Pero hay algunas flores que han sido regadas por su propio llanto...
—En parte no quiero irme, esto es muy cómodo —se quejó Hyunjin, moviendo la cabeza hacia atrás en señal de protesta.
—A cualquiera le gustaría quedarse en un lugar donde le dan de comer y no tiene que hacer nada, hombre —respondió su hermano entre risas—, pero ya te dieron el alta, así que vamos a casa.
Hyunjin continuó quejándose sobre lo cómodo que era estar allí, mencionando lo suaves que eran las sábanas y lo bien que se sentía no tener que preocuparse por nada más que por descansar. Mientras recogían sus pertenencias, sus manos se movían con lentitud, como si prolongara el momento de dejar atrás la comodidad del hospital. Minho, por su parte, apenas le prestaba atención, su mente ya estaba en casa, anticipando la mezcla de emociones que esperaba a Hyunjin al regresar.
Con cuidado, metieron sus cosas en el maletero del Tesla gris que la madre de Minho le regaló cuando cumplió 20 años. Hyunjin colocó su mochila, mientras que Minho organizó meticulosamente las pertenencias más pequeñas para aprovechar el espacio. Una vez todo en su lugar, se sentaron en el coche, el cuero del asiento frío contra sus espaldas, y se abrocharon los cinturones de seguridad con un gesto casi automático, tan familiar después de tantos viajes juntos.
—¿Listo para ir a casa, Hwang?
—Tristemente, sí.
Su hermano no pudo evitar reír ante la actitud de este. El silencio llenó el interior del vehículo mientras Minho giraba la llave en el encendido, sintiendo el suave zumbido del motor eléctrico que pronto los llevaría de vuelta a su pequeño departamento en Seúl.
—Deberías estar feliz, por fin te dieron el alta. Quizás esto sea otra oportunidad del destino —bromeó, tratando de aligerar el ambiente. Seguramente Hyunjin lo mataría cuando llegaran a casa.
Al llegar al departamento que ambos jóvenes compartían, una sensación nostálgica los invadió, como una pequeña corriente helada.
—Bien, dejaré tus cosas en la habitación —dijo Minho, dirigiéndose hacia la segunda puerta del pasillo que llevaba a una habitación amplia y algo desordenada—. Está tal cual la dejaste, así que creo que deberías hacer limpieza —rió.
Hyunjin se detuvo en el umbral de su antigua habitación y dejó que sus ojos recorrieran cada detalle con una mezcla de nostalgia y cariño. En las paredes aún lucían los dibujos de flores que él mismo había trazado durante tardes lluviosas, cada uno con colores vibrantes que ahora parecían más vivos bajo la luz que se filtraba por la ventana. Los estantes exhibían libros desordenados, recordándole las noches en vela devorando historias que lo transportaban a mundos lejanos y desconocidos. El escritorio, aunque desordenado, conservaba la esencia de los días de estudio y creación, con cuadernos abiertos y bolígrafos dispersos como testigos silenciosos de sus pensamientos y reflexiones. Un pequeño rincón cerca de la ventana, con un sillón cómodo y una lámpara de lectura gastada pero amada, evocaba las horas de tranquilidad que había disfrutado, sumergido en libros y en sus propios pensamientos. Cada objeto, cada rincón de esa habitación, resonaba con recuerdos que ahora se agolpaban en su mente, trayendo consigo una sensación reconfortante pero a la vez agridulce.
—Recuerdo todo. Extrañaba estar aquí.
—Bueno, puedes quedarte todo el tiempo que necesites.
Minho le dio unas palmaditas en la espalda antes de salir por la puerta, dejándole privacidad para organizar sus cosas y reencontrarse con su entorno.
Después se dirigió al sofá de terciopelo y se puso a jugar distraídamente con el móvil, sumido en sus pensamientos sobre la ironía de los encuentros entre almas. Antes de poder profundizar en sus reflexiones, una llamada entrante hizo vibrar su móvil, sacándolo repentinamente de su ensimismamiento.
—¿Chan? Hace tiempo que no te veo, ¿cómo estás?
—Bien, de hecho, me preguntaba si querías pasarte por un bar a tomar algo, los dos solos, ¿te apetece?-contestó este al otro lado de la línea.
—Vale, ¿dónde nos vemos?
—Es un bar tranquilo que está aquí al lado. Te paso la ubicación por si acaso.
—Llego en 10 minutos.
—Hasta ahora.
Sin más, colgó, recogió su chaqueta del perchero junto a las llaves y salió por la puerta.
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Heather 2
FanfictionADVERTENCIA: Esta historia incluye escenas o menciones de temas que podrían resultar dolorosos o difíciles para personas sensibles. _____________________ A veces la disculpa nunca llega cuando se necesita, y cuando llega, ni se quiere, ni se necesit...