22 | Enfrentamientos

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Cuento quince fallecidos. Los han colocado en línea, en el mismo despacho que utilizan como sala de enfermería pero, como las mantas son un bien escaso, están sobre el suelo y sin cubrir.

No puedo disimular la desazón y un terror intenso me atenaza el espinazo cuando Yoon Gi se abre paso por entre las exclamaciones de angustia de los que se arremolinan en la estancia y, con ello, me permite verlos mejor.  

Su piel ha adquirido un matiz verdoso. Los labios se han convertido en una línea agrietada blanca como una tiza y unos surcos muy profundos rodean las cuencas de sus ojos cerrados. 

Ay.

¿Pero qué les ha ocurrido?

Analizo, con cuidado de no rozarme con ninguna persona, las heridas que tienen. El primer cuerpo luce con un enorme tajo en el pecho de color oscuro que bien podría haber terminado con sus latidos pero el de al lado solo tiene algunos cortes en el brazo, el siguiente un pie vendado y el cuarto un ojo tapado. Son lesiones dolorosas e incapacitantes pero no provocan la muerte.

—Hay que sacarlos de aquí —murmura una voz femenina cargada de miedo—. Podrían despertarse de la otra manera.

—¿Qué insinúas? —El tono áspero y quebrado de un hombre se alza por encima de los lamentos—. No voy a deshacerme de mi propio hijo como si fuera un trapo.

—¿Y si se levanta?

—¡Mi niño no se va a levantar! ¡No es ningún monstruo!

—No lo era —interviene otro—. Ahora a saber en lo que se convertirá.  Tenemos que tirarlos.

—¿Tirarlos? —Su interlocutor no da crédito—. ¡Para hacerlo tendrás que tirarme a mí primero, malnacido!

Apenas me da tiempo a retroceder. El hombre se gira y, con los ojos impregnados en indignación, le propina un empujón a su oponente que, aunque se tambalea hacia atrás, no duda en devolvérselo. Se agreden a puñetazo limpio. Me parece tremendo pero, al parecer, el resto lo asume como una especie de afrenta entre bandas de barrio porque no dudan en toman parte. En un abrir y cerrar de ojos, la habitación se ha convertido en un campo de batalla llena de gritos, insultos y golpes.

Madre mía.

Yoon Gi se mete en medio de la marabunta. Trata de separar a los que han empezado y de imponer el orden que tan bien se le da pero en esta ocasión no solo no le escuchan sino que arremeten también contra él.

¿Qué hago? Salgo al pasillo. ¡Qué hago! Los entiendo a todos. Nadie desea deshacerse así de los cuerpos de las personas que aman pero es peligroso no hacerlo. Tal y como predijo Tae al llegar, si algo en el refugio se descontrolara, el lugar sería una tumba de todos los demás.

Tae...

¡Eso es! ¡Tengo que buscarle!

Su templanza es abismal. Seguro que sabe lo que hacer.

—No te agobies tanto. —Las pupilas de Jimin me detienen en el pasillo justo cuando me dispongo a volar a la recepción, en donde Yoon Gi fabrica las bombas y guarda los utensilios de defensa—. Este lugar no es perfecto.

Le observo unos segundos. Parece más tranquilo aunque su mirada se ha vuelto gélida y destila un deje contraído, hosco, que nunca antes había detectado en él. 

—Me refiero a que, pese a que el refugio es un espacio seguro, con sus normas y el concepto del bien común que ya te expliqué, no está exento de la posibilidad de altercados —continúa—. Relájate. No tardarán en reaccionar y en obedecer a Yoon Gi.

—No lo sé. —La verdad, yo no lo tengo tan claro. Los percibo demasiado desquiciados—. Están histéricos.

—Ya te he dicho que se calmarán. —El tono resuena, duro, en eco—. ¿Por qué no puedes hacerme caso por una maldita vez?

APOCALYPSE 《TaeKook》 [#PGP2024]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora