2 | Primeros incidentes

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En cuanto entro por la puerta del piso que tengo alquilado en el distrito de Gangnam, vuelo a la cocina y meto el pañuelo y el abrigo en la lavadora. Le echo seis pastillas, cuatro tapones de suavizante, un vaso de jabón líquido hasta los topes y acciono el programa de lavado a sesenta grados antes de patinar por el pasillo hasta el baño, con el habitual sonido de los videojuegos de fondo.

Su Ji, mi compañera de vivienda y también mi única amiga, debe de haberse dormido otra vez y, como no se lleva bien con prisas y aún menos con la responsabilidad, en vez de esforzarse por llegar al menos a su última clase, ha optado por quedarse en casa enchufada a la Play. Seguro que, con tal de no moverse, en lugar de hacerse el desayuno, se ha atiborrado a patatas fritas. Así es ella.

Me meto en la ducha, nerviosísimo. Echo mano del bote de gel y me lo vuelco encima, sin desnudarme, a fin de poder quitarme la ropa con seguridad. ¡Pero cómo he podido tener tan mala suerte! Esa mujer me tosió encima nada más y nada menos que en un hospital. ¡En esos sitios es precisamente donde hay más bacterias! ¿Y si las he traído conmigo? ¿Y si contamino la casa? ¿Y si me muero? ¿Y si mato a mis compañeros?

Froto las prendas como si me fuera la vida en ello y las amontono en el lavabo para a continuación vaciarme el champú en la cabeza. ¿Me apoyé contra la pared? ¡Sí, lo hice! Me rasco la nuca, los hombros, la espalda. ¡Yo me apoyé contra la pared! Fue cuando el profesor empezó a decirme todas aquellas cosas sin sentido y me asusté. ¡Ay; no puede ser! No puedo creer que realmente fuera él. ¿Quién dijo que iba a venir? ¿Pertenece a alguna secta religiosa? ¿Habla de extraterrestres? ¿De qué hay que correr? Y, a todo esto, ¿por qué estoy dándole vueltas a semejantes incoherencias?

¡Maldito TOC que me hace tomarme todo en serio!

"La cordura es el mal de muchos. Es la perdición del mundo".

No. No lo creo. Lo ha dicho porque es lo que le falta a él. Nada más.

Me sumerjo bajo el chorro de agua. Respiro profundo. Rebusco en mi cabeza las estrategias de autocontrol. STOP. No pasa nada. STOP. No hay gérmenes. STOP. El señor Wang está enfermo. STOP. Es la obsesión. La obsesión.

Un leve sonido, similar al de una risa infantil, se me cuela por los tímpanos e interrumpe mi burdo intento de parada de pensamiento. Parece una niña. Afino el oído. Vuelvo a escucharla. ¿Es la hija del vecino, que no ha ido a la escuela? El timbre se me aproxima. La siento pegada a mi oído.

"¿Lo ves?"

Pero qué...

Cierro la llave. Reviso a mi alrededor. Solo hay vapor caliente.

—¿Lo ves?

El eco de Jimin, el chico que contrató hace cuatro meses una de las dos habitaciones que teníamos libres, resuena, enérgico, desde el salón. El pecho se me libera. Seré idiota...

—Estoy cansado de esto. Muy cansado.

—¿Y qué quieres que le haga? —La réplica de Su Ji suena tan pasiva como su propio carácter—. Ya te explicamos en su momento lo que le pasa y lo aceptaste. —A juzgar por el tono, me imagino que ha pausado su partida y le está dedicando su sonrisa desenfadada habitual—. No dramatices. No es para tanto. Trata de entenderle.

—Lo intento —replica él—. Pero hay algo llamado límites. Prometió mantenerlos y no lo ha cumplido.

Hablan de mí. Está enfadado porque he vuelto a ordenar su escritorio sin permiso. Sabía que no debía hacerlo y, de hecho, estuve varios días luchando por no mirar su rincón del salón pero su caos es espantoso y la compulsión fue demasiado fuerte. Ahora me siento fatal.

APOCALYPSE 《TaeKook》 [#PGP2024]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora