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Harry estaba de pie frente a Hades, en los confines del inframundo.

Le contó detalladamente a Hades el transcurso de la misión, incluyó su muerte y trató las cosas en serio, intentando no bromear al respecto ya que Draco le repitió un par de veces que no era una anécdota graciosa.

Hades lo felicitó, le dio una recompensa.

—¿Conoces la leyenda de las reliquias de la muerte? Actualmente posees dos de ellas, la piedra de la resurrección y la capa de invisibilidad. Te daré la que te falta, la varita de sauco. Quien posee las reliquias se convierte en el amo de la muerte, serás mi mano derecha en nombre, te volverás inmortal siempre y cuando no perezcas en batalla.

Harry le dedicó una sonrisa, aceptando el trato.

Toda su vida había deseado morir, siempre había sentido pocas ganas de permanecer en un mundo en el que se le hacía sufrir constantemente, sin embargo, ahora contaba con gente que se preocupaba por él, que velaba por su bienestar.

Siempre estaría agradecido por no haber muerto del todo cuando Voldemort intentó asesinarlo.

Era la tercera oportunidad de vivir que se le otorgaba y, aunque sería un camino largo y difícil para poder sanar realmente.

Siempre y cuando tenga a la gente que lo ama con él, sabrá lidiar con su destino.

*

Harry llegó solo al campamento, esta vez Draco Malfoy no se encontraba con él debido a su deseo de pasar tiempo con su madre, quien se encontró sola después de que su marido fuera enviado a Azkaban por ser un mortífago.

Estaba vestido con un traje hecho a la medida, una capa estaba sujetada a su cuello con cadenas de oro y en su dedo índice de la mano izquierda un anillo extra acompañaba a su espada.

Se miraba como un príncipe a los ojos de Percy, quien se quedó de pie, congelado, mientras Harry se le acercaba.

—Después de todo, no morí... para siempre.

Percy extendió su brazo hasta tocar una de las manos delgadas de Harry con las yemas de sus dedos, Harry buscó un agarre más firme, sus ojos verdes parecieron brillar por un instante mientras acercaba a Percy para darle un abrazo propiamente dado.

—Te extrañé como no tienes idea, Percy.

Se sintió flácido en los brazos firmes de Harry, aun demasiado delgado, demasiado pálido.

Pero era Harry, gracias a los dioses.

—No te vuelvas a ir jamás.

Harry soltó una risa mientras tomaba las mejillas de Percy entre sus heladas manos. Ahora que se daba cuenta, Harry brillaba en un aura divina, cálida como la de su padre, oscura como la del dios del cual era campeón.

—Ascendiste.

—Algo así.

Percy juntó su frente con la de Harry, su corazón sintiéndose pesado.

—Hace unos años rechacé la inmortalidad, Harry.

Sus labios se juntaron en un beso abrazador, Harry parecía estar depositando todo su amor y devoción en él, juntando sus cuerpos como si deseara que se fusionaran en uno solo para jamás volver a estar lejos del otro.

—Si no encuentro una manera de mantenerte a mi lado como un inmortal, te amaré hasta que tu corazón se detenga y tu cuerpo se enfríe, te amaré en esta y en tus siguientes vidas, hasta que decidas quedarte en la isla de los bienaventurados. Te amaré tanto que incluso entonces lucharé por estar a tu lado.

Tal vez Harry cumpliría su promesa, tal vez no.

Mientras tanto, Percy se encargaría de demostrarle cuan devoto era hacia Harry. Le demostraría cuan profundo era su amor por él.

Lo adoró como a un dios, lo elogió, lo cuidó.

Lo hizo ahora y si los dioses se lo permitían, lo haría para siempre.

Tocar Fondo [HP/PJO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora