Una caravana de vehículos nos impide seguir. Tae frena. A través de los cristales, se aprecia un ambiente caótico que parece extenderse un buen trecho aunque, bajo la oscuridad reinante, es imposible determinarlo con seguridad.—Fin del trayecto. —Nuestro conductor apaga el motor y, sin temor alguno, se baja—. Vamos a tener que continuar a pie.
La linterna de su móvil alumbra por entre los coches, en zig zag. ¿Se va tan rápido? ¡Ay, rayos! No tardo ni un segundo en coger el bote de desinfectante, accionar la puerta ayudándome de una gasa limpia e ir detrás.
La protesta de Su Ji resuena a mi espalda. No quiere bajarse y es lógico, claro, pero no podemos quedarnos quietos, expuestos a cualquier amenaza y a la intemperie. Necesitamos encontrar un lugar donde resguardarnos y, de paso, algo de comer. Antes de parar, el salpicadero del coche marcaba las doce de la noche. Eso significa que hemos pasado el día entero huyendo y que llevamos ya dos sin llevarnos nada a la boca.
Con razón me siento tan exhausto. Y con razón también me suenan las tripas. Me pregunto si soy el único al que le pasa. Nadie ha dicho nada sobre tener hambre. ¿Me convierte eso en el comilón de grupo?
Avanzamos por el cementerio de automóviles, ayudándonos de las luces de los teléfonos. Veo mochilas y maletines de trabajo tirados por entre las ruedas, papeles desperdigados por todas partes, chaquetas, botellas y hasta zapatos. Algunos coches tienen las puertas abiertas. Otros los intermitentes prendidos. Un par se han estrellado contra la pared del túnel. Piso una bolsa de patatas fritas. El crujido al partirse bajo mi peso retumba en medio de la quietud.
—Buscad comida y objetos que podamos usar para defendernos —indica Tae.
—Perfecto.
Me quedo como un tonto mirando cómo Nam Joon se hace con una mochila y empieza a guardar las botellas que hay por el suelo sin dudar. Yo no puedo hacer eso. Tiene bacterias. Y gérmenes. Montañas y montañas de gérmenes diminutos e imperceptibles que me podrían matar.
Los ojos me empiezan a escocer. ¿Por qué tengo que pensar así? Quiero ayudar; ser útil. Ojalá pudiera ignorar la obsesión.
—Kook, no te agobies.
Aparto la vista de Nam Joon. Tae acaba de abrir un maletero y ha encontrado varios sobres de ramen y un paraguas, que examina minuciosamente antes de deshecharlo.
—Tu ya haces demasiado. —Me contempla con ese gesto de comprensión que tanto me agita el corazón—. Gracias a ti estamos vivos.
—No sé —musito.
—¿Cómo que no? Eres nuestro guía en medio de este desastre. —Sonríe—. Si ves algo útil, dímelo y lo cogeré por ti. Y todo lo que necesites dímelo también, por favor —añade—. Estaré contigo para aliviar tu miedo siempre.
—Yo también estaré para ti —respondo, sin pensar.
—Lo sé, peque. Ya he comprobado que no me dejarás atrás.
Bajo la vista. Claro que no. Nunca lo haría.
—¿Cómo es que conoces el TOC tan bien? —cambio de tema porque me estoy empezando a poner nervioso otra vez—. Captas a la perfección lo que me pasa en cada momento.
—Mi madre tenía lo mismo.
"Tenía".
—¿Y ya no? —prosigo—. ¿Se puso en tratamiento y lo superó?
—Murió. —La contestación se me antoja melancólica—. Se suicidó hace cinco años.
Dios. Es horrible.
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APOCALYPSE 《TaeKook》 [#PGP2024]
Horror❝ La cordura es la perdición del mundo ❞. Jung Kook padece TOC y para él no es sencillo adaptarse a una sociedad que le tacha de excéntrico y loco pese a sus continuos esfuerzos por mejorar e intentar integrarse. Sin embargo, cuando serie de extrañ...