VI: Casa Swan

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Tenía un extraño presentimiento cuando Jacob llegó corriendo hacia la sala mientras mirábamos el partido.
— Es bella — murmuró nervioso—. Charlie... Se escuchaba mal.
Me levanté de prisa, palpando entre mis bolsillos hasta conseguir tomar las llaves del auto.
— No puedes manejar así, Charlie — me regañó Billy.
— No esperaré un minuto más, tengo... tengo que irme ya.
Intenté despejar la mente para pensar fría y calculadoramente, pero no podía hacerlo con tanta facilidad como en el trabajo cuando se trataba de Bella.
— Yo manejo — dijo Jacob, quitándome el manojo de llaves de un segundo a otro.
— No deberías... — lo observé por un segundo—. Maldita sea, apresúrate.

Jacob mantenía una velocidad considerable, pero no era suficiente. Sentía que el tiempo no avanzaba lo suficiente, que llegaríamos demasiado tarde, pero ¿demasiado tarde para qué?
— Más rápido.
— No puedo ir a más de lo permitido ¿Quieres que nos detenga un policía?
— Jacob, ¿qué crees que soy? ¡Enciende la maldita sirena y apresúrate!
Él no respondió, se limitó a encender la luz y aumentar la velocidad. Ya casi llegábamos.
— ¿Qué te dijo? — pregunté intentando distraerme—. ¡Por la llamada! ¡¿Qué te dijo?!
— Estaba delirando, Charlie. No logré entenderle mucho, pero eso no fue lo que me preocupó... — dejé que continuara—. Antes de que la llamada se cortara, se escuchó un golpe y algo romperse.
Lo observé. Mi mente ya comenzaba a hilar algunas ideas, pero no podía confirmar nada hasta llegar a casa y verlo todo, verla a ella.

Jacob casi saltó del auto caminando de prisa hacia la casa. El cristal de la puerta estaba destrozado. Le grité al muchacho que se detuviera, no podíamos arruinar nada de esto.
— Por la puerta trasera, abre con la llave roja. Y Jacob...
Él volteó a verme. Billy me mataría al enterarse de mi siguiente acción. Le pasé el arma.
— ¿Sabes usarla?
Él solo asintió, nervioso, y rodeó la casa.
Antes de continuar, volví a la patrulla llamando a emergencias. En cualquier momento llegarían los demás. Tomé el arma oculta y corrí hacia la casa.

— ¿Jake? — pregunté manteniéndome alerta.
— Por aquí — murmuró, estaba en la sala—. Ella está aquí.
— Bien.
Subí hacia el segundo piso aún en estado de alerta, exploré las habitaciones empujando cada una de las puertas y con el arma apuntando hacia la nada, pero estaban vacías, todo parecía normal. El sonido de las sirenas de las patrullas me distrajo, las luces se notaban desde el segundo piso. Debían de estar por lo menos 3 de ellas estacionadas al frente.
— Llévala a su habitación. — dije al llegar al último escalón.

Ambos desaparecieron por las escaleras, hasta entonces me dirigí hacia el frente con los muchachos a mi alrededor.
— ¿Qué pasó, jefe? — preguntó uno de ellos observando el frente.
— Es lo que tenemos que descubrir. Creo que entraron por la fuerza.
— ¿Su hija?
— Aún no sé si Bella ya se encontraba aquí o llegó en el momento equivocado. No sé si ha dicho algo hasta ahora.
— ¿Algo fuera de lo normal?
— El segundo piso está intacto pero... — me callé—. Síganme.

Me detuve frente al comedor que siempre atiborraba de papeles. Todo parecía normal, en orden, a excepción de algo.
— Los expedientes — murmuré mientras sacaba las carpetas entreveradas. Sabía cuáles eran exactamente, pero para mi sorpresa, el contenido se encontraba en blanco—. No...
Todos estaban rellenos de hojas en blanco.
— ¿Cree que se trate de...? — preguntó uno de ellos.
— No puede ser alguien más — respondí contemplando los papeles—. Es él.
— ¿Quién? — preguntó Jacob bajando por las escaleras—. Bella está dormida, no ha querido decir nada. Charlie, ¿qué pasó?
— Debo irme de inmediato a la comisaría... Jacob, no quiero quitarte más tiempo, pero...
— No se preocupe, Jefe, mi compañero y yo podemos quedarnos a vigilar la casa. Él no tarda en llegar — se ofreció uno del personal, Mike—. Le informaremos si vemos algo anormal.
Antes de que Jake pudiera protestar, acepté la oferta. Billy ya estaría preocupado a este punto. Él entendió y asintió.
— Yo te llevaré de regreso — se ofreció el mismo.
— Jacob, la...
— En su habitación.
— De acuerdo, todos en marcha.

Me sentía aturdido y fuera de lugar. Mientras en mi cabeza deseaba que toda la información siguiera en el sistema, intentaba recordar si estaba pasando algo por alto, si mejor debía quedarme y estar con Bella. Me sentía un poco dividido entre el trabajo y mi hogar. Jacob ya se encontraba dentro de la camioneta.
— Tal vez debería — murmuré para mi mismo.
— No se preocupe, Jefe Swan, yo me quedaré vigilando en lo que vuelven los demás. No se preocupe, su hija está a salvo.
No podría con ambas cosas sino soltaba una, la cuestión era si dejaba a un lado por unos instantes a Bella por asegurar la investigación, o dejaba meses de lado por quedarme con ella y cuidarla yo mismo, debía ceder con una de ellas: mi trabajo o mi familia.
Maldición.
— Márcame si ves algo sospechoso.
— De acuerdo. Si es necesario, pide refuerzos.
Caminé hacia el auto.
— ¿Muchacho? — pregunté llamando la atención del rubio.
— ¿Sí?
— Lo siento, aún ando algo perdido. Recuérdame tu nombre una vez más.
— Whitlock, Jasper Whitlock.
— Claro, claro. Ya sabes, atento al comunicador de ambas partes.
Asintió.

Lo observé una última vez por el retrovisor antes de seguir calle arriba. Había algo que me hacía sentir intranquilo, pero no sabía que.

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