Bölum 31

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-Sultana, la Señorita Nurbanu desea verla

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-Sultana, la Señorita Nurbanu desea verla.

Harika bajo su libro confundida cuando su criada le anunció la llamada ¿Para que deseaba verla? Ella no tenía deseos de hacerlo y mucho menos cuando ofendió a sus hijas hace menos de tres días en el Harén.

-Dile que se vaya, no tengo deseos de atenderla.

-Como usted lo ordene, Sultana.

Dio un suspiro sosteniendo a Kadri en sus brazos que había estado todo el tiempo en su moisés, no le gustaría cruzarse con ella ni mucho menos hablar porque le desagrada e incomodaba tener que estar en un mismo espacio, peor que si ni siquiera estuviera Selim ahí con ella.

Quiso amamantar a su hijo cuando de repente Nurbanu interrumpió en su habitación siendo seguida por Canfeda que intentaba hacerle entrar en tazón, la rubia con una mirada cansada detuvo a su criada que se inclinó apenada.

-Creo haberte dicho que no quería verte, por favor vete -hablo manteniendo una postura tranquila- no entrar a este lugar, no tienes derecho a pisar mis aposentos.

-¿Estás contenta?

-¿Disculpa? -preguntó con el ceño fruncido abrazando a su hijo contra su pecho sintiéndose confundida- habla claro, no permitiré que entres cuando quieras a mi habitación y me cuestiones tonterías.

-Si estás contenta con todo lo que me has quitado desde que has llegado al palacio como favorita de la Sultana Hurrem.

-Increíble... Ya sé a dónde va todo esto, conozco tus palabras a la perfección -dijo moviendo su mano a Canfeda que se acercó rápidamente a Nurbanu- por favor retírate de mi habitación.

-¡Ahora me quitaste el amor de mi hijo! Mi hijo me trata como una desconocida total, no me ve como su madre.

-Yo no he hecho tal cosa.

-Se dirigiré a ti con mucho respeto, hay un brillo en sus ojos cuando habla de ti.

-Lleven a Nurbanu a su habitación -ordeno volviendo a sentarse ignorando las lágrimas de la veneciana- está tan cansada que está diciendo cosas sin sentido.

-Si Majestad.

Nurbanu siguió gritando cuando se la llevaban, Harika suspiró arrullando a Kadri que se había alborotado por el ruido aunque no tuvo tiempo de pensar en algo cuando Murad entró a su habitación.

-Pequeño Príncipe -saludó con una sonrisa al niño que sonreía, esperando que no hubiera escuchado nada de la pelea- ¿Cómo ha estado?

-Sultana, me alegra mucho ver su rostro iluminado con una sonrisa.

-Sus palabras me halagan profundamente -agradeció dejando un espacio para que se sentara a su lado- ¿Está contento mi Príncipe? Se que anhelaba mucho volver a ver a su madre.

Melifluo [El Sultán] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora