— ¿Qué quieren? — preguntó con precaución el chico.
— Un favor, una apuesta — habló Gogol.
— Despertar a mi bella durmiente — agregó Fyodor sonriendo.
— Crucemos nuestras mentes, quédate quieto.
— No intentes hacer nada, sólo déjalo.
— Ven a mi lado acuéstate.
— Con el ritmo coincide nuestra respiración.
— Nos sumergiremos en los pensamientos.
— Mi mano sigue acariciando tu cabeza, olvidemos todo.
— No te preocupes por nada, sólo cierra los ojos.
— No soltaré tu mano, así que entremos en tu sueño.
— Ch-Chuuya san. ¿Estás seguro de eso? — corría Ango detrás de él para intentar detener la loca idea que el último susurro de Dazai le había dado al pelirrojo — al menos espera a que Dazai kun reaccione por completo — agregó.
— ¡¿No ves cómo está?! — gritó Chuuya cansado de la actitud del otro — No va a reaccionar de otro modo —
— No estés tan seguro de eso sombrero elegante — decía Ranpo que terminaba una llamada telefónica — parece que tendremos otro invitado —
— Suficiente — susurró Chuuya saliendo furioso de la casa. ¿Qué sabían ellos? ¿cuántas veces le había fallado Dazai? No cómo ser humano eso era demasiado para pedir, podía ser un horrible compañero de trabajo, pésima pareja y como hombre también dejaba que desear, pero al momento crítico, Dazai aparecía, no importaba cómo, o lo peligroso que fuera, Dazai siempre había aparecido justo a tiempo para traerlo de regreso, en su mente Chuuya no dudaba de él, era lo único realmente seguro entre ellos dos, eso no significaba que cada vez que usaba corrupción fuera una decisión difícil, pero Chuuya no era así, sabía que debía hacerlo, esta vez el enemigo al que debía enfrentar no era Arahabaki, o Verlaine, o un dios menor, o un dragón resultado de una peculiaridad de habilidades, o con el "Chuuya" de su pasado, era una cuestión de resistencia, se tenía que contener a él mismo el tiempo suficiente para que Dazai reaccionara y anulara su poder, como siempre había sucedido.
No había razones para que esta vez no fuera igual y eso era algo que sólo ellos dos entendían.
Dividido entre la angustia de ver a Chuuya a punto de destruir el lugar en el que estaban y Dazai aún desmayado, Ango se ajustaba sus gafas con nerviosismo mientras Ranpo sentado cómodamente esperaba, en apariencia tranquilo, a que la visita anunciada llegara, al mismo tiempo que observaba a Poe inmerso en su escritura.
— Relájate — le habló Ranpo a Ango, lo suficiente mente alto para que Chuuya escuchara — en el caso de que el señor sombrero elegante haga una locura Poe kun usará su habilidad —
El ejecutivo tuvo un retortijón que se reflejó en su cara, junto con el flashback de cuando cayó en la trampa de Ranpo y su achichincle.
Aumentando más su malestar con las palabras de Ranpo, Chuuya respiró profundo y lentamente procedió a quitarse los guantes deslizando la tela delicadamente por cada uno de sus dedos.