoy de vuelta, trayéndoles la siguiente parte de esta gran historia. Pero no perdamos el tiempo y vamos a ello...


-En todas partes del mundo, líderes de gimnasio y demás invitados a participar en tal torneo no contuvieron su emoción al saber por fin en dónde y qué día y hora sería la tan ansiada reunión que les aclararía lo relacionado con el mismo. Esperaban estar más que listos, en caso de que decidieran comenzar más pronto que tarde, pero en fin, tampoco era para comer más ansias de las que tenían... Solo una semana y la más grande de las contiendas daría inicio.

Ash y Serena le comentaron la noticia a sus pokémon, retirándose del sitio para platicarle a Vera que estos mismos (la pareja) irían a por Clemont y posiblemente también por Korrina, dado que Serena lo planteó durante el trayecto de vuelta a su hogar; cosa con la que Ash no tenía problema alguno. No está de más mencionar que durante todo el día Ash no paraba de imaginarse contra que tipo de rivales se enfrentaría. Serena lo veía con emoción a la vez que sentía que algo le iba a dar a su querido entrenador, por lo que trataba de mantenerlo con los pies en la tierra, mencionándole que no sobrepensara las cosas, o solo se iba a fatigar mentalmente, cosa que Mewtwo secundó. Cuando llegó la noche, Serena, ya en su habitación, se preguntaba si Ash iba a confesársele antes de ser interrumpidos, o qué podría ser lo que en realidad él quería decirle. Deseaba con todo su corazón que el pronto retomara ese asunto, pero si lo conocía tanto como creía, aquello sería prácticamente imposible ahora que el torneo estaba a la vuelta de la esquina, posiblemente. Suspiró, tal cual enamorada, apagando la lamparita de noche al lado de su cama, dejándose llevar por el sueño; porque de igual manera ella no dejaría de intentar acceder al corazón del moreno.

A la mañana siguiente, Ash, Serena, Pikachu y Mewtwo se encontraban ya de camino a Ciudad Luminalia. Vera les había otorgado algunas provisiones después del desayuno que tomaron, las cuales les serían más que suficientes, puesto que primero avanzarían a Ciudad Novarte, tardando alrededor de dos días, a lo mucho, en llegar, y seguidamente tomarían un transporte. Clemont, por su parte, ya estaba enterado de que irían a por este; debido a que Ash se comunicó con él el mismo día que recibió aquel mensaje. El camino de la pareja fue sumamente tranquilo. Serena aprovechaba el tiempo para acercarse todavía más a su Vivillon (a Ash también, claramente), y los pocos momentos en que se detenían, para descansar un poco las piernas, aprovechaba para desarrollar los movimientos de su pokémon. Ash la admiraba en silencio, generalmente. Había algo en Serena que lograba hipnotizarlo. Hecho que no pasaba por alto el pokémon psíquico a su lado. Quien se cuestionaba si ese sentimiento tan fuerte que percibía también sería una clase de amor, ya que este solo conocía el amor que se podían tener entre sí tales criaturas. Esto que experimentaba, sin duda era intrigante, pero lo llenaba de una calma increíble. Al retomar su andar, la noche se hizo presente, optando la pareja por acampar en el punto donde se encontraban. Al día siguiente llegarían a su destino sin falta y, tras tanto tiempo, podrían ver de nuevo a sus grandes amigos rubios-

>La cena está lista, Ash. ¿Terminaste de poner las tiendas? –Serena dio media vuelta, observando como el mencionado levantaba su pulgar. Ella sonrió y le hizo un ademán para que tomara asiento a su lado-

>Huele riquísimo, Serena. ¿Qué nos preparaste? –Las mejillas de ella se colorearon ligeramente-

>Solo un poco de estofado. Con arroz, papas y carne de Torchic –Ash no esperó más y comenzó a comer, a lo que esta hizo lo mismo-

-Cuando terminaron depositaron los cubiertos desechables en una bolsa oscura y se aseguraron de amarrarla bien. Ya buscarían dónde depositarla el día de mañana. Los pokémon también tomaron sus alimentos, una vez Ash se los sirvió, y cuando todos estuvieron con su estómago satisfecho, procedieron a tomar su merecido descanso. Serena veía profundamente las llamas de la fogata, como atrapada por alguna clase de encantamiento. Ash la miró, preguntándose qué podría estar pasando por su mente. Se acercó lentamente, sintiendo la necesidad de brindarle un abrazo. Por un momento se quedó pensando en lo normal que eso ya se había vuelto entre ambos. Primero comenzó con algunos besos de parte de Serena, dados en sus mejillas, luego algunos abrazos, apoyo no solo verbal sino con toques, como cuando colocaban sus manos sobre los hombros del otro, o cuando ella lo dejó descansar en su regazo, o cuando ella descansaba en su hombro... Sí, sin duda ya parecía que en poco tiempo esas muestras de afecto se estaban volviendo habituales entre ambos. Apartó sus pensamientos, se colocó al lado de la chica y la rodeó con uno de sus brazos, a lo que ella, sin palabra alguna, solo dejó caer su cabeza sobre la clavícula del entrenador-

Tengo que ser siempre el mejor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora