Capítulo 36. Vamos a terminar

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Ji Ran sabía lo grave que serían las consecuencias de provocar a Ye Linghan, pero realmente no quería contenerse más.

Esa era una relación por la cual se había desvivido y hecho todo lo posible, pero lo único que obtuvo a cambio fue dolor.

Cuando regresaron a la villa, Ye Linghan tiró a Ji Ran sobre la cama, le apretó el cuello y preguntó con ferocidad: —¡¿Por qué no puedes ser obediente?! ¿Que hay de malo en quedarse a mi lado?
 
'¿Por qué siempre intentas alejarte de mí?'

¡Ye Linghan estaba realmente enojado!

Aunque lo había golpeado e insultado, Ji Ran todavía parecía decidido a querer desafiarlo hasta el final.

—Si te pido que rompas tu compromiso con Gan Rui y te cases conmigo, ¿lo harías?

Las palabras de Ji Ran hicieron que Ye Linghan se congelara de inmediato, pero luego se rió fríamente: —Si ni siquiera puedes dar a luz a mi hijo, ¿qué calificaciones tienes para casarte conmigo? Antes te di la oportunidad de convertirte en un Omega, pero fuiste tú quién no quiso aprovecharla.
 
Esas palabras frías e insensibles se clavaron directo en su corazón, y aún cuando le dolía tanto que era difícil de soportar, Ji Ran todavía quería luchar hasta el final.

Entonces, Ji Ran levantó la cara para mirar al hombre que tenía encima y dijo con lentitud: —Cuando me estabas cortejando en el pasado, dijiste que estaríamos juntos para siempre.
 
—No te mentí. —Dijo Ye Linghan: —Sólo quédate a mi lado y sé mi amante, esa es la única manera en la que que podremos estar juntos para siempre.

Ye Linghan apretó la mandíbula de Ji Ran, y lo miró fijamente a los ojos.

En el fondo de su corazón, Ye Linghan realmente no podía dejar ir a Ji Ran.

Pero Ji Ran tenía muy mal carácter, y si no lo disciplinaba de vez en cuándo, sería aún más difícil de controlar en el futuro.

—Gan Rui solo será mi esposo legal y nada más, así que no hay necesidad de que te preocupes tanto por este asunto.

Ji Ran bajó los ojos, y soltó una leve carcajada.

'Soy tan estúpido, ¿qué demonios esperaba?'

'¿Acaso no sabía que ya era imposible que Ye Linghan se casara conmigo?'

Al ver que Ji Ran se calmaba un poco y dejaba de hacer un escándalo, la ira en el corazón de Ye Linghan se calmó por completo.

Luego sus ojos miraron el delicado rostro de Ji Ran, pero al recordar la mirada seductora que tenía cuando le dió de beber vino a Liu Haoquan y como sus pupilas se llenaron de llamativos colores cuando sonreía, el pene en la entrepierna de Ye Linghan rápidamente se levantó, así que lentamente se inclinó hacia abajo y estaba listo para besar los labios de Ji Ran.

—Ye Linghan, ¡vamos a terminar!

Esas repentinas palabras hicieron que Ye Linghan se congelara violentamente, por lo que la ternura en sus ojos desapareció de inmediato, y fue reemplazada por una frialdad espantosa: —Tú.... ¿qué has dicho?

Solo cuatro palabras salieron prácticamente de entre sus dientes, y cada una de ellas estaba teñida de crueldad.

Ji Ran repitió, palabra por palabra: —Vamos a terminar.

—¡Ni siquiera lo pienses! —Ye Linghan apretó la barbilla de Ji Ran con gran fuerza, y luego añadió: —A menos que mueras, tendrás que permanecer a mi lado por el resto de tu vida.

—Entonces, ¡déjame morir! —Los ojos de Ji Ran brillaron con determinación.

Ji Ran realmente no podía ver cómo Ye Linghan y otra persona se amaban abiertamente, y tampoco podía perder su dignidad al convertirse en un sucio amante.

Quería un amor en el que pudiera agarrarse de la mano con su pareja bajo la luz del sol, y también que fuera un amor para toda la vida.

Pero Ye Linghan nunca podría darle lo que él quería.

Entonces, en lugar de renunciar a su dignidad y sufrir muchas humillaciones a su alrededor, Ji Ran preferiría morir con honor.

En ese momento, la persistencia en los ojos de Ji Ran atravesó su corazón y cuando un sentimiento de pánico comenzó a invadirlo, Ye Linghan no pudo evitar sentir que Ji Ran iba a abandonarlo.

—¡No lo permitiré!

Ye Linghan abrazó a Ji Ran con todas sus fuerzas, y era casi como si estuviera frotándolo contra sus huesos y su sangre para que pudieran convertirse en uno solo.

Pero Ji Ran permanecio inmóvil, como una marioneta sin vida.

Al ver que persona entre sus brazos no mostraba ni una sola emoción, la inquietud de Ye Linghan fue aún más intensa, así que agarró el brazo de Ji Ran y lo sacudió con fuerza: —Escúchame bien, incluso si mueres, nunca te irás de mi lado.

Los ojos claros y fríos de Ji Ran no mostraban la más mínima fluctuación, y esa actitud tan impasible sólo hizo que Ye Linghan se volviera inexplicablemente enojado.

Así que arrojó a Ji Ran sobre la cama, y se abrió paso en su interior.....

Esa noche, Ye Linghan poseyó frenéticamente a Ji Ran.

Como si esa fuera la única manera en la que podía estar seguro de que Ji Ran era suyo.

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