Capítulo 22

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Renjun no recordaba quedarse dormido, pero cuando abrió los ojos de nuevo la habitación estaba oscura, afuera la luna resplandecía tenuemente detrás de una marea de nubes oscuras. Jeno lo tenía en cucharita, un brazo debajo de la almohada de Renjun y el otro envuelto alrededor de su cintura, roncando suavemente contra su cuello. El calor se arrastró por su cuerpo al recordar lo que hicieron. Lo que dejó que Jeno hiciera. Era algo extraño de lo que estar orgulloso,
Renjun sabía, pero dejó que Jeno entrara, se vino tan fuerte en los dedos de Jeno. Todavía podía sentirlo. Era extraño, casi como un ardor placentero, nada como solía sentirse después de...

Sacudió los pensamientos lejos antes de que pudieran echar raíces. No estaba dispuesto a arruinarlo. Él cambió de posición, haciendo una mueca cuando su vejiga protestó. Intentó deslizarse debajo del brazo de Jeno sin molestarlo, pero se apretó a su alrededor. —¿A dónde crees que vas? —Jeno gruñó contra su piel.

Renjun rodó los ojos. —Qué mandón —Bromeó, un extraño sentimiento liviano en su pecho mientras dejaba caer un beso en la barbilla de Jeno y se dirigía al baño.

Una vez se hubo descargado, observó su reflejo en el espejo. Tenía el pelo erizado, y sombras tenues formaban medias lunas debajo de sus ojos. Y luego estaban los moretones... Si alguien lo mirara, jamás sería capaz de convencerlos de que él había deseado esto, pero cada marca enviaba una descarga de emoción a través de él, servía como un recordatorio de que pertenecía a Jeno... Al menos, por ahora.

Se dirigió de regreso a la habitación donde Jeno estaba acostado como lo había dejado, de lado, ojos cerrados, los carnosos labios separados. Incluso en sueños, Jeno lucía intimidante, como si alguna especie de dios romano hubiese vagado en la cama de Renjun y se hubiese dormido. Renjun gateó de regreso a la cama, preparando su camino debajo del pesado brazo de Jeno encarándolo esta vez, y encajó la cabeza debajo de su barbilla. El cuerpo de Renjun entraba a la perfección. Presionó la nariz en la garganta de Jeno. ¿Por qué siempre olía tan bien? Y, ¿Por qué siempre era tan cálido?

Renjun acarició con la mano los músculos de la espalda de Jeno, trabajando sus muslos entre las rodillas de él. El brazo de Jeno lo abrazó más cerca, su mano deslizándose sobre el trasero de Renjun. —No comiences nada que no puedas terminar, chico —Murmuró Jeno en su oreja.

Renjun tembló, sus pezones endureciéndose solo con el sonido de la voz de Jeno. —No estoy intentando iniciar nada —Reclamó incluso aunque se mecía contra él, frotando su polla medio dura contra el surco de la cadera de Jeno—. Es solo que te sientes tan bien.

Jeno rio, sin ninguna intención de detener a Renjun de follarse su pierna. —Oh, ¿En serio?

Renjun asintió debajo de su barbilla, trazando la lengua a lo largo de la clavícula de Jeno, disfrutando el sabor de su piel. —Sí. Es como mi nueva cosa favorita.

Jeno se echó hacia atrás, inclinando la barbilla de Renjun para besarlo, pero no había calor detrás del beso. —De verdad. ¿Estás bien después de lo que pasó más temprano?

El corazón de Renjun se aceleró detrás de las costillas, su cadera quedándose quieta. —Sí, estoy bien. De verdad. Mejor que bien.

Jeno lo examinó como si la verdad de sus palabras descansara en algún lugar de su piel. Lo que sea que vio pareció calmarlo. Besó su frente antes de meter la cabeza de Renjun nuevamente debajo de su barbilla. Ellos estuvieron echados allí en silencio, los dedos de Jeno trazando patrones a lo largo de su espalda, y la mano de Renjun arrastrando los dedos sobre la espina de Jeno.

—¿Puedo hacerte una pregunta? —Preguntó Jeno luego de unos momentos.

El pulso de Renjun se aceleró, pero dio un asentimiento entrecortado. —Creo que sí.

✶𝕰 𝖒 𝖇 𝖗 𝖎 𝖆 𝖌 𝖆 𝖉 𝖔 𝖗✶    ||ɴᴏʀᴇɴ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora