Capítulo 6

808 88 3
                                    


Renjun arrastró a Nancy Jewel McDonie a través del pasillo con mucha más velocidad y agresividad de lo que una chica tambaleándose en tacones de cinco pulgadas estaba probablemente acostumbrada, pero necesitaba poner algo de distancia entre él y Jeno de vuelta a la cocina. Una pequeña parte de Renjun se sentía culpable por dejar al hombre solo para limpiar su desastre, pero la otra parte de él todavía estaba pensando en la erección del susodicho soldado presionada contra su espalda.

Renjun podría apostar su fondo fiduciario completo a que Jeno había estado a dos segundos de besarlo antes de que Nancy irrumpiera en la cocina como el desorden caliente y descuidado que era, y Renjun estaba cien por ciento seguro que lo hubiese dejado hacerlo y setenta y cinco por ciento seguro de que era la peor idea de la historia. Dios, ¿Que se supone haría Renjun con Jeno? El tipo estaba casado, con un niño. Incluso si era gay, no estaba disponible, y Renjun podría ser un montón de cosas, pero no era un rompe hogares.

Al menos, nunca lo había sido.

Una vez entraron a su habitación, él cerró la puerta. En un momento de locura, él contempló la idea de deslizar una silla bajo el picaporte. Tomó aire profundamente y lo dejó ir, tratando de calmar sus nervios desgarrados. Pero entonces un pensamiento se formó, como si estuviera en casa dentro de su cerebro. Jeno y él estaban juntos y atrapados por los próximos seis meses. Seis jodidos meses de lo que sea y jodido fuera de lo que pasó en la cocina, o que casi pasó, o lo que sea. ¿Cómo iba a Renjun a aguantarlo? No era lo suficientemente fuerte para decir que no.

Renjun no sabía si debía reír o llorar. Este problema en particular nunca debió pasársele por la cabeza a su padre mientras contrataba a Jeno. Su viejo no era capaz de imaginar un mundo donde alguien como Jeno pudiera mirar a alguien como Renjun y no viera algo diferente a alguien patético y débil. Renjun tampoco podía haberlo sospechado, pero no se había imaginado los dedos de Jeno hundiéndose en su carne o su respiración contra el cuello, o su polla dura como roca presionada cómodamente contra la parte baja de la espalda de Renjun.

Nancy se giró de la nada, sacándolo de sus pensamientos antes de que hubiese podido lidiar con su inconveniente erección. Ella hundió una afilada uña color rosa contra su pecho.

—Ok, cara de bebé. Háblame. ¿Qué estaba pasando allá fuera contigo y con el Sr. Sexo-andante? Se veía como si estuviera a punto de montarte contra el mesón de la cocina.

—Cállate —Dijo, pero no pudo tragarse sus palabras.

—Está algo viejito, ¿No?

No le respondió, solo hizo rodar los ojos. El día de ayer, él podría haber llamado a Jeno viejo, pero hoy, pensaba que solo era lo suficientemente mayor. Renjun dio una mirada hacia sus joggers y camiseta empapados, y brevemente consideró cambiarse de ropa, pero apartó la idea. Quizás la fría y apretada tela lo mantendría lo bastante incómodo para que dejara de revivir los últimos quince minutos en la cocina.

—Por favor, tienes que darme algo. ¿Estaban ustedes dos a punto de bautizar las preciosas encimeras de mármol de tu madre?

Renjun suspiró. No tenía idea de que habría pasado si Nancy no hubiese aparecido, y honestamente no estaba seguro de querer saberlo. Había algo en la manera en que Jeno lo miró, como si pudiese ver a través de él de alguna forma. Dejó a Renjun nervioso y trastornado. Si Jeno al observarlo lo dejaba sin aliento y tembloroso, ¿Qué diablos pasaría si lo besaba... o algo más? Renjun no era exactamente virgen, pero Jeno lo hacía sentir como uno.

—En serio, Junnie. ¿Qué pasa contigo y el extraño de la cocina? Pensé que tu padre todavía te tenía bien metido en el armario. Si me perdí de tu fiesta de salida, voy a estar muy enojada.

✶𝕰 𝖒 𝖇 𝖗 𝖎 𝖆 𝖌 𝖆 𝖉 𝖔 𝖗✶    ||ɴᴏʀᴇɴ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora