III: Desapariciones

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-Bella POV-

— ¡Te dije que ganaría! — exclamó Charlie, arrebatándole la lata de cerveza a Billy justo cuando estaba a punto de abrirla. Me señaló antes de continuar, — ¿no es así, Bella? A ella se lo dije.
— No dejaré que vengas a esta casa a sólo quitarme mi dinero, maldita sea.
De mala gana, Billy dejó caer un par de billetes sobre la mesita del centro. Charlie los tomó, verificando que fuera la cantidad correcta, y dejó el último sobre la mesa.
— Deja de llorar o no vendré a ver más partidos a tu casa. — le devolvió la lata a regañadientes.
— ¿Siempre son así? — le pregunté a Jacob, quien se limitó a asentir. Los volví a ver sorprendida; eran como un par de hermanos peleando por el mismo juguete.

La cena había terminado hace una hora, y mientras ayudaba a Jake a retirar los platos de la sala donde Charlie y Billy continuaban con el partido, para mi sorpresa, Charlie había felicitado a Jacob por lucirse con la cena. A pesar de que no había tenido el mejor aspecto, su sabor era algo completamente diferente. El menor de los Black trató de ignorar el lado negativo y lo aceptó como un cumplido. Puse el último plato sobre el lavavajillas.
— ¿Qué se siente volver a Forks? — preguntó Jake con curiosidad, le observé. — ¿es diferente a Phoenix?
— Demasiado, a decir verdad, — admití — jamás pensé que diría que extraño los días con sol. — el rio.
— No puede ser tan malo, Forks tiene lo suyo.
— ¿Ah sí? ¿Cómo qué?
Él lo pensó unos segundos antes de responder, algo brilló en sus ojos.
— Acompáñame.
Miré hacia la sala antes de continuar, le hizo una señal a su padre antes de salir por la puerta principal.

Jacob me abrió la puerta del copiloto del auto de Billy, un viejo Ford Tempo del 87 según aclaró mi compañero al notar la curiosidad con la que observaba el vehículo.
— ¿Qué aventura nos depara esta noche? — pregunté al cerrar la puerta.
Encendió el motor y sintonizó la radio.
— No comas ansias, solo disfruta el viaje.
— ¿Estás seguro que puedes manejar? Yo podría tomar el volante.
Me observó, rió y negó antes de emprender camino hacia la carretera sin salir de la reserva. Ajusté el cinturón de seguridad y dirigí mi vista hacia el paisaje a mi derecha, bajé el vidrio y dejé que el aire helado entrara, disfrutando la sensación.
Las luces de la reserva se desvanecieron a medida que nos adentrábamos en la oscura noche. La carretera serpenteaba entre árboles imponentes, y la luna lanzaba destellos plateados entre las ramas. La radio emitía una mezcla de canciones que creaban un ambiente relajado en el viejo auto.

Detuvo el auto en un punto cerca de la playa, esperé a que bajara pero no lo hizo, sin quitar la mirada de la imagen que quedaba frente a nosotros dijo:
— Preguntaste que era lo que tenía especial Forks.
Me giré hacia él, después de unos segundos el hizo lo mismo.
— Tal vez no tengamos siempre días soleados como en Phoenix, pero tenemos esto.
Sonreí y miré de nuevo hacia la playa, iluminada por la luna llena de esa noche. En la distancia, las olas se mecían suavemente, las estrellas parecían titilar en complicidad con el espectáculo natural que se desplegaba ante nosotros.
— Ahora lo entiendo. — aprecié la imagen que parecía una pintura — ¿Vienes seguido?
— Algunas veces, cuando quiero estar solo y pensar cosas.
La música seguía ambientando de fondo. Asentí y me quité el cinturón. Jacob apagó el motor, sumiendo el interior del automóvil en un cómodo silencio.
— ¿Vamos?
Asentí.

Nos consumió la conversación para ponernos al día, pero la realidad es que se sentía como si el tiempo no hubiera pasado, y nuestras risas llenaron el aire nocturno. Jacob compartía anécdotas de la reserva, mientras que yo le contaba un poco de Phoenix.
Al llegar a la orilla, nos detuvimos, y en sin necesidad de decir algo ambos asentimos y reímos. Nos quitamos el calzado sintiendo la frescura del agua que jugueteaba con nuestros pies descalzos. Años atrás, cuando pasaba las vacaciones con Charlie, las visitas a los Black eran más comunes de lo que recordaba, era como una segunda casa, con el tiempo dejé de venir a Forks, y Jacob y sus hermanas se convirtieron en desconocidos para mí.
— Te extrañaba Bella, digo, en realidad todos te extrañábamos.
— Yo también extrañaba esto.
— Y, estarás aquí por unos meses o... ¿será algo permanente? — preguntó curioso.
— Permanente...— probé la realidad de esas palabras — no tengo idea, tal vez termine la escuela aquí.
— Y, ¿cómo va tu tarea de hacer amigos en tu nueva escuela? — preguntó mientras pateaba unas ramas que empujaba las olas a la orilla, me observó y yo nomás reí. — Eso pensé.
— Es mi primer mes de prueba, aún tengo tiempo.
— Aun así, sabes que aquí estoy. — asentí.
— Gracias, Jake.

Le pedí de favor que me dejara en casa, y Jacob, con una sonrisa comprensiva, asintió. Me advirtió que las reuniones entre su padre y sus amigos solían extenderse más de lo normal, pero para ese entonces, ya me sentía agotada. La conversación en La Push se había prolongado más de lo que inicialmente pensé, sin embargo, no podía lamentarlo; platicar con él resultó más divertido de lo que jamás hubiera imaginado.
Me despedí de Jacob antes de entrar a la casa. Al abrir la puerta, me encontré con el desorden de papeles que Charlie había dejado antes de irnos. Podía prever, con cierta resignación, que en la mañana, esos documentos serían víctimas de una tormenta de café; sobre todo si mi padre se quedaba despierto hasta tarde, ya que sus movimientos se volverían más torpes de lo habitual.
Después de unos minutos de debate mental, finalmente decidí tomar el asunto en mis propias manos y comenzar a ordenar. Carpetas, hojas y pedazos de periódicos sin ningún orden aparente cubrían toda la mesa. Tomé un par de papeles y los apilé sin prestar mucha atención a su contenido. Después de todo, no era de mi incumbencia.
El encabezado de aquel periódico, "Joven despedazada a las afueras de Forks: posible ataque animal", vino a mi mente como un eco macabro. Aunque eran altas horas de la noche y sabía que no debía pensar en eso, mi mente comenzó a escarbar y le dio rienda suelta a mi curiosidad. De repente, las hojas que sostenía dejaron de ser simples páginas y se convirtieron en piezas de un rompecabezas que le quitaba el sueño a Charlie.
Las carpetas llevaban nombres de jóvenes, las hojas contenían datos de identificación de personas: nombres, descripciones físicas y fechas de desaparición. Los periódicos... Oh no. Un leve temblor invadió mis manos, y casi solté todo al piso. Cuántas caras, cuántos nombres, cuántas personas. Los periódicos detallaban la forma en que las víctimas fueron encontradas, pero el número de hojas de periódicos no era ni la mitad del resto de desaparecidos. No solo de Forks, también de Seattle.
Dejé todo nuevamente sobre la mesa e intenté recrear la forma en que estaban distribuidas, pero me costaba cada vez más ahora que sabía lo que contenían.
De repente el estar sola en esa casa me dió miedo, la sentí más fría de lo normal, me sentí observada y podría jurar que en cualquier segundo comenzaría a ver sombras donde no las hay. Debí pedirle a Jake que se quedara, debí volver a la casa de Billy, donde estaban todos.
Era definitivo, esta noche no podría dormir hasta que Charlie volviera.

ADICCIÓN [Fan fiction Bella y Jasper] [Twilight]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora