IV

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Te llamaré recuerdo, porque ya no puedo llamarte amor...





—Seguí mi vida pero jamás dejé de quererle. La verdad es que le llevo en cada latido, aunque estos a veces duelan y suenen como una nostálgica melodía.—

 La ruptura con Hyunjin me había dejado con un vacío difícil de llenar, un sentimiento de pérdida que parecía no tener fin. Las enfermeras me recomendaron comenzar a asistir a sesiones con el psicólogo Kim Seok-jin. Él me ayudaba a ordenar mis pensamientos y a entender que no todo había sido mi culpa. Había momentos en los que me sentía abrumado por la culpa, pensando que si hubiera actuado de manera diferente, tal vez las cosas habrían sido distintas.

— Creo que no te rompe tanto lo que pasó con él, sino la ilusión de lo que pudo haber sido —comentó el psicólogo mientras hojeaba sus notas.

Sus palabras resonaron en mí como una verdad incómoda pero necesaria. Había construido tantos sueños alrededor de nuestra relación que aceptar su fin era como enfrentarse a una realidad dura y cruda.

— Todo esto es mi culpa. Quizás si hubiese estado más pendiente de él... —susurré, sintiendo el peso de la autocrítica.

— Felix, no te sientas insuficiente. A decir verdad, eres demasiado para él. No fue tu culpa. —respondió Jin con calma, buscando reconfortarme.

— ¿Cómo le digo a alguien que nunca estuvo que se quede? —pregunté finalmente, dejando escapar la angustia que me oprimía el pecho.

— No lo haces, porque no puedes hacerlo. No necesitas a alguien que no se quiera quedar en tu vida, Felix —dijo Jin con una sabiduría que calmaba mi agitada mente.

Supongo que me arruinaba mentalmente el no saber el porqué de algunas cosas. Por eso me gustaba visitar a Jin. Él me ayudaba a poner orden en mis pensamientos y a entender que aferrarse a lo que no funciona solo prolonga el dolor.

— Felix, cuando más te aferras a lo que no funciona, más te duele. No vale la pena aferrarse a algo que te hace daño solo porque te hace sonreír de vez en cuando. Fuiste muy valiente al enterarte de la verdad y poner fin a esa relación.

Pero a pesar de las palabras de Jin y de todas las reflexiones que me ayudaba a hacer, había momentos en los que el dolor se volvía insoportable. Aquella noche, mientras estaba solo en mi habitación, me encontré mirando una foto de Hyunjin en mi teléfono. Sus ojos, su sonrisa, cada detalle que antes me hacía sentir bien ahora solo intensificaba mi dolor.

Seguí asistiendo a mis sesiones con Jin, encontrando consuelo en sus palabras sabias y en su apoyo incondicional. Poco a poco, comencé a aceptar que el amor que sentía por Hyunjin no desaparecería de la noche a la mañana, pero podía aprender a vivir sin él. Aprendí que no podía forzar a alguien a quedarse si ya no quería estar, y que a veces dejar ir era el acto más valiente que podía hacer.





Salí de la clínica de Kim Seok-jin con una mezcla de alivio y agotamiento emocional. Las palabras del psicólogo habían sido reconfortantes, pero aún sentía el peso de la situación con Hyunjin sobre mis hombros. Me dirigí al baño, dejando que el agua templada limpiara mi rostro mientras intentaba asimilar todo lo que había discutido con Jin.

Mirándome en el espejo, repetí sus palabras para reforzarlas en mi mente. Necesitaba seguir adelante, dejar atrás el dolor y encontrar mi camino sin Hyunjin. Acepté que no podía forzar a alguien a amarme si ya no sentía lo mismo, por más doloroso que fuera aceptarlo.

Decidido a cambiar mi perspectiva, salí del baño y caminé hacia mi habitación en el hospital. Cada paso era un esfuerzo por dejar atrás el pasado y mirar hacia el futuro con optimismo, aunque el vacío que dejó Felix aún se sentía demasiado fresco.

Al doblar una esquina, sin prestar mucha atención a mi alrededor, choqué accidentalmente con alguien que venía en dirección opuesta. Levanté la vista rápidamente, dispuesto a disculparme de inmediato, pero al ver su rostro, me quedé sin palabras por un momento.

— ¡Lo siento! —exclamé, con el corazón latiendo con fuerza por la sorpresa.

La persona frente a mí también parecía haberse sorprendido, sus ojos buscaban mi rostro como si intentara recordar quién era yo.

— ¿Felix? —preguntó con una mezcla de incredulidad y reconocimiento.

— ¿Yeonjun? —respondí, confirmando su identidad mientras mi mente intentaba procesar la situación.

— Sí, soy yo —confirmó, con una ligera sonrisa que no alcanzaba a sus ojos.

Sentí un nudo en la garganta al recordar los momentos compartidos con Yeonjun antes de que todo se volviera tan complicado. Él había sido mi amigo, mi confidente, y aunque las cosas habían cambiado, su presencia traía consigo una mezcla de nostalgia y esperanza.

Heather 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora