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James Potter, hijo de Fleamont y Dorea Potter, estaba muy enamorado de un chico que solía ver a diario, lo cual había hecho que dejase de pensar en Lily Evans, una chica por la cual se había colado a los once años.

El nombre del chico era gracioso y para él algo difícil de pronunciar, Apolo Papadopoulos, su cabello era rubio brillante y su sonrisa parecía hacer que el sol quemara con más intensidad.

O así lo sentía James.

Habían pasado años y años juntos, un día, decidieron dar el siguiente paso.

Apolo había estado reacio y eso había desmotivado a James, hasta que este, sin más opción le contó todo.

—Mi nombre es Apolo Febo, dios del sol, las artes, la verdad, la medicina... James, los dioses no deben de involucrarse con mortales, pero yo estoy aquí contigo —susurró, en su mirada había una profunda tristeza —. Y nuestros hijos son castigados al no poder crecer con ambos padres.

James lo miró con una sonrisa triste.

—Le daré todo el amor que ambos podemos darle, tu deber como dios te llama, y se que has desobedecido reglas al estar conmigo —James se tornó serio, Apolo tragó—. Te escuché hablar con tu padre.

Apolo dejó un beso en los labios ni muy finos ni muy regordetes de James, susurrándole entre lágrimas que algún día volvería a él.

Del fruto de ese amor prohibido, nació Harry, con un cabello tan oscuro como la noche y unos ojos verdes como las esmeraldas, con cierto brillo misterioso y sobrenatural.

Harry tenía el don de la profecía, pero su padre James no lo sabía.

***

Todos los días desde su nacimiento James se encargaba de contarle anécdotas de su padre inmortal, susurrándole lo enamorado que estaba de él y lo mucho que Apolo los amaba.

—Era un poco arrogante, mi niño —se rió James, mientras Harry caminaba en un disfraz de “Halloween” con forma de sol de aquí para allá, ambos estaban esperando a los padrinos del menor, Sirius Black y Lily Evans, ambos con una rivalidad amistosa por estar pretendiendo al mismo hombre.

»Una vez, tu madrina le dijo que Sirius era mucho más hermoso que él y dejó de hablarle un mes entero —Harry le prestó atención.

—¿Dónde ... Papá?

James suspiró.

—Se perdió mientras seguía al sol, mi niño, pero algún día encontrará el camino hacia ti.

***

—¡Y llegamos! —exclamó Sirius, en su espalda iba Lily con una risa—. Severus no pudo venir, Hogwarts lo tiene ocupado.

Harry comenzó a llorar cuando vio a Lily y extendió sus brazos a ella, quien bajó de la espalda de Sirius, lo cargó y lo meció hasta que se calmó.

—¿Sabes que ha ocurrido? —cuestionó Lily a James.

—No lo sé, hace unos momentos quiso saber sobre Apolo, dónde estaba. Tal vez fue eso.

***

Lily gritó, James maldijo las salas anti apariciones a un kilometro a la redonda, tomó a su hijo dispuesto a saltar por la ventana para tratar de huir con él, sin embargo, la puerta se abrió con fuerza y las ventanas se cerraron con magia.

—Tu destino será el mismo que el de tu esposa, Potter.

James se confundió, sin embargo, alzó una barrera mágica para cubrirse a él y a su hijo. Sin embargo, una explosión lo llevó a cubrir a su hijo mientras rodaban por el piso para protegerlo.

—A mi niño no por favor —sollozó—, por favor, por favor, te lo ruego. No a mi rayo de luz.

Harry lloraba a viva voz, algunas cosas pequeñas estallaron, siendo su primera explosión de magia accidental, James sollozó más fuerte, sería la primera y, aparentemente, la última vez que lo vería hacer magia.

—No necesito matarte —dijo la voz siseante de Lord Voldemort—. Solo déjame matar al niño.

—No, a mi niño no —susurró una y otra vez—. Te amo, mi niño, te amo con toda mi vida —dejó un beso en los cabellos del niño y sintió como la barrera protectora se rompía.

—Avada...

—Te amo, Harry.

—... Kedavra.

Un rayo de luz verde impactó en James, Harry lloró con más fuerza, sosteniendo la mano de su papá, que se estaba enfriando de a poco.

—Avada kedavra.

***
Sirius gritó de manera desgarradora al ver a la pelirroja en el piso, sabiendo se antemano que su mejor amigo y posiblemente su ahijado abrían corrido el mismo destino.

Corrió escaleras arriba y entró a la habitación que era de Harry, donde el niño en traje de solecito estaba llorando con dolor y balbuceando por su papá.

—¡Perdoname Harry! —dijo, lloroso, cargándolo en sus brazos, donde su ahijado se acurrucó, antes de eso Sirius se dio cuenta de que Harry tenía sangre en la frente, y que no había más rastro de Voldemort que el de una túnica oscura y polvo.

—Pa... Pá —sollozaba Harry.

—Fue mi culpa por irme —susurraba Sirius—. Y culpa de ese imbécil por abrir la boca, fue mi culpa decirle a James que Peter podía ser el guardián del secreto —sollozó, bajando las escaleras.

—¡Expelliarmus!

Su varita voló a manos de un auror, Sirius abrió los ojos.

—Basta...

—¡Arrestenlo y quitenle al niño!

***

Con un estallido de luz azulada y un dolor punzante en la frente, Harry despertó.


Tocar Fondo [HP/PJO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora