Capítulo 18

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Renjun estaba teniendo el mejor sueño de todos. La boca de Jeno estaba sobre él, chupándolo como si intentara sacar el cerebro de Renjun a través de su polla. Renjun trató de empujar más profundamente en la caliente succión, pero las manos de Jeno lo mantuvieron en su lugar, agarrándolo lo suficientemente fuerte como para magullarlo. Renjun apretó los puños en el cabello de Jeno, rogándole que tomara más, que lo dejara empujar más profundo, pero cada vez que Renjun hablaba, Jeno se alejaba, contento de esperar a Renjun hasta que se calmara.

Era enloquecedor: cada vez que Renjun se quedaba en silencio, la boca de Jeno comenzaba de nuevo, trabajándolo más duro, llevando a Renjun cerca del clímax hasta convertirlo en un lío balbuceante, lo que solo haría que Jeno se detuviera una vez más. Cada vez que Renjun suplicaba, Jeno se reía y jugaba más con él, lamiendo y chupando el pliegue de su muslo o el lugar detrás de sus bolas -en cualquier lugar menos donde Renjun más lo necesitaba- hasta que Renjun era un desastre jadeante y sollozante.

—Avísame cuándo estés a punto de correrte —exigió Jeno en voz baja, mordiendo la parte interior del muslo de Renjun con tanta fuerza como para arrancarlo del sueño y demostrarle que no estaba soñando en absoluto.

Renjun parpadeó con los ojos pesados hacia Jeno, quién se había arrodillado a los pies de la cama, con los muslos de Renjun sobre sus enormes hombros. —Oh, Dios—, gimió Renjun.

—Papi será suficiente —dijo Jeno con una sonrisa. —Avísame cuando estés cerca. ¿Entendido?

—Sí, papi —prometió Renjun, echando la cabeza hacia atrás mientras Jeno lo tomaba hasta la parte posterior de su garganta.

Jeno era el mejor papi de todos. Primero, el beso negro y luego la paja que le dio anoche y otro en la ducha antes de arroparlo de nuevo, y ahora la succión perfecta de la boca de Jeno mientras le daba la mamada más caliente de su vida. Renjun arqueó las caderas y esta vez Jeno lo dejó. Se perdió en la sensación, yendo más profundamente sin pensarlo, atrapado en la sensación de los labios de Jeno trabajando sobre él y la forma en que lamía su raja, su leve rastrojo rozando contra todos los puntos más sensibles de Renjun.

—Estoy cerca... estoy tan cerca... papi...

El perfecto calor de la boca de Jeno desapareció. Renjun intentó obligar a su cerebro a procesar la repentina ausencia. Jeno flotaba sobre él ahora, descansando su peso en sus manos, una sonrisa de satisfacción en su estúpido e impecable rostro. Renjun parpadeó confundido.

—No te puedes correr hasta que te dé permiso. Tu castigo comienza ahora.

Renjun sintió que su expresión se derrumbaba. —¿Castigo?

—Te corriste sin permiso.

Las palabras de Jeno fueron agua helada vertida sobre su cabeza. Renjun miró a Jeno, tratando de matarlo con sus pensamientos. Jeno parecía imperturbable. —No hagas pucheros. Te advertí que habría consecuencias.

Renjun contempló darle una patada a Jeno en las pelotas, sin importar si hubiese consecuencias o no. No sabía que era posible estar tan cachondo y enfurecido al mismo tiempo. —No estoy haciendo pucheros.

—Dile eso a tu labio inferior —bromeó Jeno, inclinándose para morder el labio inferior de Renjun antes de ponerlo de pie.

Tenía derecho a hacer pucheros, se aseguró. Le dolían las bolas y su polla estaba lo suficientemente dura como para romper una ventana, sin embargo, una parte estúpida de él todavía estaba desesperada por complacer a su papi. Si Jeno quería castigarlo, Renjun no podía detenerlo, pero eso no significaba que tuviera que estar feliz con eso. Era lo opuesto a feliz y tenía derecho a comportarse de acuerdo con ello.

✶𝕰 𝖒 𝖇 𝖗 𝖎 𝖆 𝖌 𝖆 𝖉 𝖔 𝖗✶    ||ɴᴏʀᴇɴ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora