VIII: Renée al Teléfono

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Me crucé de brazos al salir de los edificios del Instituto, Charlie de seguro no tardaría en llegar, pero eso jamás sería impedimento para que el clima de Forks me helara por completo.
—      La oferta sigue en pie — dijo Mike moviendo su llavero frente a mí. Negue amablemente sin evitar reírme un poco.
—      Gracias, pero ya vienen por mí. — imité su movimiento con mi celular y el asintió.
—      ¿Quieres que espere contigo? Podría...
—      Estoy bien.
Le sonreí y el siguió con su paso algo avergonzado.
—       ¡Mike espera! — Lo llamé arrepintiéndome desde el primer segundo, caminé hacia él y la sorpresa en él era para fotografiarse. — Gracias por ser siempre tan amable conmigo.
No era mentira después de todo.
Me despedí de él y volví a mi lugar, este se despidió y siguió su camino, más animado. Suspiré algo cansada. Observé el celular de nuevo sin mensaje ni llamadas perdidas.
Me giré y vi hacia un punto fijo en el estacionamiento, donde conecté mi mirada con alguien más. Para mi sorpresa era Edward Cullen. Sostenía la manija de su auto a punto de abrir la puerta, le sostuve la mirada confundida. La intensidad que transmitía era algo indescriptible, pero llegaba a incomodar hasta cierto punto, sentía como si intentara desnudarme y dejar mi lado más vulnerable frente a él, como si... de alguna forma intentara leerme.
Esa mirada... ¿no la había visto ayer?
Intente concentrarme, intenté recordar pero el celular comenzó a vibrar asustándome, vi el nombre de mi madre en la pantalla y maldije por lo bajo. Para cuando volví a buscar a Edward, el ya se encontraba dentro de su carro.
—      Hola... — saludé tímidamente. Ya podía predecir que camino tomaría la llamada.
—      ¡Bella que demonios! ¡¿Cómo creíste que podrías irte caminando sola por la noche?!
Me separé un poco del móvil.
—      En ese momento solo pensaba que...
—      ¡¿Qué pensabas?! ¡Vendrás a casa ahora mismo! Bella es que.... Acaso ¡¿Tienes la mínima idea de lo que...?! — Dejo de escuchar los gritos de Renée cuando me quitan el celular de un segundo a otro.
—      No es el mejor momento. — dijo Charlie. — ¿Crees que esa es la solución, Renée? Tranquilízate... Estoy haciendo lo mejor que puedo... No, tú escúchame a mí.
Charlie señaló la patrulla estacionada a unos metros. Entendí el mensaje, esa discusión no terminaría en este momento.

Observé la hora en el auto, Charlie continuaba haciendo aspavientos que uno que otro alumno lo miraban confundidos. Tenía buenos recuerdos de Charlie y Renée trabajando en equipo para darme una buena crianza, buenos recuerdos, pero también había fragmentos de ellos discutiendo como adolescentes en eventos como recitales, fechas festivas que decidían compartir, cumpleaños.

¡Eres insoportable! ¡Ojalá encuentres a alguien que tolere tu carácter de mierda!  ¡De lo único que me arrepiento es de no haberte dejado antes!

—      Phil te manda saludos. — dijo Charlie entrando al auto.
—      Y Renée un boleto de avión. — sonreí algo tensa.
—      Tú sabes que no soy el fan número uno de sus decisiones, pero...
—      No lo digas.
—      Bella... — Charlie suspiró — No creo que Forks sea un lugar seguro para ti. No siendo mi hija.
Lo miré, aún más confundida. Antes de poner en marcha el auto se giró hacia mi dirección, debatiéndose si debía continuar.
—      Bella, ¿qué recuerdas del incidente de ayer?
—      ¿Piensas preguntármelo aquí o prefieres que sea en un interrogatorio como con mis amigos? — lo cuestioné, a la defensiva.
Estaba sorprendido y molesto. Sabía que no diría nada en los próximos minutos, le extendí la receta que me dio el Dr. Cullen y no dije ni una palabra más. A regañadientes se dirigió hacia Chinook Pharmacy & Variety. Se estacionó y antes de bajarse finalmente habló.
—      Solo estaba haciendo mi trabajo.
—      ¿De jefe de policía o de padre? — pregunté molesta.
—      Ambos. — dijo antes de salir y cerrar la puerta de golpe.

Miré hacia el frente por un momento y tomé la decisión de seguir a Charlie ¿Por qué? ¿Iba a disculparme? No lo sé. Entré a la farmacia y lo vi en el mostrador extendiéndole la receta al muchacho de cabello rizado, me vio de reojo y negó por lo bajo.
Me quedé en un pasillo viendo los paquetes de gasas y curitas con personajes. Recorrí el lugar con la vista, pero me detuve frente al televisor donde pasaban las noticias locales. Me sorprendió ver una imagen mía desprevenida llegando al instituto tomada esta misma mañana. Seguida de una imagen de Charlie con su uniforme.
La nota de aquel periódico en la recepción de la comisaria vino a mi mente.
—      No, no, no — susurré caminando apresurada hacia el estante de la entrada con el periódico del día.

Hija del Jefe de Policía encontrada con vida

Seguida de una imagen de la casa con los daños de la noche anterior. ¿En qué momento tomaron estas fotografías?

Cerré la puerta de mi habitación de golpe y corrí hacia la cama, dejándome caer de golpe, aunque mi cuerpo resintió a la primera por los daños, hundí mi cara entre la almohada y grité, descargando todo lo que había acumulado este día.
Había sido suficiente como para no querer volver a salir de este lugar el resto de la semana. Tal vez era muy pronto para intentar retomar la pequeña rutina que había comenzando a crear en Forks. Pero una vez dentro de la escuela todos me observaban, Angela fingía que no lo notaba, pero era tan incómodo sentir las miradas de lástima de todos. Estando al pendiente de cada uno de mis movimientos, ofreciéndome ayuda por absolutamente todo, una parte de mi lo agradecía, pero no desde el ambiente tan tenso y frio que había experimentado. Sin mencionar las miradas tímidas del grupo de Jessica y Angela, teniendo miedo de dar el siguiente paso, si ese sería correcto o los acusaría directamente con Charlie. Creo que por eso me sentía tan molesta por haberlos expuesto al interrogatorio.

Ya estaba oscureciendo cuando baje hacia la sala. La bolsa con los medicamentos yacía al lado de la lámpara. Observé la bolsa y entonces comencé a recordar por palabras claves: los medicamentos, la receta, su cita de esta mañana, el Dr. Cullen revisándola... Y el Dr. Cullen en su habitación la noche anterior.
Mierda.
Me había comportado como una malagradecida cuando la noche anterior lo más seguro era que Charlie lo hubiera mandado a deshoras de su turno habitual.
Tomé el bolso y caminé hacia el comedor donde estaba Charlie con sus lentes puestos y un par de recibos
—      Lo siento. — murmuré. — Por mi comportamiento de hoy, además no tuve tiempo de agradecerte.
—      Continua — dijo sin despegar su vista de las tiras de papel.
—      Y también por mandar al Dr. Cullen ayer a revisar como estaba, no se como lo convenciste de venir tan noche pero, — él se detuvo de golpe y me observó — en serio agradezco que te hayas preocupado.
Finalicé la oración no del todo convencida.
—      ¿Charlie?
—      Repítelo.
—      ¿En serio te agradezco que te hayas... preocupado?
—      Lo otro. ¡Bella, repítelo!
—      Que... mandaste al Dr. Cullen ayer por la noche a revisar como estaba — dije lo último en un tono bajo. Miré de nuevo los medicamentos y tragué en seco — ¿Charlie?
Su silencio me lo dijo todo.

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