XXI: Dulce Bella

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-Bella POV-

— ¿Cómo estás, Bella? — Carlisle me miró, transmitiéndome su característica calma, mientras me encontraba sentada en su consultorio privado, en su casa. El murmullo de los demás Cullen se filtraba por la puerta entreabierta.
— Estoy bien. — Traté de forzar una sonrisa mientras me balanceaba nerviosamente en la silla.
Carlisle asintió, con paciencia, comenzó a tomar mis signos vitales, revisando mi presión arterial.
— ¿Te sientes mareada? ¿Tienes dolor en alguna parte? — Sus ojos dorados estudiaron mi rostro.
— No, solo... necesito hablar con Charlie. — Mi voz temblaba un poco. — necesito decirle que estoy bien, que estoy aquí.
Edward, que se mantenía cerca, se adelantó. — Yo me encargo de eso.
Salió de la oficina para contestar la llamada de Charlie. Me quedé a solas con Carlisle, quien retiró su estetoscopio y me sonrió con amabilidad.
— Bella, ¿puedes decirme si sientes algún malestar en tu pecho? — Preguntó mientras continuaba su evaluación.
— No, nada. — Le aseguré. — Lamento el problema en el que te viste involucrado por mi culpa. — Le confesé, bajando la mirada por un momento. — No sé por qué me estás ayudando después de todo.
Carlisle puso una mano reconfortante sobre mi hombro y dijo: — No es nada, tranquila.

Cerré la puerta detrás de mí con suavidad, tratando de contener el temor que me embargaba. Edward acababa de dejarme en casa, y sabía que mi llegada tardía desataría la escena de su vida por parte de Charlie. Sus pasos resonaron en el pasillo, cada uno de ellos era un eco de preocupación.
— ¡Bella! — Charlie me recibió con un rostro preocupado. Sus ojos oscuros estaban llenos de alivio y enojo a partes iguales. — ¿Tienes idea del susto que me diste?
Tragué saliva, sintiendo el peso de la culpa sobre mis hombros. — Lo siento. No fue mi intención preocuparte así. Edward... — Intenté explicar, pero él me cortó de inmediato.
— No me importa lo que ese chico haga o no haga. — Sus palabras eran cortantes— Lo que me importa es que tú estés bien.
Me sorprendió su tono, era más suave de lo que esperaba. Le observé.
— Estoy bien, de verdad. ¿Por qué estás tan... tan alterado?
Charlie abrió la boca como si fuera a decir algo, pero luego pareció pensárselo mejor. Agitó la cabeza, ignorando mi pregunta, y se dirigió de nuevo a la sala de estar. Era una clara señal de que la conversación había llegado a su fin.

Cerré la llave de la bañera, dejando que el agua tibia llenara el amplio espacio. Con pasos lentos y pesados, me quité la ropa y me sumergí en el agua caliente.
Una oleada de tristeza me invadió, pesada y asfixiante. Me sentía agotada, emocionalmente exhausta. Lentamente, dejé que el resto de mi cuerpo se deslizara hacia el interior de la bañera, permitiendo que el agua subiera hasta mis brazos, mis hombros, mi cuello. El calor y la presión del agua me rodearon, y por un momento, todo pareció desvanecerse. Con un suspiro, permití que mi cabeza se sumergiera en el agua. Permanecí allí, hundida en la oscuridad y el silencio.

Cuando llegamos a la escuela, la multitud de alumnos que rodeaban la entrada parecía más densa y ruidosa de lo habitual. Edward tardó un momento en rodear el auto para abrirme la puerta. Tomé apresuradamente mi mochila. Mientras avanzábamos hacia la entrada, él tomó mi brazo.
Un grito ahogado se formó en mi garganta al llegar al frente, observando la escena: tres cuerpos yacían en el suelo, rodeados de un grupo de estudiantes horrorizados. Reconocí al instante los cambios que traían puestos, después de todo era mi ropa, la misma que juraba que la tintorería me había hecho desaparecer. El corazón me martilleó con fuerza en el pecho mientras mis ojos recorrían la escena con incredulidad. Edward me llamó, su voz sonando lejana, pero apenas lo escuché. La morena del estacionamiento, la rubia de la biblioteca y una tercera, Chloe.
Las tres chicas estaban pálidas y una herida horrible cubría gran parte de la garganta de una de ellas. Era una pesadilla que se había materializado ante mis ojos.
Edward seguía llamándome, pero me sentía aturdida. Saqué mi celular, el cual había dejado de vibrar, y vi cómo la llamada perdida número ocho de Charlie parpadeaba en la pantalla. ¿Él ya se habría enterado de esto? Pareció responderme, porque a lo lejos las sirenas de la policía se acercaban. Edward me empujó con cuidado para que avanzara, escondiéndonos entre la multitud en movimiento, Emmett se acercó a nosotros y se colocó frente a mí. Llegó a preguntarle algo a su hermano en un tono casual, como si no estuvieran ante el caos en la escuela.
Emmett por alguna extraña razón estaba actuando como un escudo protector. Miré más allá de él y vi al personal de la policía de Forks, incluyendo a Charlie y a Jasper. Edward pareció percatarse, porque puso su mano en mi hombro y me movió con cuidado para que su hermano me cubriera por completo. Era un gesto sutil que podría pasar desapercibido para cualquier otra persona.
Jasper se movía entre la multitud. Con paso decidido, llegó a donde estaban los cuerpos y, en su presencia, se organizó un equipo junto a Charlie para dispersar a los alumnos que se habían agolpado para ver lo que había sucedido.

ADICCIÓN [Fan fiction Bella y Jasper] [Twilight]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora