1 | Comienzo

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—¿Señor Jeon?

El tono a fumador empedernido del Doctor Wang So retumba a través de la puerta semi abierta de la consulta situada en la primera planta del Hospital General del Centro. Me acerco, titubeante. Tengo bastante ansiedad y no puedo apartar la vista de las por lo menos veinte personas que pululan amenazadoras a mi alrededor.

La sala de espera de Psiquiatría está hasta arriba. Siempre suele haber gente pero lo de hoy es exagerado y, aunque parece que se está siguiendo un orden y que reina la paciencia, desde que he llegado la cabeza no ha dejado de gritarme que tenga cuidado. Hay demasiadas personas de pie y, si no controlo muy pero que muy bien la distancia, alguna podría rozarme la ropa y sería una catástrofe. Uf; solo con pensarlo me pongo a temblar. No me quiero ni imaginar la cantidad de gérmenes, bacterias y hongos que se trasmitirían en ese contacto ni lo que...

No. STOP. ¡STOP!

La Doctora Young, mi psicóloga desde que comencé con este martirio hace más de cinco años, me ha dicho miles de veces que nada me ocurrirá, que solo es una idea obsesiva de contaminación y que si le doy mucha importancia lo único que conseguiré será engordarla y que se haga aún más inmanejable de lo que ya es. Debo simplemente aceptarla. Aceptarla y bloquearla.

Gérmenes. STOP. Bacterias. STOP. Si alguien me toca, no moriré. STOP. Estoy así porque tengo Trastorno Obsesivo Compulsivo. STOP. Es el TOC el que habla por mí. El TOC.

TOC.

Tres siglas que padezco desde los dieciocho años y que aún ahora, a mis veinticuatro, me siguen resultando difíciles de controlar. El TOC hace que me preocupe por estupideces que no tienen sentido, me provoca crisis de ansiedad cuando menos me lo espero, me hace llorar y desear desaparecer y me obliga a limpiar y a ordenar todo lo que me rodea continuamente, incluido a mí mismo. Eso provoca que llegue tarde a los sitios y que evite casi todo y, claro, también ha hecho que me quede sin amigos. De hecho, solo una persona permanece conmigo. La verdad no sé cómo es posible que todavía no haya salido huyendo.

—¿Jeon Jung Kook? —El doctor vuelve a llamarme y me saca de mis divagaciones—. ¡¿Jeon Jung Kook?!

La chica que está sentada en la primera hilera de banquetas estornuda en cuanto le doy la espalda. Ay, mierda. Sé que se ha tapado la boca, claro que lo ha hecho, pero es más que evidente que su saliva y sus mocos se han esparcido por todas partes y ahora sus gérmenes están en el aire que estoy respirando.

Gér... Me... Nes...

Empieza a dolerme el pecho. ¿Que no pasa nada? ¿Cómo no va pasar nada? ¡Claro que pasa! La mayoría de las enfermedades de esta maldita tierra se contagian por vía aérea y, a parte del aliento infeccioso de aquella mujer, resulta que el hombre de al lado está mascando chicle, soltando fluidos a diestro y siniestro, y la pareja del fondo, esos que parecen recién casados, no paran de reírse y liberan saliva sin ningún tipo de cuidado.

Esto es un foco de infección. Necesito irme y darme una ducha. Lo necesito ya.

—¿Va a entrar o no? —El doctor, sin moverse de la mesa, se acomoda las gafas y me dirige una mirada impaciente a través de la rendija—. ¿Por qué se queda ahí parado? ¿No ve cuánta gente está esperando?

Claro que me doy cuenta. Tengo ojos pero qué quiere que le haga. Estoy entrando en pánico.

—Pase, por favor. —Señala con el bolígrafo la silla vacía frente a la mesa—. Tome asiento.

No, ni en broma. No quiero tocar la puerta y ni mucho menos acomodarme en un lugar por el que pasan, como mínimo, quince personas al día. Hay gérmenes. Muchos gérmenes.

APOCALYPSE 《TaeKook》 [#PGP2024]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora