Capítulo 16

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Las venas de Renjun vibraron como si alguien hubiese electrificado su sangre. No habló. No podía. ¿Qué diablos se suponía que iba a decir? Nancy había quitado el seguro de la granada y la arrojó a Renjun mientras se alejaba. Pero Jeno tenía que saber que Renjun lo deseaba, que deseaba esto... más que nada. Él tenía que. Era Jeno quién continuaba diciendo que no podía funcionar entre ellos, que era demasiado riesgoso. Renjun había aceptado las palabras de Jeno, pero ahora que Nancy puso las cartas sobre la mesa entre ellos, Renjun no podía recordar haber necesitado algo tanto como eso. Cinco meses con Jeno como su papi era más de lo que él se había atrevido a desear, y si decía que no, Renjun no estaba seguro de poder recuperarse.

—¿Quieres...? —Jeno comenzó.

—Sí —Renjun interrumpió.

Jeno ladeó la cabeza, entrecerrando los ojos. —Ni siquiera sabías que iba a decir.

Renjun agitó las manos. — ¿No lo entiendes? No importa lo que fuera que ibas a decir. La respuesta es sí. Lo que sea que quieras... Siempre diré que sí.

Jeno cerró la distancia entre ellos, enterrando las manos en el cabello de Renjun y aplastando sus bocas juntas. Se derritió contra él, saboreando el café en la lengua de Jeno y deleitándose en el rasguño y ardor del leve rastrojo de Jeno contra su piel tierna. Jeno los llevó hacia atrás de regreso a la casa, sin romper el beso. Cuando Renjun tropezó, las manos de Jeno se engancharon debajo de sus muslos, alzándolo como si pesara nada. Renjun rodeó su cintura con las piernas, la parte baja de sus cuerpos alineándose en una forma que lo tuvo gimiendo.

Cuando Jeno finalmente apartó la boca, su mirada se clavó en Renjun. —Tienes que estar seguro. Realmente no entiendes cómo funcionan estos acuerdos; hay contratos y límites. Eres virgen, y jamás he hecho algo con una persona sin experiencia.

Renjun sostuvo su mirada. —Solo soy virgen en el sentido técnico de la palabra. Mis límites duros son nada de humillación, nada de deportes de agua, y no quiero que me compartas con otros. Mis límites suaves son los que hablamos ayer en la noche. Quiero ser... el pasivo... contigo, pero no sé si mi cuerpo pueda... —Él se interrumpió, mirando por sobre el hombro de Jeno, seguro de que sería un factor decisivo.

Jeno arrastró el pulgar sobre el labio inferior de Renjun. —Entendido.

Jeno los dejó a ambos sobre el sofá, llevando a Renjun hacia abajo sentándolo a horcajadas en su regazo. Jeno lo estudió hasta que Renjun no pudo contenerse en preguntar. —¿Qué?

—Sabes más cosas de las que pensé.

Renjun rodó los ojos con una sonrisa. —Te dije que serías un buen papi la noche en que nos conocimos. ¿Acaso pensaste que no había hecho mi dosis de averiguaciones en google? El porno es gratis ahora, viejo.

—¿Así es como te liberas en las noches? ¿Mirando a papis dominar a sus chicos? —Jeno rugió, una mano en un puño dentro del pelo de Renjun, la otra arrastrándolo cerca hasta que estaban al ras uno contra el otro. Renjun no pudo evitar frotarse contra la polla medio dura de Jeno. Jeno azotó su trasero lo suficientemente fuerte para hacerlo sisear. —Detén eso. Estamos hablando ahora mismo —Dijo, aunque sus ásperas manos rozaban el torso y pecho de Renjun, los pulgares arrastrándose sobre los pezones planos—. Papi te hizo una pregunta.

—Sí, papi —Dijo Renjun en un gemido, arqueando la espalda contra el toque, sus ojos cerrándose mientras Jeno dejaba un beso sobre el centro de su pecho.

—Presta atención, chico dulce.

—Eso intento —Renjun lloriqueó. ¿Cómo se suponía que iba a concentrarse con los pulgares de Jeno recorriendo las ranuras de los huesos de su cadera, la polla dura de Jeno contra la suya, y la lengua de Jeno jugando sobre la punta dura de uno de sus pezones? Jeno no estaba siendo justo.

✶𝕰 𝖒 𝖇 𝖗 𝖎 𝖆 𝖌 𝖆 𝖉 𝖔 𝖗✶    ||ɴᴏʀᴇɴ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora