Tiempo después respondió mi mensaje pero ya no quise leer.
Hyunjin se sentó en el sofá, inmerso en el juego con la pequeña niña y los juguetes esparcidos por la sala. Cada vez que ella derribaba a su personaje, estallaban en risas, él haciendo una exagerada mueca de dramatismo.
A pesar de la diversión, su mente no dejaba de dar vueltas a los mismos pensamientos de antes. ¿Qué habría pasado si Han no hubiera interrumpido? Quizás tenía algo importante que decirle. Sus palabras resonaban en su cabeza, tratando de descifrar el significado oculto detrás de su mirada seria y sus palabras entrecortadas. ¿Era algo urgente? ¿Una confesión largamente esperada?
La risa de la niña lo sacó de su ensimismamiento. Sus ojos brillaban de alegría mientras le mostraba un nuevo juguete con entusiasmo. A pesar de sus preocupaciones, su inocencia era un bálsamo reconfortante. Él sonrió sinceramente y se dejó llevar por su entusiasmo, guardando sus pensamientos para otro momento más oportuno.
—Tito Hyun—, lo llamó la niña, un poco dudosa, interrumpiendo sus cavilaciones.
—Dime, cielo—, respondió él, curioso por saber qué pensaba o quería mostrarle.
Ella lo miró con sus grandes ojos brillantes y extendió hacia él un dibujo hecho con colores vivos y trazos infantiles. Era una escena caótica de colores entrelazados que parecían formar figuras abstractas.
—¡Mira lo que hice!—, exclamó con orgullo, esperando su reacción.
Observó el dibujo con asombro fingido, exagerando su sorpresa. —¡Wow, es increíble! ¿Qué es exactamente?
Ella sonrió radiante. —Es una casa voladora. Papá dice que algún día viviremos en una como esta y viajaremos por todas partes.
La inocencia y la esperanza en las palabras de la niña lo conmovieron. Ella continuó explicándole su obra de arte con entusiasmo mientras su mente volvía brevemente a los pensamientos inquietantes que lo habían acosado antes. Miró hacia el dibujo con una nueva perspectiva, preguntándose si también había un mensaje oculto en su fantasía infantil.
—Tito Hyun, ¿tú crees que las casas pueden volar de verdad?—, preguntó la niña, sacándolo completamente de sus pensamientos.
Sonrió ante su inocente pregunta. —Bueno, en el mundo de los sueños y la imaginación, todo es posible, ¿no crees?
Ella asintió con entusiasmo. —¡Sí! ¡Entonces algún día volaremos muy alto!
La conversación con la niña lo ayudó a dejar de lado sus preocupaciones por un momento. Decidió disfrutar del presente y compartir la alegría inocente de la pequeña, guardando sus pensamientos más oscuros para otro momento más apropiado.
2:30 am
Esta madrugada, había pasado exactamente treinta y ocho canciones pensando en él. Las noches se estiraban como si el tiempo se volviera denso, y las canciones, tan fugaces como los recuerdos que evocan. A veces, lo que llamamos escuchar música es realmente revivir momentos que parecen escurrirse entre los dedos.
Le aterraba dormir, porque en sus sueños lo encontraba, pero nadie más parecía soñarlo.
No sabía si era fuerte o si estaba tan vacío que nada lograba herirlo. Pero se sentía morir, morir porque habían sido y ya no eran, y cuando intentaban ser algo, siempre era a medias. No sabía si deseaba perderlo o aferrarse a tenerlo consigo. ¿Será que el destino lo sabe?
Suspiró profundamente, porque dicen que un suspiro es el aire que nos sobra por alguien que nos hace falta.
Las lágrimas seguían cayendo, sus pensamientos se agolpaban en su mente como una tormenta interminable. Finalmente, reunió el valor para levantarse de la cama. Con paso incierto y un ligero mareo, llegó hasta la puerta. Respiró hondo una vez más y abrió la puerta, encaminándose hacia la izquierda, hacia la habitación que solía ser de Felix.
Tocó una vez, luego dos, y luego tres veces, mientras el temor y la incertidumbre le oprimían el pecho. Quizás Felix no quería verlo, o tal vez solo era un necio buscando redimirse.
Finalmente, la puerta se abrió lentamente. Allí estaba Felix, con una camiseta holgada que combinaba con unos pantalones grises. Su rostro reflejaba una mezcla de dolor y sorpresa, y en ese momento, se dio cuenta de lo profundamente que lo había lastimado. Se sintió un verdadero imbécil por haber herido así a la única persona que amaba.
—Necesitaba verte—, murmuró, sin poder sostenerle la mirada.
Hay heridas horribles, en carne viva, y hay otras peores, de esas que no sangran, esas que parecen que han cicatrizado, pero que, si las rozas, duelen como el primer día.
Felix era su herida.
Y al verlo llorar, su herida volvió a abrirse.
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Heather 2
FanfictionADVERTENCIA: Esta historia incluye escenas o menciones de temas que podrían resultar dolorosos o difíciles para personas sensibles. _____________________ A veces la disculpa nunca llega cuando se necesita, y cuando llega, ni se quiere, ni se necesit...