XIII

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Él hace crecer flores en mis grietas.






Felix aceptó acompañar a Hyunjin a su cafetería favorita, el lugar donde él le había declarado su amor y él había rechazado. Sentía una extraña comodidad al volver con él a aquel sitio; dicen que siempre regresas a donde fuiste feliz, y esta vez regresaba con él, la persona que le había hecho feliz.

Estaba absorto en sus pensamientos, mirando hacia abajo mientras él pedía su café americano y un gofre para Felix. Una vez hecho el pedido, se dirigieron a una mesa para esperar.

Felix tomó asiento y Hyunjin se sentó frente a él en la elegante y acogedora cafetería. No pudo evitar bajar la mirada mientras pensaba, ocasionalmente observando los labios de él moverse hasta que finalmente él se dio cuenta.

—¿En qué estás pensando?—, preguntó Hyunjin con curiosidad.

Felix tragó saliva antes de abrazarlo con ternura.

—Estaba pensando en cómo sería besarte.

—Joder heather, ¿No te sirvió el de esta mañana? —bromeó.

—Lo siento, no tengo filtro contigo, y lo sabes.

—Es que... lo complicas todo Felix.

—¿Que complico?

Me complicas a mí.

Y entonces, Hyunjin le besa de nuevo. Sus labios se encuentran en un gesto lleno de intensidad y deseo, como si cada beso fuera una necesidad imperiosa, un anhelo profundo que se había mantenido latente durante tanto tiempo.

Felix siente cómo sus labios presionan los suyos con firmeza, como si estuviera tratando de transmitirle algo más allá de las palabras. Es un beso cargado de emociones reprimidas, como si él se estuviera aferrando a ella con la desesperación de quien se siente perdido y encuentra refugio en el calor de otro ser humano.




Ambos disfrutaron tranquilamente de su desayuno en la cafetería, sumergidos en una conversación ligera que flotaba entre ellos como el aroma del café recién hecho. Después de terminar, salieron juntos del local, sin sospechar que Hyunjin le tenía preparada una sorpresa.

—Espérame aquí un momento—, le dijo Hyunjin de repente.

—¿Qué pasa?—, preguntó Felix con curiosidad.

—Solo espera un poco, impaciente—, respondió Hyunjin con una sonrisa misteriosa.

Felix asintió y se quedó allí, preguntándose qué tramaba su compañero. Al principio, una pequeña duda cruzó su mente, temiendo que Hyunjin pudiera haberle dejado plantado de nuevo. Sin embargo, decidió respirar hondo y confiar en él, esperando pacientemente su regreso.

—Felix—, llamó Hyunjin cuando volvió.

Felix se giró lentamente hacia Hyunjin y sus ojos se encontraron con el espectáculo que sostenía en sus manos: un hermoso ramo de tulipanes rosas y rojos, cuidadosamente dispuestos y envueltos en una tela verde con un lazo blanco. Cada flor parecía brillar bajo la luz tenue de la tarde, cada pétalo vibraba con una vitalidad que contrastaba con la tranquilidad del momento. El aroma fresco de los tulipanes llenó el aire a su alrededor, mezclándose con el cálido aroma del café que aún persistía en sus sentidos.

—Hyun, ¿qué es todo esto?—, preguntó Felix, sorprendido y con los ojos brillantes de emoción.

"No solo los muertos merecen flores...—, comenzó Hyunjin en tono significativo.

Las palabras de Hyunjin hicieron eco en el corazón de Felix, quien sintió un nudo en la garganta. Las lágrimas brotaron de sus ojos, un torrente de felicidad que le inundó el alma.

Hyunjin lo abrazó con ternura. —No llores, Felix—, susurró suavemente. —Estoy aquí—.

Felix asintió, sin palabras, abrumado por la emoción y la gratitud que llenaban su ser en ese momento.

—Voy a besarte—, dijo Hyunjin finalmente, rompiendo el silencio con una promesa de amor en sus labios.

Y eso hizo, le besó con ternura.

—No sé si lo que estamos haciendo está bien..—,confesó Felix.

—Te quiero Lee Felix, y eso es lo único que haré, amarte. Me gustas, pero no puedo darte lo que quieres porque no soy lo que quieres.

—¿Quién dijo que no?

Finalmente se besaron más profundo, un beso seguro de si mismo y de sus sentimientos, sentí sus labios cálidos contra los míos y sus manos descendiendo por mi cintura. A veces hay que aceptarle segundas oportunidades a los que hacen todo lo posible por tenerlas.

—No sé si deberíamos volver juntos, sería como jugar con fuego.

—Lee, —se acercó a su oído y le susurró —a mí me encanta arder.

The end ¿?

Heather 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora