Capítulo 19

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En el auto, Renjun se sentó entre Jeno y Nancy, estremeciéndose como un Chihuahua muy nervioso. Masticó su labio inferior, sacudió la pierna y movió sus manos hasta que Jeno entrelazó sus dedos con los de él y los apretó con fuerza. Echó la cabeza hacia atrás, sus ojos tristes encerrados en los de Jeno. Una pequeña punzada de culpabilidad pinchó a Jeno. Tal vez no debió haber pasado el día arrastrando a Renjun al borde del olvido. Quizás debió haber hecho algo para que se relajara todo lo posible. Pero Renjun tenía que entender que sus acciones tenían consecuencias, y si Jeno no cumplía, él dejaría de creer sus amenazas. Además, era demasiado tarde como para preocuparse por ello ahora.

Cuando se detuvieron junto al hotel. Estaba la línea usual de carros para estos eventos, limosinas dejando a personas justo en la puerta. Dios no les permitiera caminar a cualquier lado. Un grupo de aproximadamente treinta personas protestando estaban de pie afuera, sujetando carteles sobre sus cabezas, abucheando cada vez que otra pareja pasaba en sus mejores galas. Los asistentes no parecían molestos, y algunos incluso sonrieron y agitaron la mano en un gesto de "coman mierda". Nancy tenía razón. Este era un show de mierda de
proporciones épicas.

Jeno salió antes que Renjun, escudándolo mientras él ayudaba a bajar a Nancy en su costoso vestido apretado. Una vez ella estuvo de pie, Jeno los apresuró dentro, ambos brazos alrededor de ellos como un escudo. Ambos bajaron sus cabezas mientras bombillas de cámaras disparaban flashes y los reporteros locales empujaban micrófonos contra sus rostros. Las preguntas se arremolinaban hacia ellos, pero ninguna lo suficientemente discernible para garantizar una respuesta. No es como si hubiesen respondido, de todas formas.

Dentro, el lobby del hotel daba una sensación diferente. Música clásica fluyendo de los parlantes de arriba. Las únicas personas visibles eran los invitados a la fiesta del senador, riéndose y charlando mientras caminaban hacia el salón de baile principal, como si Roma no estuviera ardiendo justo detrás de las puertas doradas del hotel. Jeno dirigió a Renjun y Nancy en dirección a la fiesta, caminando detrás de ellos y con una mano en cada hombro. Cuando casi pasaban el límite, una mujer dio un paso al frente. Renjun se detuvo en seco antes de chocar con ella. Nancy arrugó el ceño en confusión hacia la mujer más pequeña.

—Renjun, Gemma Jones del Miami Sun. Nos conocimos ayer en la noche. Me preguntaba si podrías hablar ahora que los dos tienen la ropa puesta —Ella preguntó, alzando la voz con suficiente fuerza para que las cabezas se giraran hacia ellos.

Las mejillas de Renjun ardieron, pero Nancy se acurrucó contra él con posesividad y una sonrisa astuta como si el comentario fuera dirigido a ella y Renjun, y no a Jeno y Renjun. Las personas que estaban cerca para oírlos dieron una mirada al vestido relevador de Nancy antes de girar las narices y seguir caminando.

Jeno bajó la voz. —Sin comentarios. Él nunca tendrá algún comentario, y si imprimes, aunque sea una palabra o guiño a lo que sea que estás implicando, mi cliente te demandará por difamación.

Gemma rió disimuladamente. — ¿Difamación? Sólo si no puedo probar mis alegatos.

Jeno abrió la boca, pero fue Nancy quien dio un paso al frente. —¿Dijiste que escribes para Miami Sun?

La mujer movió su mirada a Nancy respondiendo despectivamente. —Sí.

Nancy sonrió. —Oh, entonces estoy sorprendida que no me reconozcas.

La mujer se removió con incomodidad, su actitud engreída quebrándose un poco. —¿Por qué habría de saber quién eres?

—Porque mi padre es tu jefe.

Tanto Jeno como la mujer dirigieron sus miradas a la muchacha, estupefactos.

La reportera se burló. —Mi jefe es una mujer, y ella no tiene hijos.

✶𝕰 𝖒 𝖇 𝖗 𝖎 𝖆 𝖌 𝖆 𝖉 𝖔 𝖗✶    ||ɴᴏʀᴇɴ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora