XXVII: Fotografías

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-Charlie POV-

Otro día más en el que los periódicos continuaban apilándose en el frente de la casa. El ver como continuaban trayendo más, día con día me provocaba cólera. Ya estaba harto de que en esas páginas me recordaran una y otra vez los intentos fallidos de encontrar a Bella: búsqueda tras búsqueda en todo Forks y sus alrededores, y nada. Era como si hubiera desaparecido de la faz de la tierra. Tristemente, ahora podía comprender un poco más a cada familiar que se acercó a la comisaría meses atrás en busca de sus hijos.
El caso de las desapariciones en Forks había tenido progresos, los cuerpos continuaban apareciendo en las afueras del pueblo, desafortunadamente, ninguna de ellas con vida. Bella había tenido suerte aquella primera vez, jamás pensé que una de mis pesadillas más recurrentes desde que ella puso un pie en Forks se terminaría haciendo realidad.

Pateé una pila de periódicos frente a mí, el más reciente que se había formado. La pareja que paseaba por la acera se detuvo observándome, la gota que derramó el vaso fue cuando comenzaron a cuchichear conforme avanzaban por la casa, hasta podría jurar que, a un ritmo más lento, recorrían todo el frente con la mirada, cada mínimo detalle que pudieran capturar para esparcirlo.
— ¿Qué ven? — tomé uno del suelo — ¿También le dirán esto al periódico? ¡Mierda!
Apresuraron el paso, asustados. Maldije una vez más y le di otra inhalada al cigarro, un viejo hábito que creía haber superado después de todos estos años. Era lo único que lograba darme un poco de calma, sobre todo después ayer.

Renée había cumplido su amenaza de volver a Forks al no recibir respuesta, claro que no la esperaba dentro de la casa cuando volví del trabajo, cansado, lleno de suciedad después de encontrar otro cuerpo a las afueras. Un momento que jugó con lo que quedaba de mi cordura al ver que la víctima tenía muchos rasgos similares a Bella.
¿Dónde está Bella? — preguntó con una copa en sus manos, sentada en la mesa viendo a la nada.
¿Qué haces aquí? Son las... miré al reloj más cercano Siete, ¿a qué hora llegaste?
Subí a su habitación, pero no ha llegado aún.
Me acerqué a ella con cautela, le quité la copa que sostenía.
No, ella...
¿Hasta cuándo, Charlie?
Hasta cuando... ¿Qué? pregunté confundido dando un par de pasos hacia atrás, la sonrisa en su cara desapareció.
Su rostro se ensombreció cuando dejó caer sobre la mesa un periódico.

Nueva búsqueda en Forks: Aún sin noticias sobre el paradero de la hija del jefe de policías.

¿Dónde está Bella, Charlie?
Miraba hacia el suelo sin atreverme a encararla. Después de evitarla tanto tiempo, jamás pensé que tendría que confesárselo en persona. Cuando me arme de valor para enfrentarla las lágrimas amenazaban con salir, negué y el llanto que tanto había contenido salió, me quebré frente a ella. Renée se petrificó, asumiendo lo sucedido en silencio mientras me ahogaba en lamentos.
Lo siento...
Ella negó.
Se que esto nos señaló no terminó de buena forma, pero esto... — señaló el lugar, el periódico y rió, se levantó de su asiento recargándose de lado en la mesa — es una muy mala broma de tu parte, supongo que te he subestimado todos estos años.
Rio de nuevo, esperando que detuviera lo que para ella era parte de una cruel "actuación", pero no podía parar el llanto, continuaba repitiendo en voz baja:  Lo siento, lo siento tanto, por favor perdóname. Yo no quise...
Se paseó por la sala en silencio, se detuvo a una corta distancia, rio con amargura y me miró con los ojos cristalizados.
Una sola tarea tenías... — dijo con ironía — ¡Una sola maldita tarea tenías, Charlie!
Renée, lo siento... yo...
Intensificó la risa, retumbaba en las esquinas de la casa, se detuvo cuando lanzó el primer objeto hacia mí, estrellándolo sobre mi pecho.
¿Cómo es posible que esto haya pasado frente a tus ojos? Y no hicieras nada...
Por favor escúchame... supliqué, la voz se me quebró a mitad de la frase.
No estuviste presente... — respondió viendo a la nada — ¡Fue tu trabajo! ¿No es así?
Por favor, por favor... escúchame, ¡escúchame!
Sentía como si estuviera hablándole a una pared. Ella me observó.
Y ¿cuándo pensabas decirme? ¡¿Cuándo Bella estuviera cinco metros bajo tierra?! ¡Respóndeme!
Y frente a mí, finalmente se quebró llegando a los golpes, intentando desquitarse conmigo, la desesperación, impotencia, coraje, la entendía perfectamente, y por eso, solo por eso estaba dispuesto a recibir cada uno de ellos.

El interior de la casa estaba destrozado. Le di otra inhalada al cigarro y lo apagué sobre la madera más cercana, vi la basura que había dejado con los periódicos desparramados, ahora el suelo estaba tapizado con ellos. Donde algo captó mi atención, una fotografía atada al periódico de esta mañana, era imposible que no pudiera ver antes la oscura imagen resaltaba entre todo el papel gris: Bella amordazada y atada, con los ojos cerrados.
Me recargué sobre la puerta sintiendo una opresión en mi pecho. Bella lucía más pálida, pero no lo suficiente como para que estuviera muerta. Al darle la vuelta a la imagen sentí como la sangre se me iba.
Con diferentes tipografías recortadas de una revista se formaba una oración: "Aún vive, pero no por mucho".
Sostuve la fotografía con la mano temblorosa, quería destruirla, quemarla. Pero me detuve cuando el siguiente pensamiento me cruzó por la mente, algo que debía comprobar inmediatamente: ¿Habría otras fotografías?
Guardé la foto en el bolsillo del pantalón. Caí de rodillas para escarbar entre los montones, desesperado. Y allí estaban, los últimos que no había revisado de las últimas dos semanas, fotografías diferentes, tomas de las heridas, los moretones. Quería gritar, destruir todo, todos esos días... desperdiciados.
Tomé cada una de las fotografías y sin subir a ponerme el uniforme, sin arreglarme corrí al interior de la casa para tomar las llaves del auto y correr hacia la patrulla. A toda velocidad fui al trabajo.

Los chicos se encontraban agrupados en una sala mientras analizaban y argumentaban sobre posibles sospechosos según lo que los videos de los interrogatorios demostraban, en las diferentes pantallas podía revivir el momento de las entrevistas: Un Mike Newton nervioso, sudando en exceso, Jessica Stanley evitando el contacto visual y titubeando cuando le hacían preguntas, Angela Webber quebrándose en llanto.
Estampé las fotografías sobre el mueble, asustándolos.
— Encuentren a este maldito bastardo y tráiganlo a mi oficina. Tienen dos días, no más.
Abandoné la sala dejándolos confundidos.

Entré a mi oficina, empujando el primer mueble que vi, gritando de la impotencia. No escuché a Jasper cuando entró hasta que llegó a mi lado, consternado preguntó:
— ¿Se encuentra bien?
Cerré los ojos y tomé aire para calmarme un poco. Le observé a mi lado.
— ¿Cómo te sentirías si recibieras eso? Al verlo... Saber que la están torturando y yo aquí, sin poder hacer nada, sin poder llegar a ella.
No respondió, solo miraba al suelo.
— Encontraremos al sospechoso, Jefe... Y entonces podrá hacer lo que quiera con él.
Caminé hacia el escritorio, lo pensé por unos momentos, ¿qué haría con él? ¿podría detener todo este infierno en Forks el atraparlo? ¿lograría escapar si lo poníamos en las rejas?
Estampé el puño en la mesa y mientras le vi, le respondí con seriedad:
— Lo quiero muerto.

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