51

436 31 23
                                    

—Sí.

Creía que de verdad le gustaría tener estás ediciones. Creía que sería mucho más fácil que las aceptara, pero me di cuenta de que ella no es como las demás, a Mónica no le interesa cuanto puedo llegar a gastar en ella.

—En ese caso, me gustaría donarlo a una ONG, a una a la que parece que le tienes cariño. Que lo subasten.

—Si eso es lo que quieres hacer…No voy a detenerte, puedo dejar que los quemes o lo que sea, pero menos devolverlos.

Su tez pálida cobra color.

—Me lo pensaré —murmura.

—No pienses, Mónica. En esto, no.
Quédatelos, por favor. Son para ti; tu pasión son los libros. Me lo has
dicho más de una vez. Disfrútalos.

Dejo el champán sobre la mesa, me pongo de pie delante de ella, la cojo
de la barbilla y le echo suavemente la cabeza hacia atrás para mirarla a los
ojos, los que brillan de una forma totalmente excitante.

—Te voy a comprar muchas cosas, Mónica. Acostúmbrate, necesito que lo hagas. Me lo
puedo permitir. Soy una chica muy rica. —Le doy un beso rápido—. Por
favor —añado, y la suelto.

—Eso hace que me sienta arruinada—dice.

—No debería. Le estás dando demasiadas vueltas, Mónica. No te
juzgues por lo que puedan pensar los demás. No malgastes energía. Esto
es porque nuestro contrato te produce cierto reparo; es algo de lo más
normal. No sabes en qué te estás metiendo.

Su encantador rostro rebosa consternación.

—Eh, para de hacer eso. No hay nada malo en ti, Mónica. No quiero
que pienses eso. No he hecho más que comprarte unos libros antiguos que
pensé que te gustarían, nada más.

Parpadea un par de veces y mira fijamente el paquete de libros; es
evidente que no sabe qué decisión tomar. Su vista se pasea entre los libros, mis ojos y mi cuerpo, está nerviosa y eso me gusta... No, eso no, me excita.

Quédatelos. Son para ti.

—Bebamos un poco de champán —susurro, y ella me regala una breve
sonrisa—. Eso está mejor.

Abro el champán y sirvo las sofisticadas tazas que me ha dejado delante, intento moverme de una forma rápida para que el escote de mi vestido se abra a su favor.

—Es rosado. —Parece sorprendida, y no soy capaz de decirle por qué
he escogido el rosado.

—Bollinger La Grande Année Rosé 1999, una añada excelente.

—En taza.

50 sombras de Martín (v) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora