Tocar Fondo [HP/PJO]

14

Severus Snape se acercó a la entrada del campamento, la carta de Harry Potter en su mano junto a un maletín negro.

No había sido expulsado, Dumbledore había logrado que esa acusación fuese rechazada.

"El muchacho estaba en peligro", dijo Dumbledore, "Recientemente descubrimos que sus tutores lo maltrataban", madame Bones se impresionó. "Solo se estaba defendiendo".

Cerca de la entrada estaba esperando un muchacho rubio que conocía bien.

—Señor Apolo.

El rubio sonrió con pesar, se miraba triste.

—Te doy acceso al campamento mestizo —dijo, seriamente—. En estos momentos Harry se encuentra en la arena de duelo junto al hijo de mi tío y uno de sus hermanos mayores —murmuró—. Gracias por cuidarlo.

—Me teme.

—Lo miras con odio —señaló el dios del sol—. O al menos disfrazas tus emociones con odio. Algo que asimila con sus antiguos tutores.

Snape lo miró.

—¿Lo sabías?

—Lo supe y le rogué a Quirón que lo sacara de ese infierno.

—Cumpliste tu promesa.

—Es mi hijo, es mi deber —anunció.

Severus le dio la espalda y un intenso resplandor se luz dorada lo bañó.

Caminó a la arena de duelo donde se encontró al hijo de James Potter entrenando con la espada junto a un muchacho pelinegro más alto.

—Ya, suficiente —dijo el muchacho—. Te tiemblan las manos.

—Cierto Harry —dijo un rubio miel, supondría que uno de sus hermanos—. Además, tienes que comer.

—Pero...

—Señor Potter.

Harry se sobresaltó.

—P-profesor.

—Debería de descansar —dijo, lo más suave que pudo—. Al guardar reposo se sentirá mejor.

—V-viene a...

—Ese asunto está perdonado.

Harry lo miró con un brillo en los ojos.

Sintió como el sol brillaba más, el muchacho pelinegro frunció el ceño, Harry sonrió un poco.

—Le vine a dejar su carta y sus pociones para el resto de las vacaciones, las tareas podrá terminarlas en el colegio si se siente indispuesto y vendré a por usted una hora antes del banquete, sus libros se encuentran en su habitación en Hogwarts —anunció el profesor—. Además, el joven Malfoy se encuentra muy preocupado ya que no responde ninguna de sus cartas.

—¿Cartas? —preguntó Harry, con un sonrojo en las mejillas y el ceño fruncido—. No me ha llegado... Ni una sola carta desde... Desde el aullador.

—Bueno, estas dos cartas y su regalo de cumpleaños adelantado si que han llegado —anunció el profesor, entregando lo dicho—. La carta de Hogwarts y una carta del señor Malfoy.

—Yo... G-gracias, profesor —dijo Harry, bajito.

Y por primera vez en el año que llevaba conociéndolo, lo vio sonreír.