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Tiempo después.





Agustín cerró el cierre de su valija y observó por última vez la habitación donde se había alojado los últimos siete años. Aún estaban las cosas de su compañero de cuarto quien no se iría puesto que había reprobado el año y debía seguir estudiando.

No como él, ahora era un gran doctor... sin trabajo claro porque recién se había graduado. Y además no tuvo la suerte de ser recomendado en algunos hospitales como otros de sus amigos, porque si bien fue un gran estudiante, no destacó en ninguna clase. Aunque bueno, ya vería qué hacer.

— Amigo, ¿de verdad no te quiere quedar acá?

Escuchó a Santiago hablarle y de inmediato negó.

— Otro año más en la universidad y te juro que me suicidó, lo lamento por vos, los gorilas como vos necesitan otro año para poder entender lo básico.

Santiago soltó una risa fingida y después de eso vieron la puerta abrirse para dejar ver a Camila, la pareja de su amigo. Una chica seria, más bien era una profesora principiante, pero por alguna razón ellos ya se conocían antes.

— Fue bueno estar con ustedes, espero no nos volvamos a ver — finalizó y salió de la habitación escuchando a Santiago gritarle que lo amaba y que incluso era capaz de encontrarlo en el espacio.

Pero era mentira, vivió siete años con Santiago obvio que lo quería volver a ver en la plata, se había ido a estudiar a Mar del Plata después de termina la escuela. Quería tal vez, un cambio, conocer a gente nueva, lugares mejores que los que había en la plata.

Y a pesar de que los encontró, no podía negar que extrañaba su vida pasada. Cuando su hermano y sus padres le complacían en todo, cuando Luca y Maxi solían defenderlo de todo a pesar de que él podía defenderse.

Finalmente, después de un largo viaje en tren y una pelea con una niña de siete años quien no paraba de molestarlo, llegó a su destino y bajo del tren viendo a su alrededor.

Cuando vio a su madre de inmediato se acercó a ella levantando su brazo para llamar su atención mientras que con el otro arrastraba la valija.

—¡Agustín! — Mariel lo abrazó y empezó a besarle toda la cara muchas veces haciéndolo reír — creciste mucho.

— Mamá te vi hace un año, no crecí nada.

— Claro que lo hiciste, fue una lastima que no pudieras visitarnos en todos estos meses. Ocurrieron muchas cosas, ¿te acordas de Micaela? — Agustín asintió siguiéndole los pasos a su progenitora hacia la salida donde suponía Juan los estaba esperando dentro del auto — Regresó de Estados Unidos, se ha puesto tan bonita, y su madre me ha dicho que esta soltera — le guiño un ojo.

— No estoy interesado, conocí a alguien más.

Mariel le sonrió cruzando uno de sus brazos con uno de su hijo.

— ¿De verdad?

— Ajá.

— ¿Es bonita?

Agustín rió.

— Obvio que sí.

Obvio que sí.






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— Luca y Maxi llegarán mañana.

La puerta de su casa se abrió gracias a Juan quien también cargaba sus valijas y de inmediato entraron. Todo había cambiado, incluso las paredes que antes eran cafés, ahora eran blancas, los muebles eran nuevos, la tele más grande y la cocina incluso estaba remodelada.

𝙿𝚁𝙾𝙵𝙴𝚂𝙾𝚁 ; 𝙼𝙰𝚁𝙶𝚄𝚂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora