XII

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Y cuando sonríe...
Le hace un favor al mundo, a mi mundo.






La luz del amanecer iluminaba su rostro cuando se despertó, sintiéndose increíblemente cansado. Su cuerpo parecía pesado y la cama más pequeña de lo habitual; el reloj marcaba las 7:30 am.

—¿Ya te has despertado? —una voz preguntó desde atrás.

Al girarse, vio a Felix, con sus pecas resaltando bajo la cálida luz del sol matutino que se filtraba por la ventana entreabierta. Su cabello despeinado le daba un aire despreocupado, y sus ojos, aún entreabiertos por el sueño, brillaban con una mezcla de ternura y curiosidad. La atmósfera tranquila de la habitación parecía envolverlos, haciendo que cada detalle de Felix, desde las pecas salpicadas en sus mejillas hasta el ligero fruncido en su ceño, cobrara una belleza serena y familiar.

—No tengo sueño —respondió Hyunjin con voz somnolienta.

—¿Sueño de deseo o sueño de dormir? —bromeó Felix.

—Sueño de dormir, bobo. ¿Tú tienes algún sueño?

Él asintió en respuesta. —Mi sueño siempre fue ir a París. ¿Algún día vendrás conmigo?

No pudo evitar reír por la inocencia de la pregunta.

—Por supuesto que sí.

—¿Y cuál es tu sueño? —preguntó el rubio con curiosidad.

—Yo ya no tengo sueños.

—¿Por qué?

—¿Para qué tener sueños? Muchos suelen romperse. Un sueño es algo inventado para tener alguna especie de meta por la que seguir adelante y darle sentido a nuestra patética vida. ¿De qué sirve vivir basado en mentiras? —confesó Hyunjin con pesar.

—Bueno, no todos son mentiras —intervino con suavidad.

—¿A qué te refieres?

—Uno de mis sueños se cumplió, y tú lograste hacerlo realidad —dijo Felix, bajando la cabeza avergonzado.

—Pero finalmente ese sueño se rompió por mi culpa. Por mi culpa, ese sueño se quedó apartado —suspiró el pelinegro, sintiendo un peso en el corazón.

Ambos desviaron la mirada, creando un incómodo silencio entre ellos.

—Gracias... —susurró Felix, volviendo a mirarlo.

—¿Hmm?

—Gracias por aceptar dormir conmigo esta noche. Me sentía muy mal...

Entonces, lo abrazó tan fuerte que sintió que podía partirse en dos.

—Un día te prometí que no te iba a dejar solo, y yo las promesas las cumplo—, le dijo mientras lo abrazaba de nuevo.

Permanecieron así por un rato, compartiendo sus experiencias recientes y expresando lo mucho que se habían extrañado mutuamente.

—Lix—, lo llamó Hyunjin.

—Dime, Hyun.

Esos apodos hacían que el corazón de Hyunjin vibrara.

—¿Me perdonarías algún día? Entiendo que he sido un imbécil y he recapacitado. Perdóname, por favor.

—Hyun...

—No hace falta que todo vuelva a ser como antes, pero necesito que me perdones.

—Está bien—, respondió rápidamente Felix.

—¿Qué?— Hyunjin se levantó de golpe al escuchar la respuesta tan rápida.

—Hyunjin, ambos hemos cometido errores—, continuó Felix. —Después de reflexionar, llegué a la conclusión de que si ambos seguimos aquí, vivos y juntos, tal vez todo esto fue una simple cuestión de suerte o una coincidencia. Prefiero interpretarlo como un regalo de la vida o una segunda oportunidad.

Hyunjin lo miró de nuevo, lágrimas de felicidad rodando por su rostro mientras Felix las secaba con su pequeño pulgar.

No lo pensó dos veces.

Lo miró, sus ojos se veían enamorados y sus pecas brillaban como pequeñas estrellas.

Fue entonces cuando lo besó.

Había besado a Felix.

Sí.

Había... besado... a... Felix.

Ajá.

A Felix.

Y le había gustado.

Le había encantado.

Se separaron, con el cabello de Felix pegado a su frente y sus mejillas sonrosadas.

—¿Qué tal?— preguntó Hyunjin, sintiéndose sonrojado.

—Sí—, respondió Felix con una sonrisa.

—Sí, ¿qué?— preguntó Hyunjin, confundido.

—Sí, me gustó—, respondió Felix, con sus ojos brillando cada vez que sonreía.

Hyunjin se apoyó en su hombro y le dio un beso en la comisura de los labios.

—Me gusta cómo sonríes—, le dijo.

Felix se avergonzó y escondió su cabeza en el hombro de Hyunjin.

—No sonríes mucho, deberías hacerlo más seguido—, añadió Hyunjin.

Una pequeña carcajada resonó a través de su cuerpo y ambos no pudieron evitar sonreír.

—¿Te estás declarando, Hwang Hyunjin?—, preguntó Felix con diversión.

—Es posible, Lee Felix—, respondió Hyunjin con una sonrisa cálida.

Heather 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora