01.

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Nuevo año escolar, para todos era conocer gente nueva, hacer tus grupos de amigos y tal vez convertirte en alguien popular.

No para Agustin, él cursaba su ultimo año de secundaria, ya tenía sus dos amigos y aunque conocía a más chicos de otros salones, le bastaba y sobraba con ellos. Porque en sus amigos podía encontrar el paquete completo, algo que no tenía caso descubrir pero que realmente le gustaba.

Agustín podía ver caras nuevas, chicas y chicos quienes eran primerizos y se les veía tan asustados o inseguros que le hacía acordarse en el tiempo que el estuvo igual.

Pero obviamente no estuvo así toda la vida, conoció a Luca el primer día y habían hecho una gran conexión que a los cinco minutos ya estaban contándose toda su vida.

Dos días después llegó Maxi, un chico rebelde, lo conocieron cuando a Luca por accidente se le cayó el café en la cabeza de este.

Habían hecho una guerra que hasta ahora Agustín no entendía, como ellos dos podían odiarse pero amarse a la misma vez.

Si, Agustín quería encontrar un amor, compartir su experiencia juvenil con un chico, pero no de la manera en la que esos dos lo estaban haciendo.

Finalmente, cuando el timbre de entrar a clases sonó por todo el lugar, se apresuró a llegar a su aula donde sus dos amigos ya lo esperaban, peleándose como siempre.

Verdaderamente no le preocupaba, sabía que en la segunda hora ya estarían comiéndose la boca y diciéndose cosas tan empalagosas que lo más seguro es que huiría de ellos.

— Sentate acá, Guardis — habló Luca mientras golpeaba con su mano el banco atrás de él, los pupitres eran para dos personas, y obvio que la parejita de enamorados lo compartían, atrás de ellos iba Agustin y tal vez un chico, el callado del salón, lo más probable.

— ¿Cómo estuvieron par de tortolitos? — pregunto burlón, mientras sacaba sus libros de historia.

— Este idiota de acá — apuntó Maxi con un dedo al menor — Está diciendo que el mango es la mejor fruta del mundo.

— Cuida tus palabras conmigo, Maximiliano, porque estoy a punto de arrancarte la lengua — amenazó — Y si lo digo es porque es verdad, solo imagínate mango con limón, Dios, se me hace agua la boca.

— Cállate la boca, la mejor fruta es la frutilla, con crema, para mas placer.

— Cállense la boca los dos — interrumpió Agustin — La mejor fruta es la naranja, podes hacer muchas cosas con ella, agua, jugo, tortas, ensalada de fruta, y demás. Idiotas.

La pareja de novios observó indignados al mayor de los tres y en cuestión de segundos ya estaban todos en una pelea por cuál era la mejor fruta del mundo.

Segundos después, la puerta fue golpeada, todos callaron y voltearon hacia el frente.

El profesor había llegado.

Pero no era el mismo profesor de siempre, y eso les hizo preguntarse a todos, ¿Por qué un Dios griego estaba parado enfrente a ellos?

Luca y Agustin se voltearon a ver con caras coquetas.

— Perdón el retraso — Habló el maestro.

— Yo le perdonó hasta el que me deje embarazado — susurró Luca y de inmediato recibió un golpe en su parte baja por Maxi.

— Como saben — siguió el contrario — El año pasado tuvieron problemas con el maestro Walter sobre el tema del acoso hacia las alumnas, así que de ahora en adelante seré yo quien les dé clases — Agarro una tiza de su escritorio y le dio la espalda a sus alumnos para escribir en el pizarrón — mi nombre es Marcos Ginocchio — Finalizo escribiendo su nombre y encerrándolo en un círculo perfecto.

Todas las alumnas suspirando y eso hizo reír a Marcos.

— ¿Alguna pregunta?

— ¡Yo! — Constanza levantó la mano y de inmediato le dio la palabra — Preguntando, tal vez, no ahora, pero en un futuro si ¿Le gustaría tener un hijo conmigo?

Todas las alumnas rieron junto a Luca y Agustin.

Marcos negó sonriente.

— Lamentablemente , no — se escucharon varios abucheos — Basta, basta. Como pueden imaginarse, gracias al problema con el profesor Walter el director de la secundaria buscó cierto tipo de profesores, y dentro de las condiciones era que no le interesen las chicas, así que...

— ¿Entonces eso quiere decir que a mi si me puede hacer un hijo? — preguntó esta vez Luca, Maxi puso los ojos en blanco, su novio era un caso perdido.

— Los hombres no pueden tener hijos — contestó Marcos.

— O sea que si si púdranos, si me haría uno.

— Lo siento mucho para todos en el salón, o por lo menos a los que están interesados visualmente en mi, pero si estoy acá es para no ocasionar problemas. Y por si no lo sabían, tal vez les doblo la edad, acá ¿tienen diecisiete? Bien, yo tengo veintiocho y por si no lo saben también es un delito, el cual no estoy dispuesto a arriesgarme a cometer. Así que, si no tiene alguna pregunta sobre cómo serán las clases de ahora en adelante, podemos comenzar con estas.

Todos asintieron, el profesor Marcos era muy buena onda, su voz era animada y estaban seguros que sería la clase favoritas de todos. Y de eso no había duda para Agustin.

𝙿𝚁𝙾𝙵𝙴𝚂𝙾𝚁 ; 𝙼𝙰𝚁𝙶𝚄𝚂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora