Capítulo 20

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No era que Renjun no quisiera a su abuela. La quería, tanto como una persona podría amar a alguien que apenas conoce. Ella era lo más parecido a un humano que probablemente encontraría columpiándose en su árbol genealógico. Pero Liu Fei era lo que a Nancy le gustaba llamar una rompe-pelotas. Era vieja y medio ciega y estaba sentada en una silla de ruedas que parecía haberla sacado directamente del ático de una película de terror. Renjun podía contar con una mano el número de veces que había tenido algo más que una conversación pasajera con la mujer desde su nacimiento. Su madre y su abuela no se hablaban, aunque Renjun no sabía por qué. Supuso que lo que sea que había sucedido era culpa de su madre. Mei era una persona difícil incluso con una dosis triple de su medicamento.

Cuando alcanzó a Nancy, ella se sentó en cuclillas junto a la silla de ruedas de mimbre de su abuela, agarrando los nudosos dedos de Fei y riéndose de algo que la mujer decía. Renjun no tenía idea de por qué Nancy quería tanto a la mujer. Sólo se habían visto dos veces, pero parecían viejas amigas ¿Quizás su abuela era senil y pensaba que Nancy era otra persona? Quizás Nancy también estaba un poco senil.

La mujer se parecía mucho a una versión envejecida de su madre, sólo que su cabello plateado estaba recogido en una complicada configuración de vueltas y ondas, todo decorado con una horquilla de rubí chillón. Renjun y su madre se parecían a Fei en tono de piel y color de ojos, pero todo en su abuela era frágil, incluida su personalidad.

Él se inclinó y la besó en la mejilla, y ella no le dio palmaditas en la mejilla sino que lo abofeteó.

—Bueno, si no es mi nieto desaparecido. Pensé que quizás también te habían metido en una casa y se habían fugado con tu fondo fiduciario—. Los ojos de Renjun se agrandaron y Nancy se rio. No estaba equivocada, pero la gente los rodeaba por todos lados, gente a la que nada le gustaría más que chismear sobre Renjun y su familia.

El juez Alexis Thompson estaba parado junto a su abuela. Era uno de los compañeros de golf de su padre. Un evangélico con intenciones ocultas. El tipo favorito de su padre.

—Sí, Renjun. Pensamos que tal vez estabas en rehabilitación y tu padre estaba demasiado avergonzado para decírnoslo—. Bromeó el hombre, agitando su largo vaso vacío.

A Renjun se le revolvió el estómago, pero puso una sonrisa falsa en su rostro, volteándose hacia su abuela. —He estado ocupado con la escuela, abuela. Eso es todo.

Los ojos de Alexis destellaron en el brillo de un centenar de candelabros. —Eso es gracioso. Alexia dijo que no te había visto por el campus en casi un año.

Alexia era una pequeña soplona de rostro puntiagudo. —Su hija forma parte de una fraternidad. No me gusta mucho la vida con las fraternidades.

—Podrías haberme engañado—. Murmuró Fei, mirando a Jeno de arriba abajo con una mirada conocedora que hizo sudar a Renjun.

Antes de que pudiera pensar en una respuesta decente, la esposa de Alexis se unió a ellos. Era una mujer de mediana edad que vestía una base dos tonos demasiado oscuros y un vestido amarillo que hacía que su tez se viera pálida como si tuviera una afección médica.

—Allí estás. Lo juro, había una cola para el baño de mujeres casi hasta fuera del vestíbulo. Algunas de esas feministas locas lograron entrar al hotel, creo.

—¿Por qué dices eso?—. Preguntó Alexis, mirando por encima del hombro como si una feminista pudiera estar al acecho detrás de él.

—Bueno, la mujer en el cubículo a mi lado estaba usando los zapatos más masculinos que haya visto. Creo que podría haber sido una lesbiana.

—Oh, cállate, Marcela. Usar zapatos cómodos no convierte a una mujer en feminista o lesbiana más de lo que usar ese horrible vestido amarillo te convierte en un maldito plátano—. Dijo Fei con aspereza, sacudiendo la cabeza. —Lo juro, con mujeres como tú, no sé por qué mi madre luchó tan duro para ganar el derecho al voto.

✶𝕰 𝖒 𝖇 𝖗 𝖎 𝖆 𝖌 𝖆 𝖉 𝖔 𝖗✶    ||ɴᴏʀᴇɴ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora