Epilogo

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— Cuando Agustín nos dijo que estaba por contraer matrimonio — empezó el señor Guardis llamando la atención de todos en el salón de fiestas mientras sostenía con una de sus manos un micrófono y con la otra una copa a mitad de vino blanco.

Todos pusieron atención al hombre y tanto Agustín como Marcos se tomaron de las manos acomodándose en las sillas de la mesa principal.

— Lo único que pude hacer — continuó cuando todos estuvieron en silencio — Fueron dos cosas. La primera fue que volteé hacía mi hijo el mayor preguntándome "¿Por qué su hermano menor se casaría primero que él? Y la segunda fue, tomar el cuchillo que estaba a un lado mío, cortar una rebanada del delicioso bizcochuelo que mi hermosa esposa hizo y embarrárselo en la cara.

Todos rieron ante eso y Marcos asintió recordando eso, cuando pensó que su ahora suegro le enterraría el cuchillo en el pecho.

— No podía matarlo — chasqueó la lengua fingiendo estar arrepentido de no hacerlo — Aunque claramente nunca lo haría, no por ahora. Marcos era el novio de mi hijo y debía aceptarlo porque si él lo hacía feliz, pues yo era feliz, pero — se apresuró a decir — Cuando me dijeron que le ganaba por casi doce años y que se conocieron cuando mi hijo aún era menor de edad... pff, ahora si agarré el cuchillo y no precisamente para cortar otro pedazo de torta. No podía matarlo, es ilegal, el peor delito que existe por desgracia.

Y bueno, a pesar de que Marcos casi era asesinado, henos ahí, todos estaban disfrutando de la fiesta.

Las luces del lugar se contrastaban entre un amarillo y blanco las mesas circulares con adornos de flores blancas. Todo era como la boda que Agustín siempre soñó, y con el hombre que siempre amo.

— Saben algo — el señor Guardis pasó de un tono divertido a uno tranquilo, incluso calló por unos segundos y tallo sus ojos con su mano izquierda para que nadie viera que estaba a punto de llorar, soltando una risita cuando todos soltaron un "aww" conmovidos — A pesar de que ellos se conocieron en un mal momento, que tuvieron muchas personas en contra y que tuvieron que vivir separados por mucho tiempo... ellos siguen juntos. Es increíble como un adolescente puede ocultar muy bien sus secretos, con ayuda de amigos, claro.

Luca sonrió apenado mientras la mayoría de los invitados volteaba a verlo.

— Yo nunca hubiera descubierto eso, seamos realistas, teniendo un amigo como Luca y Maxi todos estarían callados hasta la muerte si así lo desean. Pero no hablemos de eso... si alguien hubiera llegado diciéndome que mi hijo sale con su profesor, le parto la cara y después lo niego.

Todos volvieron a reír.

— Y bueno, al principio me negué. No, mi hijo no podía haber hecho eso, no estoy diciendo que este mal enamorarse, realmente no podemos decirles a nuestros corazones de quien sí y de quien no enamorarnos. Así que me detuve un momento esa misma noche y pensé, ¡Mierda!, Marcos Ginocchio no jugó con mi hijo, no lo utilizó y lo botó destrozando sus sentimientos porque a pesar de todo eso y del tiempo que pasó, él sigue con Agustín. así que dije, bien, Cristian Guardis, déjalos vivir y ser felices, porque después de todo ese hombre si ama a tu pequeño... así que bien, Marcos espero que cuides muy bien de Agustín.

Alzó su copa junto a todos y le dio un largo trago a esta acabando con el vino. Se bajó del pequeño escenario donde horas antes estaba una banda tocando algunas canciones y la fiesta siguió con normalidad.

Todo estaba siendo como un sueño, las decoraciones del salón eran tan bonitas. Y estarse casando con Marcos, era como si de verdad estuviera cumpliendo su mayor sueño.

No lo estaba haciendo, pero de tan solo pensar que algún día lo haría, y que Marcos estaría ahí para felicitarlo y besarlo, simplemente le alegraba el alma.

Aun no podía creer todo lo que estaba pasando, sus mejores amigos estaban ahí, su familia, su hermano junto a su novio. Nunca se imaginó conocer a la familia de su ahora esposo el día de su boda, y descubrir que todos eran tan reservados que por eso Marcos no siempre tenía contacto con ellos.

Pero estaba feliz, y nadie iba a cambiar su humor.

No lo hizo el que Luca y Maxi tiraran la torta por accidente, o el que Constanza y Alexis empujaran a la abuela de Marcos mientras bailaban, o el que Juan se emborrachara y por culpa de su ex novia terminara cantando canciones tristes a todo pulmón frente a todos.

Ese era su día, su noche, nadie iba a arruinarla. No, de verdad, nadie iba a hacerlo. Podía llegar un montón de zombies a comérselos y él estaría bien, porque sería un zombie casado con el amor de su vida.

Cuando la madrugada llegó, ellos se retiraron dejando la fiesta de lado que a la vista de todos apenas comenzaba.

Pero ellos estaban tan desesperados por estar a solas, de sacarse esos tontos trajes y meterse a la cama y disfrutar de su último momento en su día mágico.

Así que cuando estuvieron en el auto elegante que era conducido por un hombre de alta estatura, no se hicieron esperar y comenzaron a besarse ignorando que alguien más estaba ahí. Ignorando que habían personas festejando en su honor y que probablemente se quejarían de no estar con ellos hasta el final.

Finalmente, los dos bajaron del auto cuando este fue estacionado en una casa de dos pisos, de color café, con algunas paredes hechas con vidrio y un enorme jardín al principio.

Ahí vivirían de ahora en adelante.

— Bienvenido a su pequeña casa, señor Agustín de Ginocchio — habló Marcos en un tono educado, fingiendo ser el vendedor. Agustín solo rió y se lanzó a los brazos de su esposo.

Cuando la puerta fue cerrada, comenzaron a sacarse la ropa con desesperación y a besarse sin detenerse. Se sorprendieron un poco cuando abrieron la habitación principal y varios juguetes sadomasoquistas estaban regados por la cama matrimonial junto con una botella de vino blanco y una carta.

               "Esperó que ahora si lo aprovechen
        
                                      ¡Felicidades! "

                                                                            
                                                               

                          — Att. Luca y Maxi.


Los dos se rieron y tiraron la carta en la cama.

— ¿Qué te parece si mejor lo hacemos en la bañadera? — habló Marcos en un murmuró cerca de su oído.

— Me parece perfecto — asintió y de inmediato fue cargado por los fuertes brazos de su esposo para ir al baño, mientras reían y no paraban de besarse. Sinceramente eran más fan de lo romántico donde se disfrutaban de las caricias y no de esas cosas rudas a las que tal vez sus amigos estaban acostumbrados.

Bueno, no debía pensar en eso ahora.

Estaban enamorados, todo el mundo lo sabía, todos sus compañeros de la escuela estaban enterados.

Esa carta en el muro de la verdad... termino siendo verdad. Esas huidas a la oficina de Marcos ya tenían un sentido.

Todos se enteraron después de años, que un alumno se enamoró de su profesor.

𝙿𝚁𝙾𝙵𝙴𝚂𝙾𝚁 ; 𝙼𝙰𝚁𝙶𝚄𝚂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora