XIV La Templanza (Parte 1)

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El cuerpo de Will comienza a temblar mientras se reincorpora del frío suelo. Nieve. Al parecer su ropa no está diseñada para el invierno

- ¡Maldición!

Frustrado grita al ver que sigue viajando entre dimensiones.
Esta vez no recuerda algún suceso que detonara el viaje. Sintiéndose más perdido que nunca, se recarga en la pared del sucio callejón.
Por el ambiente y las voces de alrededor deduce que se encuentra en Estados Unidos. Bien, al menos es un lugar conocido.

Manteniendo su ímpetu, o más bien dejando que el instinto de supervivencia le impida morir congelado, avanza hacía el comienzo del callejón. A simple vista el pueblo se nota tranquilo.

Algunas amas de casa salen de las tiendas de conveniencia, llevando a consigo a sus pequeños hijos y varias bolsas de papel. Ninguna se percata del hombre con indicios de hipotermia saliendo de la oscuridad.
Dudando en si entrar a una cafetería o intentar robar un automóvil, se detiene al escuchar una voz conocida.

- ¿Cómo se llama?

- No tiene nombre - Le responde una chica, la cual está sentada fuera de una tienda de mascotas.

Will ya no se sorprende al ver la gran similitud con Hannibal.
De no ser por la incipiente barba y el aire desalineado, podría jurar que tienen la misma edad.
Un pequeño hormigueo se instala en su estómago al pensar en su pareja. Por favor, que esté bien.

- Amo los nombres de personas

- ¿Por ejemplo?

- Rusty

Will se acerca intentando parecer normal, pero el temblor de su cuerpo no le ayuda en absoluto.

- No conozco a nadie llamado Rusty -
La chica sonríe divertida.

- A mi parecer es un buen nombre.

Deja que ambos rostros lo analicen, a esas alturas le da igual lo que pueda pasar y por las microexpresiones del hombre sabe que también es alguien de cuidado. Una parte de Will está agradecido de que esta nueva versión no sea otro cinéfilo.

- Bueno, serían $50 dolares
La chica ignora descaradamente al nuevo integrante. No es un prospecto de cliente.

- No lo necesito...
El hombre a pesar de sus palabras sigue observando la caja con sentimientos encontrados.

Las horas pasan más lento de lo que a Hannibal le gustaría. Recargado en la barra observa como su guisado se ha enfriado. Un desperdicio.

El reloj anuncia el atardecer. Con paso lento toma el sartén vaciando su contenido en los platos de los perros. Hace una leve mueca al ver que solo la olfatean, pero no sé dignan a comer. También ellos resienten la falta de Will.

Si tan solo no hubiera dejado que la Sra. Evans se inmiscuyera en sus vidas. Una idea se comienza a formar en su mente. Tal vez si ella dejara de existir, todo este absurdo viaje entre dimensiones termine. Acorde al tema la mente de Hannibal comienza a fabricar un escenario, el cadáver de aquella mujer podría fácilmente volverse una obra surrealista.

Dos tímidos toques en la puerta hacen que salga de su ensimismamiento. Confundido al ver como los perros no se alteran, camina hacia la puerta mientras acomoda su cabello.
Decide observar por la mirilla sintiendo como su corazón se acelera al reconocer aquel rostro.

- ¿Will?

Abre la puerta sin pensar mucho. Demasiado tarde para detallar los rasgos juveniles y mirada asustada del chico frente a él. No es Will, pero por lo menos sabe que su compañero sigue vivo.

No cambiaría mi elecciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora