Capítulo 27

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A Jeno le disgustaban muchas cosas: el tráfico de Miami, la homofobia, las personas que usaban luces intermitentes en la lluvia; pero había tres cosas que él verdaderamente odiaba: las preguntas sin responder, los cereales dulces para el desayuno y las jodidas caricaturas. Esa mañana, las tres cosas lo estaban asaltando al mismo tiempo, haciendo que palpitara su ojo izquierdo.

A su lado, Renjun estaba sentado con sus piernas aún en pijamas dobladas debajo de él y la boca llena de cereal mientras se reía de una sensible esponja que usaba pantalones. Jeno usualmente no permitía que Renjun tomara comida chatarra a primera hora de la mañana, pero el día anterior, le prometió al chico todo lo que quisiera si conseguía atravesar el almuerzo de caridad de su padre sin incidentes. Renjun había escogido una mañana de mamadas y cereal Lucky Charms, y Jeno era un hombre de palabra.

Él era todo acerca de reforzar el buen comportamiento, y no pensaba que alguna vez fuera a cansarse de chupársela a Renjun, pero el aroma a marshmallows empapados y leche azucarada lo hacía apretar tanto los dientes como las caricaturas estridentes de la televisión. Las caricaturas no eran parte de la negociación inicial sino un apéndice que Renjun había propuesto un segundo antes de que se maniobrara a sí mismo sobre la polla de Jeno hacía una hora. Había rogado, haciendo mohines, llamándolo papi mientras lo miraba fijamente con esos hermosos ojos brillantes al defender su caso con entusiasmo. Renjun había montado la polla de Jeno como un chico que de verdad quería ver caricaturas, lo cual explicaba como Jeno, ahora duchado y afeitado, sentado en el sofá, escuchaba a Renjun resoplar de risa mientras que las paredes que Jeno cuidadosamente construyó alrededor de su infancia disfuncional se desmoronaban.

En la familia Lee, las caricaturas y el cereal eran lo más básico de la despensa. Jeno creció en sórdidos moteles de paga-la-hora en donde las alfombras sucias dejarían tus pies negros, la ropa de cama siempre tenía manchas sospechosas, y nunca había cocina. Había semanas en que su hermana y él habían sobrevivido con nada más que cereal seco de baratas, comprado con las monedas de detrás de los cojines de sofás arruinados y las que eran minadas del mar de caramelos sin envoltorios y tabaco suelto que siempre flotaba en el fondo del bolso de su madre.

Su madre constantemente desaparecía por días, dejando a Yongsun resolver como los llevaría a ambos a la escuela y a la casa -Cuando su madre recordaba registrarlos en la escuela-. Tarde en la noche, su hermana ponía cintas de Bugs Bunny o Tom y Jerry dentro del VCR así no tendrían que escuchar los sonidos de las sirenas, peleas de borrachos, o las prostitutas conduciendo sus negocios en las habitaciones siguientes. Las caricaturas eran la música de fondo de cada cosa mala en la vida de Jeno hasta que su madre falleció y él se escapó a la milicia. Después de todos estos años, todavía hacía que se le erizara la piel.

A pesar de todo eso, Jeno dejó a Renjun tener su cereal y sus caricaturas, porque por primera vez en casi una semana, Renjun parecía estar disfrutando. Lo que lo llevaba a la tercera cosa que Jeno odiaba: las preguntas sin respuesta. Algo había cambiado en Renjun desde que Jeno lo había follado. No era un cambio obvio, más como una tensión en su rostro, la ansiedad en sus ojos cuando Jeno no estaba castigándolo o enterrado dentro de él. Cuando Renjun no tenía algo con qué distraerse, se ponía inquieto, agitado como un animal encerrado, pero cada vez que Jeno preguntaba si había algo mal, Renjun sonreía y decía que estaba bien.

La puerta de entrada se abrió de par en par, y Renjun saltó, tambaleándose hacia el otro lado del sofá por instinto. Fulminó con la mirada a Nancy mientras ella dejaba caer un bolso de mano sobredimensionado sobre la encimera.

Ella se encogió de hombros. —¿Qué? Si la cerradura estuviera puesta, yo no estaría parada aquí ahora mismo. Deberían ser más cuidadosos, ustedes dos.

Ella se desplomó en el sofá entre ellos, balanceando su pie en sandalia sobre el regazo de Renjun mientras dejaba caer la cabeza en el muslo de Jeno. —Hombre, nunca me dijiste que tu hermana era una belleza.

✶𝕰 𝖒 𝖇 𝖗 𝖎 𝖆 𝖌 𝖆 𝖉 𝖔 𝖗✶    ||ɴᴏʀᴇɴ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora